Las ficciones basadas en true crime aparecen cada vez con más frecuencia en los catálogos de streaming. Aunque los asesinos en serie y las desapariciones misteriosas son objeto de consumo cultural desde siempre, el interés por el género creció durante el último tiempo, al punto de convertir en tendencia los casos que se agrupan bajo esta categoría. El pasado 21 de septiembre, Netflix incorporó a su lista “Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer” y marcó, tal vez, un antes y un después en el contenido que ofrece.
Se trata de una miniserie de 10 episodios que, con detalles incómodos y desagradables, explora la operativa del “carnicero de Milwaukee”, apodo que se le otorgó por desmembrar e ingerir a sus víctimas. Quince cadenas perpetuas, o más de 900 años de prisión, fue la pena que recibió Jeffrey Dahmer por los 17 asesinatos que cometió entre 1978 y 1991. Su objetivo eran niños, adultos gay y afroamericanos, debido a que los veía como “poblaciones marginales” que “no le importaban al Estado”.
El primer homicidio lo cometió a los 18 años, cuando encontró a un joven caminando por la autopista y le ofreció llevarlo hasta su casa. Después de obligarlo a tener relaciones sexuales, lo golpeó con una mancuerna de 5 kilos y lo estranguló hasta la muerte. Luego, se masturbó sobre su cadáver, lo abrió, descuartizó y escondió sus partes en la tubería del departamento.
Según distintas investigaciones, se convirtió en adicto al alcohol y a las drogas tras convivir con los restos. Sus actos comenzaron a volverse cada vez más sangrientos y escalofriantes; en algunas ocasiones, como no encontraba forma de deshacerse de los cuerpos, practicaba canibalismo o los guardaba en el freezer.
En la pieza audiovisual que protagoniza Evan Peters, conocido por su gran papel en American Horror Storie, también se le da lugar a las voces del pasado. De esta manera, el espectador logra adentrarse en la turbulenta infancia de uno de los hombres más temidos de Estados Unidos.
Quince cadenas perpetuas
El 22 de julio de 1911, Tracy Edwards, la última víctima, consiguió escapar. Cuando le relató a la policía todo lo que había sucedido, las autoridades intervinieron e irrumpieron en el domicilio de Dahmer. Allí, encontraron cabezas humanas, bolsas que contenían un corazón y genitales masculinos; cinco cráneos y cuchillos en una de las habitaciones; fotos donde se detallaban los procesos de desmembración; y un esqueleto completo.
Tras más de 60 horas de declaraciones, el asesino renunció a su derecho de tener a un abogado y fue diagnosticado con trastorno límite de la personalidad. Un año después, no pudo convencer al jurado de que su canibalismo era el resultado de sus problemas psicológicos, por lo que fue encarcelado de por vida. Sus últimos días también estuvieron marcados por la brutalidad: a los 34 años, otro preso del Columbia Correctional Institution lo asesinó a golpes.
De acuerdo con informes, el recluso dijo que golpeó fatalmente a Dahmer porque lo ponía nervioso debido a que formaba extremidades con la comida y las rociaba con ketchup como si fuera sangre. “Se pasó de la raya con algunas personas: presos, personal penitenciario. Algunas personas que están en prisión se arrepienten, pero él no era uno de ellos”, aseguró.
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