
La vida de Leo Murray dio un vuelco de 180° por un hecho inesperado. El joven oriundo de Capitán Bermúdez jamás imaginó lo que llegaría a su día a día cuando aceptó la invitación de unos amigos a viajar un fin de semana a Buenos Aires, fue en febrero de 2018. Enamorarse de una mujer noruega, convivir en el norte de Europa, casarse, ser padre y convertirse en uno más en Oslo.
“Con tres amigos fuimos a pasar un fin de semana a un hostel en el que todas las noches se organizaban fiestas. Una noche había cuatro chicas noruegas, y una me tocó la cola. Me dí vuelta y me dijo ‘hablá con Sophie, ella sabe castellano’”. Así empezó la relación de Leonel con la joven, que lo llevó a dejar su ciudad natal y adaptarse a la vida nórdica.
Sus ganas de conocer las auroras boreales fueron clave para el nacimiento del amor. Murray y su entonces nueva amiga intercambiaron teléfonos. “Nos volvimos a ver al día siguiente. Nos mantuvimos en contacto por casi 10 meses por Whatsapp. En ese transcurso terminé el cursado de ingeniería civil, pero no terminé la carrera”, destacó quien hoy tiene 32 años en diálogo con RedBoing.

La vida le tenía preparada otra cosa. “Quería conocer el mundo, estaba pensando en irme del país. Tenía planeado un viaje de un mes a Europa y le pregunté si me podía quedar con ella los dos meses que me quedaban de visa”, explicó. Para ese entonces, Leo y Sophie ya estaban de novios, por lo que pensar en una habilitación para trabajar en Noruega ya no era una locura.
Desde ese momento comenzaron una serie de análisis para dar con la forma de quedarse allí sin pasaporte. El working holiday surgió como la posibilidad más potable: trabajar durante un año, seis meses para dos empresas distintas, con la oportunidad de estudiar tres meses. Los requisitos para aplicar al permiso eran tener un servicio médico y 32.500 coronas noruegas, algo así como 3.500 dólares.
“Pero 3.500 dólares para los primeros 3 meses es poca plata, por más que el dinero rinde mucho. Un alquiler puede costarte entre 700 y 1.500 dólares, resultan caros en relación a la Argentina y para lo que son los sueldos noruegos, son medianamente baratos. Siempre dependiendo de dónde quieras vivir o cuánto quieras gastar”, aclaró.

Desde que arribó a Oslo, Leo tuvo tres trabajos. El primero como empleado de limpieza de cruceros que partían desde Noruega, tres horas por día. Al tiempo, se pasó al rubro de la construcción, quizás más cercano a sus estudios como ingeniero civil: “Hacíamos decks para casas, nivelamientos de suelos, etc”, contó.
“Ahora tengo un trabajo fijo en una terminal de logística que envía mercadería en el país, Dinamarca y Suecia. Empecé en Oslo, pero con la pandemia la empresa creció mucho, cerca del 30%”, reveló. Y añadió: “Estoy realmente bien, tengo un sueldo alto comparado con la media de lo que se gana acá, cerca de lo que ganaría un médico”. Como eso fuera poco, junto a Sophie se convirtieron en padres hace un tiempo y ya gozan de la familia.
Las condiciones de trabajo son buenas, según Murray. “No digo que no exista la irregularidad, que se puede llegar a dar en construcciones, pero está muy mal visto por la sociedad”, remarcó. En materia impositiva, en Noruega el Estado cobra a partir de los ingresos de las personas, “pero también se deducen muchos impuestos si tenés auto, hijos, o si estás pagando un crédito. Lo que tiene de bueno el sistema es que de antemano ya sabes cuánto vas a pagar”.

“En mi caso, una persona puede ahorrar más de la mitad de su sueldo sin privarse de nada. Y eso que tengo un bebé, mi esposa trabaja, pagamos los gastos de la casa, las expensas, los impuestos, los autos, y más allá de todo eso, ahorramos. La calidad de vida es muy alta”, afirmó.
La adaptación para Leo no fue tan difícil a un mundo a priori totalmente distinto al argentino. Claro que Oslo resultó para él “una ciudad super segura” y “muy linda, vivas donde vivas”, ya que, entre otras cosas, “la gente en la calle es muy respetuosa, tanto los ciclistas como los automovilistas”. “En todos lados hay parques, vida silvestre y vegetación, etc. Podés pasear a cualquier hora con teléfono y plata porque tenés policía y cámaras por todos lados”, remarcó.
Asimismo, la idiosincrasia de los noruegos resultó ser diferente a lo que Leo esperaba. “Son personas muy cálidas. Son sociales, pero a su modo por lo que no van a permitir que invadas su espacio. Probablemente si conocés a alguien no te va a invitar a su casa en ese momento o te va a presentar a su familia. Pero sí te pueden llevar a tomar una cerveza o un café y contarte algo de su vida. Son personas muy amables y hablan todos inglés, sabiendo que solo ahí se habla en otro idioma. Me llevé una gran sorpresa en ese sentido”, comentó.

No obstante, Murray confesó algo de su nuevo país a lo que aún no pudo adaptarse: “Muchas personas se quejan del frío, pero yo lo hago de la luz. A veces a las 3 de la mañana ya es de día”. Para concluir, invitó a otros argentinos a seguir sus pasos y puso en la balanza la seguridad y el bienestar económico: “Tengo amigos que son profesionales y no ganan ni un quinto de lo que gano acá. No los invito a dejar Argentina para siempre, pero sí a probar un año”.
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