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3 estrenos que vienen con “Pobres Criaturas” y la premiada Emma Stone

La temporada de premios viene siendo favorable a Emma Stone por “Poor Things” (Pobres Crisaturas en español), que llega este jueves a los cines con dirección del griego Yorgos Lanthimos y con Mark Ruffalo y Willem Dafoe anticipando una temporada de premios muy favorable para esta nueva alucinación del director europeo. También llega otra surcoreana apocalíptica (Sobrevivientes: Después del Terremoto) y otra terrorífica-sobrenatural-demiedo como todas las semanas: “Aguas Siniestras”. Aquí como siempre una selección de reseñas para elegir que ir a ver al cine, porque el cine se ven en el cine.

“Pobres criaturas”

En Pobres criaturas / Poor Things, Lanthimos vuelve a lo que constituye su marca de estilo: una mirada concentrada y pretendidamente objetiva (gélida o científica apuntarán otros) sobre un objeto determinado que se analiza con una lógica que, por su falta de correlación con otros elementos, llama al extrañamiento y la intriga. El mecanismo se repite: se plantea una hipótesis, se establecen determinadas reglas y luego se las sostiene a rajatablas. Es la consistente y construida falta de contexto lo que ha generado ese halo de profundidad filosófica que muchos creen encontrar en su obra. Ello está presente en este largometraje, pero también, como nunca antes, aparece el humor. Humor que no nace de la incomodidad, el sinsentido o la provocación sino de una búsqueda específica y concreta de habitar de algún modo la comedia.

Claro que la consigna, como en todo film de Lanthimos, no puede ser sencilla. Con elementos y climas que remiten tanto a Frankenstein como a La isla del Dr. Moreau, el realizador griego construye una fábula en la que Bella Baxter (la siempre sorprendente Emma Stone) puede experimentar algo parecido a una segunda vida. La información la iremos conociendo por lo que el doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe, a sus anchas en el rol de este médico loco, genio y padre putativo de Bella) nos la va haciendo conocer. La estética y diseño de arte, la utilización del objetivo ultra-angular (la cámara ojo de pez) y la creación de un tiempo indeterminado en el que confluyen elementos del pasado con toques futuristas acentúan el tono de parábola del relato.

Historia de crecimiento y de venganza, road movie y extraña comedia de rematrimonio, los componentes genéricos no ocultan la voluntad política de la película. Muy por el contrario, está claro (y así lo ha declarado el director en la conferencia de prensa tras la première mundial) que la intención es la de denunciar el lugar dado a la mujer en la época victoriana pero también, en general, en la sociedad de los siglos XX y lo que va del XXI. La habitual crueldad del realizador adquiere aquí un tono más juguetón, en el que la bajada de línea es lo que prima, utilizando para ello (afortunadamente) la fantástica herramienta del humor. Entiendo que el problema (tal como sucede, de alguna manera, con todas las películas señaladas en el primer párrafo) no tiene que ver con lo que se dice o alude, sino en una necesidad de subrayar lo dicho, de sobreactuar el discurso.

Más allá de esos excesos, las más de dos horas de Pobres criaturas se recorren con una liviandad inhabitual en el cine de Lanthimos. A los citados Emma Stone y Willem Dafoe, se suman Mark Ruffalo, Ramy Yousef y Hanna Schygula con algunos momentos de comedia desatada. Debemos agradecer (por esto también) al feminismo por contribuir a una película amable en la que el director de La favorita parece querer a algunas de sus criaturas y hasta nos sorprende con algo parecido a un happy ending.

Diego Batlle.

En todos los complejos.

“Aguas Siniestras”

Aguas siniestras reúne a dos de los productores más exitosos de las últimas décadas del cine del terror. Uno es Jason Blum, rostro visible de la productora Blumhouse; el otro, James Wan, padre (y director de algunas entregas) de las sagas Saw / El juego del miedo y El conjuro, y dueño del sello Atomic Monster. Pero la unión (ambos anunciaron hace pocos días la fusión total entre ambas compañías) no siempre hace la fuerza, como demuestra este muy genérico ejercicio de terror sobre una familia y la piscina embrujada de la casa que compraron para iniciar una nueva vida.

Todo arranca en el verano de 1992 (nada que ver con la canción de Los Piojos), cuando durante una noche una niña ingresa en la inmensa pileta del patio de su casa. Algunas apariciones, sumado a la irrupción de un líquido oscuro saliendo del filtro, son el preludio de su desaparición.

Ya en el presente, nada de eso sabe la familia Waller al comprarla. Papá se llama Ray (Wyatt Russell) y es un ex beisbolista que sufre esclerosis múltiple. Mamá es Eve (la irlandesa Kerry Condon, vista en Los espíritus de la isla) y se apresta a trabajar en el colegio local, mientras que dos hijos –una adolescente y el otro, un niño- completan la postal aparentemente de ensueño que propone, en sus inicios, Aguas siniestras.

Más pronto que tarde los distintos integrantes comenzarán a tener sus experiencias acuáticas sobrenaturales: Ray casi se ahoga, el hijo “habla” con la nena fallecida, mamá tiene visiones… Son innumerables alertas rojas que nadie es capaz de decodificar correctamente. El realizador Bryce McGuire –responsable junto a Rod Blackhurst del corto homónimo en el que se basa el film- prefiere quitar de sus personajes una mínima capacidad de análisis para, a cambio, entregar los sustos de rigor y los inevitables giros sobrenaturales que suelen tener este tipo de relatos. Se trata, entonces, de una película que, literal y metafóricamente, hace agua.

Diego Batlle.

En Showcase, Hoyts, Cinépolis y Monumental.

“Sobrevivientes: Después del Terremoto”

El cine surcoreano en particular y el “contenido” de ese origen que prolifera en los servicios de streaming en general vienen apostando con frecuencia a alegorías sobre la deshumanización, las profundas brechas económicas, el desprecio a los “diferentes”, el creciente egoísmo y la insensibilidad que proliferan en la sociedad contemporánea.

Los grandes éxitos de cine coreano reciente, desde Parasite hasta Estación Zombie, utilizaron recursos del cine de género para de alguna manera cuestionar el status quo, el individualismo y la paranoia generalizada. Sobrevivientes: Después del terremoto apela en un principio al cine catástrofe (el terremoto al que alude la segunda parte del título local arrasa con toda Seúl en la que solo el edificio Hwang Gung queda en pie) y a la épica de supervivencia que indica la primera palabra (los dueños de los departamentos expulsan a los que no son propietarios y luego se defienden ante cualquier intento de invasión desde el exterior) para abordar con espíritu de despiadada comedia negra y más tarde con un drama algo recargado, subrayado y aleccionador la tendencia dictatorial que crece en el líder del grupo (Lee Byung-hun) en un contexto donde imperan la humillación, la delación y el sálvese quien pueda.

Ensayo moral (por momentos moralista) sobre los valores y miserias que surgen cuando el ser humano se enfrenta a condiciones extremas, Sobrevivientes: Después del terremoto se sobrepone a la apuntada tendencia a bajar línea con una narración potente a partir de un diseño portentoso en el que las calles y viviendas arrasadas por el terremoto nos transportan a una distopía apocalíptica tan desoladora como al mismo tiempo reconocible (los “grupos de tarea” se la pasan buscando supermercados que tengan comida y bebida).

A tono con estos tiempos, la conciencia social, la reserva moral, la mirada humanista, está reservada a una bienintencionada pareja joven (Park Seo-joon y Park Bo-young) y sobre todo a personajes femeninos que ven con estupor cómo todo se derrumba o degrada no solo en términos arquitectónicos. Esa mirada horrorizada pero en principio bastante pasiva se irá decantando por un accionar concreto que incidirá en el impactante desenlace de una película que ratifica la capacidad de provocar y al mismo tiempo de entretener del cine coreano a gran escala.

Diego Batlle.

En los cines Showcase, Hoyts, Cinépolis y Monumental.

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