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Todo Show

Cinco estrenos con dos pelis animadas este primer jueves de enero

Dos animadas de Universal y Disney con clara repetición de esquemas y modos pero renovando personajes. El aclamadísimo Luc Besson de regreso con “Dogman”, otro juego de la muerte y un dramón de Francia y Suiza: “El teorema de Marguerite”. Aquí una selección de reseñas para elegir que ir a ver al cine. Porque el cine se ve en el cine.

“Wish: El poder de los deseos”

¿Por qué Disney perdió buena parte de su magia? ¿Por qué Pixar ya no hace las obras maestras que solía regalar? ¿Por qué cerró Blue Sky, el estudio animado de Fox que gestó éxitos de La era de hielo? ¿Por qué Illumination, la compañía de origen francés detrás de la franquicia de Mi villano favorito y Los Minions, hace más (o menos) de lo mismo? ¿Por qué la animación familiar hace tiempo que no sorprende demasiado mientras que sí lo hace la destinada a adolescentes y adultos con muy buenas películas vistas en 2023 como Spider-Man: A través del Spider-Verso y Tortugas Ninja: Caos mutante?

Es que a esta altura del desarrollo de la tecnología aplicada a la animación destacar que una película de este género made in Hollywood “luce bien y tiene ritmo” es un acto de puro conformismo. Ya sabemos que los animadores provenientes de todo el mundo aportarán su know how, que los actores y actrices darán rienda a su histrionismo vocal y que habrá canciones pegadizas o personajes simpáticos (el infaltable comic relief de turno). ¿Pero alcanza ese vuelo rasante en pleno 2024 luego de que la animación nos regalara maravillas como WALL-E, Coco o la saga de Toy Story?

Wish: El poder de los deseos tiene -como no podía ser de otra manera viniendo de Walt Disney Animation Studios- una joven (17 años), intrépida e impulsiva protagonista femenina como Asha (la voz de Ariana DeBose en la versión original subtitulada), que pide el deseo del título y, claro, se le empieza a cumplir. Hay estrellas, fuerzas cósmicas, el rey Magnífico (la voz de Chris Pine para un personaje tan vanidoso como tiránico), un simpático animalito como Valentino (la cabra que acompaña a la protagonista), un reino llamado Rosas y un arsenal de canciones originales en lo que constituye un auténtico pastiche de elementos propios de las fábulas y los cuentos de hadas matizados por varios números musicales. No hay nada demasiado irritante pero tampoco sorprendente en este film de Chris Buck que se lanzó en momentos en que Disney está festejando sus 100 años de vida.

Diego Batlle.

Showcase, Hoyts, Cinépolis, Monumental y Del Centro.

“¡Patos!”

Si Disney parece (auto)celebrarse copiando esquemas y recursos de películas anteriores del estudio, lo de Illumination con “¡Patos!” (Migration es el título original) es aún más decepcionante porque en esta propuesta de animación para los más chicos no hay casi ninguna idea ingeniosa. El sobreprotector papá Mack (Kumail Nanjiani) quiere mantenerse en la laguna de toda la vida, pero mamá Pam (Elizabeth Banks) quiere llevar a su hijo adolescente Dax (Caspar Jennings) y a la pequeña Gwen (Tresi Gazal) a conocer el mundo y, así, terminan emprendiendo un viaje migratorio que los hará pasar por Nueva York (donde en un restaurante conocerán la crueldad de un chef que anda con cuchillo en mano dispuesto a convertirlos en pato… a la naranja). La apuesta es por colores vivos y pura velocidad (los viajes de los patos parecen propios de un simulador de vuelo), pero el film -cuyo guion estuvo a cargo del cotizado Mike White- nunca trasciende una medianía alarmante, algo así como una versión devaluada de Pollitos en fuga. Puede que a los más pequeños les alcance con los movimientos y los gritos de los patitos bebés, pero para los adultos la experiencia se vuelve más tortuosa con cada minuto que pasa.

Y volvemos al principio: Spider-Man: A través del Spider-Verso y Tortugas Ninja: Caos mutante desde los estudios de Hollywood, pero también El niño y la garza, la nueva obra maestra del japonés Hayao Miyazaki que llegará a las salas argentinas el próximo jueves 11 de enero, o Robot Dreams, del español Pablo Berger, demostraron en 2023 que la animación a nivel internacional está pasando por un muy buen momento. Es tiempo, entonces, de que la vertiente más clásica y familiar que tiene en Wish y en ¡Patos! a sus más recientes exponentes, salga de su zona de confort, de su previsibilidad, y nos vuelva a sorprender, divertir y entretener como lo hizo con muy buenos recursos y argumentos durante tantas décadas.

Diego Batlle.

En Showcase, Hoyts, Cinépolis, Monumental y Del Centro.

“Dogman”

“Cuando un hombre tiene problemas, Dios les envía un perro”. Con la frase de Alphonse de Lamartine comienzan las casi dos horas del film. Tras cuatro años de ausencia y luego de sortear varias denuncias en su contra en tiempos de cancelación, Luc Besson -emblemático director del cine francés de los ’90- regresó con Dogman (no confundir con la película homónima estrenada en 2018 por el italiano Matteo Garrone), una historia que tiene como punto de partida desgarradores abusos infantiles que justifican (o al menos intentan hacerlo) los traumas y las acciones muchas veces extremas del protagonista.

El texano Caleb Landry Jones (¡Huye!, 3 anuncios por un crimen, The Outpost, Nitram) es Douglas Munrow, alguien que de niño fue humillado por su padre y su hermano mayor, quienes lo encerraron durante mucho tiempo en una jaula junto a unos cuantos perros. De aquellas experiencia infantiles, Douglas salió herido física y psíquicamente, pero con una conexión muy especial con los canes, quienes se convertirán en sus aliados en el resto de su vida (y de la película). En efecto, ese ejército integrado por decenas de perros será parte de la venganza de este vigilante con algo del Joker de Todd Phillips / Joaquin Phoenix, que ayuda a los vecinos contra traficantes y otros seres poderosos, violentos y corruptos del submundo delictivo.

Los perros están muy bien adiestrados y las escenas en las que se meten en casas, roban joyas y luego escapan son simpáticas, pero el corazón de la película es un despropósito lindante con la ridiculez, que incluye a Douglas disfrazado de Marilyn Monroe e incorporado a una troupe de artistas trans que trabajan en un cabaret de drag queens, donde dará rienda suelta a ciertas facetas atractivas para la música, el canto y la actuación. Hay un homenaje a Edith Piaf y el clásico Non, je ne regrette rien es el leit motiv musical de la película (¿y una declaración de principios del propio Besson que no se arrepiente de nada?).

La película está construida a partir de largas entrevistas entre Douglas y Evelyn (Jojo T. Gibbs), una también conflictuada psicóloga, en las que el protagonista en un tono cada vez más confesional irá recordando su tortuoso pasado infantil, el por qué de los robos y ataques perrunos y sus crecientes dificultades físicas y emocionales. Besson narra cada uno de esos momentos clave a partir de múltiples flashbacks y un uso constante (por momentos abusivo) del montaje paralelo, en un relato al que le cuesta encontrar su tono: por momentos, más cercano al humor negro; en otros, con no poca solemnidad y sentido trágico.

El resultado es un film donde abundan la provocación y los excesos, pero no la fascinación ni los hallazgos. Besson, hay que admitirlo, hace lo que quiere y cómo quiere. Gracias a su rol también de productor, es dueño de una libertad que no abunda en el cine contemporáneo. El problema es que como guionista y director demuestra en Dogman una falta de consistencia narrativa, profundidad psicológica y hasta de tensión dramática que convierten a la experiencia en un manojo de caprichos sin demasiado fundamento.

En Del Centro y Showcase.

Diego Batlle.

“El teorema de Marguerite”

El mundo de las matemáticas está hecho de variables, fórmulas, deducciones y, claro, números, muchos números. Quizás por eso es que a Marguerite le cuesta tanto vincularse con cuestiones terrenales, y para ella un tanto banales, como la amistad, el entretenimiento y el amor. La chica, es cierto, tiene un futuro prometedor que le permite capear los malestares del presente: es una reputada estudiante de la prestigiosa Ecole Normale Supérieure que ha trabajado durante un buen tiempo en la Conjetura de Goldbach, uno de los problemas que permanecen abiertos, es decir, no comprobados mediante fórmulas.

Y así seguirá, porque durante la exposición de sus avances ante un auditorio repleto uno de los asistentes le marca un error que arroja por la borda sus años de trabajo. O quizás no y todo lo que ha hecho pueda servir, pero para ella no alcanza y, sonrojada y aturdida ante la humillación pública, huye despavorida de la sala, causando el descontento de su tutor, quien poco después no solo le dice que no continuará guiándola en su investigación, sino también que a partir de ahora trabajará junto al chico que le señaló el error.

Y allí comienza la nueva vida de Marguerite y, con ella, la segunda parte de una película que hasta entonces se había dedicado a mostrar las acciones e indagar en los pliegues de su protagonista con la misma distancia y frialdad que ella aplica para su vida diaria. Esta nueva vida, sin matemáticas, ni estudios, ni vida universitaria, la encontrará conviviendo con una chica opuesta a ella e intentando abrazar algo parecido a la “normalidad” aun cuando lo suyo no sea eso. Pero la obsesión por los números volverá para no irse más. O, al menos, para no irse hasta que pueda resolver la Conjetura.

Si la primera hora de La vida de Marguerite se dedica a observar cómo es y de qué manera se relaciona la joven con su entorno y la disciplina, la segunda avanza por un terreno un tanto más convencional y “oscarizable”. El misterio alrededor de Marguerite mutará por largas secuencias en la que ella y su flamante aliado –y un poco más, como se verá– llenan pizarrones con fórmulas mientras la música de fondo puntea las emociones, lo que recuerda a otros films sobre matemáticos/físicos obsesionados (desde Una mente brillante hasta El código enigma), al tiempo que su carácter lacónico será borrado de un plumazo. Son, pues, dos películas en una.

Ezequiel Boetti.

En los Cines del Centro.

“El juego de la muerte”

Inspirada en el peligroso fenómeno viral que se propagó globalmente, conocido como el desafío de la Ballena Azul, este largometraje se sumerge en la historia de un juego mortal con diversas pruebas que, lamentablemente, han conducido a la tragedia y la muerte de muchos adolescentes.

Todo comienza con la pérdida de Yulya, una joven que aparentemente se quita la vida en las vías de un tren como parte de este escalofriante desafío. Profundamente afectada, su hermana mayor, Dana, se embarca en una búsqueda desesperada de respuestas a través de la vastedad de la red para entender la trágica muerte de Yulya.

En Showcase, Cinépolis y Monumental.

Fuente: Otros Cines. Cinépolis.

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