Hace 11 años, Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, se convertía en el Papa Francisco. Fue el primer pontífice latinoamericano, primer papa del país y, también, primer papa jesuita.
Desde ese momento, el Sumo Pontífice va marcando la Iglesia Católica y el mundo con su compromiso, humildad y empatía por las personas más humildes. Además, resalta por la búsqueda del diálogo con personas de diferentes orígenes y credos.
Caracterizado por su humildad, Francisco buscó de forma constante el llamado hacia una Iglesia más cerca a los pobre y comprometida con la paz y la justicia. “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”, expresó en una de sus frases más relevantes.
Otra de sus acciones más trascendente fue aprobar las bendiciones a las parejas homosexuales, matrimonios civiles y uniones de hecho: “Ser homosexual no es un delito. Distingamos pecado con delito, porque también es pecado la falta de caridad con el prójimo”.
Bergoglio es, sin dudas, el Papa más disruptivo de la historia. Visibilizando hechos como los abusos de menores por parte de ministros de la Iglesia, dialogando con comunidades que siempre habían sido rechazadas por el catolicismo y buscando la sencillez constante en su vida.
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