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Canallas y Leprosos: las leyendas urbanas alrededor de los apodos de los clubes rosarinos

Central y Newell’s, auriazules y rojinegros, canallas y leprosos. Hay cientos de maneras de identificar a los dos clubes más importantes que tiene la ciudad, y que desde los inicios del fútbol protagonizaron uno de los clásicos más pasionales del país. A pesar de ser de los más convocantes e importantes, no todos saben la verdadera historia detrás de los apodos que tienen.

Desde hace años que si uno dice canalla instantáneamente se le viene a la cabeza el Gigante de Arroyito, y si se menciona leproso al pasar, mentalmente se posará en el Coloso del Parque. El apodo que tienen ambos conjuntos tienen varios misterios y especulaciones, y definir cuál de las dos es la cierta será una tarea prácticamente imposible.

Una de las versiones, que durante mucho tiempo se trató de instalar como la oficial, tiene que ver con un enfrentamiento que comenzó en la primera década del 1900. En aquel entonces, los baldíos cercanos a la estación Rosario Central eran escenario constantes de picados que protagonizaban los jóvenes del barrio, su su mayoría hijos de los trabajadores ferroviarios y fundadores de dicho club.

La rivalidad con los viejos muchachos de Newell, comenzó ya que antes y después de los partidos informales, los protagonistas debían pasar por la cuadra de Entre Ríos al 100, lugar donde estaba emplazado el Colegio Newell, llamado en aquel entonces Anglo Argentino. La leyenda cuenta que, por una cuestión meramente de “chicos”, los muros de la institución no interferían en los insultos que iban y venían de ambos lados.

Rosario en el Recuerdo: alumnos sobre el techo del colegio fundado por  Isaac Newell

Allí habría nacido una de las rivalidades futbolísticas más importantes del país, y por lejos la más destacable de la ciudad. Los que pasaban por la calle se trepaban por las paredes para conocer lo que había en el interior del edificio, que según ellos, se parecía a un leprosario. Cabe destacar que la lepra es una enfermedad milenaria, y a pesar de que hay pocos casos en la actualidad, sigue existiendo y contabilizando casos a lo largo del mundo.

La cargada juvenil, espontánea y adecuada a los tiempos que corrían, hizo que desde afuera el grito fuera el de “¡leprosos!”, y la respuesta de adentro no se quedara atrás: “¡canallas!”.

Esa es simplemente una versión, que varía bastante de la otra leyenda urbana que se armó alrededor de los apodos de los equipos rosarinos. Esta es más popular, quizás la más conocida, y la que más aceptación tiene, al menos en el recuerdo popular. 

Según algunos historiadores, en alguna fecha incierta de la segunda década del 1900, una comisión de Damas de Beneficencia del Hospital Carrasco, propuso realizar un partido a beneficio. El objetivo era el de colaborar con el dispensario que combatía el Mal de Hensen, comúnmente llamado como lepra.

Dicha invitación fue aceptada prácticamente de inmediato y con gusto por los dirigentes del ya existente Newell’s Old Boys, mientras que fue rechazada de plano por sus pares de Rosario Central. Desde aquel entonces, y teniendo en cuenta las decisiones tomadas por cada comisión, los rojinegros quedaron inmortalizados como leprosos y los auriazules como canallas.

Otras voces marcan diferentes versiones sobre el inicio del apodo que se le encarnó al conjunto de Arroyito. La historia menos conocida indica que en 1925, hinchas de Rosario Central tuvieron un encontronazo con simpatizantes de Aprendices Rosarinos, que definieron a sus agresores con el nombre con el que se los conoce en la actualidad. Por otra parte, y basándose en lo que comunicó en aquellos tiempos el diario de la época, los hinchas de Central enojados por perder constantemente contra su equipo, prendieron fuego una lona perteneciente al club Belgrano. “¡Son unos canallas, unos canallas”!, habría sido el gripo de los damnificados al ver la situación.

Por A, por B, o por C, desde el principio de la historia del fútbol de la ciudad Rosario Central es conocido como el Canalla, mientras que desde y para siempre, Newell’s será la Lepra. Los apodos, al igual que la rivalidad, perdurarán por el resto de los tiempos en la memoria popular rosarina.

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