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Cosquín Rock, el festival interactivo que volvió a enamorar a todos

La experiencia Cosquín Rock 2023 quedará en la piel, en la retina y en las gargantas de las más de 100 mil almas que se hicieron presentes en cada una de las dos jornadas. Valió la pena el embotellamiento para llegar a Santa María de Punilla en hora pico, los dolores articulares después de kilómetros caminados afuera y adentro del predio del Aeródromo, y, para los no tan jóvenes, las secuelas que durarán al menos una semana. La grilla de los 4 escenarios fue casi perfecta, las pocas ausencias fueron con aviso, casi pidiendo disculpas, y los mejores artistas del rock, del pop, del rap y mucho más hicieron latir al valle rodeado de montañas y buenas vibras. 

Cada cual vivió su propio Cosquín Rock. La selección de bandas en la previa por parte de los asistentes se convirtió en obsoleta por distancia, por emociones, por cansancio y por necesidades básicas. La superposición de conjuntos -adrede, pero dolorosas para los fanáticos- se pensaron para evitar que una gran masa humana se amontone en un solo escenario. En mi caso, yo viví mi propio festival anclado en los clásicos, en los que no fallan, los que me siguen poniendo la piel de pollo. En ellos me voy a centrar en esta arbitraria crónica. Mis compañeros, algo más versátiles -me enseñan mucho- pueden narrar otros espectáculos. En mi caso, elegí verme de punta a punta a los que de pibe me hicieron formar parte de una tribu y que, a pesar de los años, siguen sacando el corazón en cada evento que les toca estar. 

Producto de algún percance antes de arrancar desde Rosario llegamos un poco tarde el primer día. Recomiendo escuchar Los Secuaces este miércoles en Radio Boing para que se enteren de los periplos que nos hizo vivir el señor Nacho Moyano, pero quedará para la anécdota. La idea era entrar con Guasones y no llegamos. NTVG fue la primera banda después de pasar por el stand de prensa, acomodar nuestras cosas y preparar los equipos de trabajo. Antes de encarar para la muchedumbre, hicimos tiempo de charlar con algunos artistas, tomar un fernet -ineludible en Córdoba- y salir antes de que el Emi entone la primera canción

Cosquín Rock 2023: el festival en fotos - Clarín.com

El sol bajaba por el oeste y se reflejaba en el imponente paredón de sierras en medio del Valle de Punilla. Tal vez el escenario perfecto para cantar a los gritos las melodías que los yoruguas nos regalaron en todos estos años. Abrió con uno viejito y hermoso: Más mejor, del disco “Este fuerte viento que sopla”, grabado en 2002. La sorpresa encendió el entusiasmo de los fanáticos y no defraudaron: sonaron Clara, Al Vacío, Verte Reír, Me Cuesta Creer, Te Voy a Llevar, y varios hits más que tienen casi dos décadas pero siguen siendo parte del cancionero típico del rock rioplatense. Los “nuevos” también formaron parte de una lista de 23 temas a la que le faltó poco, hasta te diría nada. De hecho, cerró con No Era Cierto, con la última luz del ocaso que anunciaba dos días plenos de rock y camaradería. “No queda otra que tirarnos en el pasto, sin que nadie nos moleste, no me quiero despertar. Pensé que estaba solo y no era cierto, si tengo con quien quedarme a festejar”, vaya presagio de lo que se venía. 

Había que empezar a decidir y no lo dudé: me planté en el escenario Norte para ver todo lo que seguía. Los pibes hicieron la recorrida mientras yo volví al patio de artistas, hice algunas cosas con el Wi Fi que nos proveía el sector y regresé al escenario antes de que arranque el corazón de Patricio Rey. Skay, como un imán junto a sus Fakires, empezó a hacer llegar a todos los ricoteros del predio, las banderas se desplegaron y comenzó, tal vez, el show más épico que dio en mucho tiempo. 

Ya de noche en el Aeródromo, empezó con “La Luna de Fez”. Su estilo árabe ayudaba a los remolones que estaban lejos a arrimarse al show de a poco y entrar en calor. El fuego típico de un dragón no tardó en llegar y disparó desde su guitarra un tema de los Redondos: El Pibe de los Astilleros. De la banda que supo construir con Solari sonaron 4 canciones más: la estruendosa JiJiJi, Nuestro Amo Juega al Esclavo, Criminal Mambo y Todo Un Palo. En una lista con 16 en total, en la que estuvieron presentes también Oda a la Sin Nombre, Yo Soy la Máquina y el Golem de la Paternal. La fiebre ricotera del público y la vigencia del “Flaco” Belinson estuvieron a la altura del evento. 

Con el arranque de la Aplanadora del Rocanrol tuve el primer dilema fuerte. El FOMO no faltó a la cita y no sabía con quién hablar para que me clonara. Hacía rato que no veía la guitarra de Mollo, el motor de Arnedo y al animalito de Catriel, y empezaban enfrente mío. Pero a casi 1 kilómetro estaba a punto de entonar las primeras letras Fer Ruiz Díaz con Catupecu. Me quedé con Divididos, pero al momento sigo sintiendo culpa. 

Divididos no falló, nunca falla. Son eternos, deben tener algún pacto con el diablo, o Catriel es el diablo y no lo sabemos. Los bloques de amplificadores de los dos viejitos rockeros que están mejor que nunca hicieron un set list de novela. Arrancó para llevarse puesto a los otros tres escenarios y hacer el intento de generar desde allí una especie de sismo. El 38, El Ojo Blindado de Sumo, Haciendo Cosas Raras y Alma de Budín, Casi Estatua y Tengo de Sandro, todo de corrido y sin hablar, sin pausas entre tema y tema. La gente pidió clemencia, se los juro. Después de algunos funks paró la pelota y metió los bellos Par Mil y Spaghetti del Rock, para volver a levantar y volarle la peluca a los presentes. Los que los vimos muchas veces nos hemos acostumbrado, pero no se puede normalizar a un power trío que hace 30 años arrollan en los escenarios y maduran como el vino. 

Y ya estaba, mi propio Classic Cosquín, aunque en otros escenarios brillaban bandas hermosas, seguía con Juanse y listo. El líder de Los Ratones Paranoicos fue con su show solista festejando los 60 años, aunque ya los cumplió hace 8 meses. Se dio el gusto de invitar a varios amigos y de vivir una noche rocanrolera propia como hace mucho no tenía. Deliró con su guitarra, se colgó de la columna de sonido, hizo desmanes con el micrófono sobre la pasarela que le valió el reto del stage manager y pasó una lista hermosa. 

Rainbow, Una Noche No Hace Mal e Isabel, para mover los dedos un poco en una noche que ya se había puesto helada, pero sólo abajo del escenario. Enseguida llegó el primer invitado: Ale de El Bordo, para interpretar Sucio Gas. Después fue el turno de Junior de La 25, e hicieron la canción que Juanse le dedicó al Indio en una absurda rivalidad de los 90, Ya Morí. Rock del Pedazo y, después del hit, un “sobrino” de él se hizo presente para hacer La Nave. Mateo Sujatovich salió a escena, es cantautor de Conociendo Rusia y ex violero de Juanse, además es hijo de Leo Sujatovich, un eterno pianista y arreglador de todos los artistas del rock nacional, entre otros de Spinetta, y amigo de Juanse.

La eterna Celeste Carballo también fue parte el cierre del día 1 en el escenario Norte y cantó con el líder de los Ratones Sucia Estrella y Ruta 66. Cuando la noche se desvanecía y la gente empezaba a retirarse del predio, llegó la gran sorpresa. León Gieco fue la frutilla del postre de invitados que sirvió Juanse. Con su armónica en el cuello deleitó a todos con El Fantasma de Canterville de PorSuiGieco y Pensar en Nada, de él. Se quedó para El Rock del Gato y, con una gran generosidad, su amigo lo dejó sólo ante la masa que lo vitoreaba para que interprete con su guitarra el clásico Sólo le Pido a Dios. Las caras emocionadas y cómplices entre todos garantizaban la satisfacción que había vivido un público cansado pero pleno. 

Me fui a casa sin energía, con algo de frío, pero con el alma inflada con música que me acompaña desde hace muchos años. Viejos son los trapos y a reponer energías que todavía faltaba el día 2. 

El Fito Day y la yapa

Mientras hacíamos un asadito de previa en un camping en la ciudad de Cosquín, charlé con los presentes y les pedí que nos quedemos a vivir ahí. El río sonaba de fondo, los árboles amenizaban con una sombra necesaria para un sol bravío del mediodía cordobés, las bebidas espirituosas -no tantas porque había que laburar- acompañaron la jornada, y la energía que se vive en esos momentos generan un placer que uno quiere que sean eternos. Pero sabíamos que se venía otra jornada espléndida de rock y no nos la queríamos perder. Insistieron los pibes con llegar al predio para ver El Plan de la Mariposa, un poco más temprano de lo que yo quería para ver a Fito, y cumplimos. Allí fuimos. 

Algunas entrevistas e inserts en la entrada para el laburo de redes, una caminata cansina pero sin pausa para llegar al objetivo, acompañado de una procesión que te va poniendo en clima de la mística el festival más grande del país. Los pibes llegaron bien para El Plan, nosotros aprovechamos para ir al patio de artistas para hacer algunas notas -nos vimos con Cruzando el Charco, La Vela, y algún que otro político, y emprendimos el camino al escenario Sur para ver a nuestro coterráneo. 

Con algunas disidencias con la organización durante la previa por la transmisión por Flow -Rodolfo no le cedió los derechos para realizar el streaming en vivo-, llegó al escenario sur y todo ese entrevero quedó atrás. Hizo el show que viene presentando de los 30 años del disco El Amor Después del Amor pero algo reducido por los tiempos de un festival de semejante calibre. Muchos se sorprendieron de que no sea el headliner -aprendí hace poco este término y me gusta usarla-, pero les aseguro que el horario del sunset tiene un sabor romántico que ayudó a que el ambiente sea el ideal. 

Cosquín Rock: el gran show de Fito Páez, el brindis de Ciro y los Persas y la multitud que acompañó la edición 2023 - Radio Box

Arrancó con El Amor y eligió la mayoría de los hits del disco para hacerlos de corrido, como en los shows del Movistar Arena y de Rosario, entre otros. Al Lado del Camino, de Abre, fue la primera canción fuera del repertorio del disco y pasaron Circo Beat, el rap de Tercer Mundo, Ciudad de Pobres Corazones, Dar es Dar, Mariposa Tecknicolor, para cerrar con el siempre emocionante Y Dale Alegría a Mi Corazón. Su traje deportivo amarillo, el traje de ocación, le agregaron vida a ese escenario que se fue oscureciendo hasta que se apagó el sol por completo en el horizonte. Fito es la banda sonora de mi vida, y no podía faltar a la cita. 

Volvimos caminando por el largo camino hacia el escenario Norte porque en minutos daba inicio Ciro con la Filarmónica de Villa María para presentar su último disco con cuerdas grabado junto a la sinfónica de Mendoza, versionando temas de su etapa solista y de Los Piojos. Los chicos se quedaron esperando en las carpas al Cebolla de La Vela para entrevistarlo, y con un guiño me dijeron “andá”. 

Fueron duras algunas críticas porque la primera parte del recital la hizo con una orquesta sinfónica. Es cierto que fue una isla entre tanto palo y a la bolsa que estábamos viendo en todos los escenarios, pero creo que el adjetivo de “solemnidad” que utilizó un colega fue equivocado. Desentonar no siempre tiene que ser peyorativo, también puede ser una pausa necesaria entre tanta voragine que se vivía. Yo lo calificaría como único y disruptivo después de 21 Cosquín Rock de Andrés Ciro Martínez haciendo lo suyo, sumando a 35 personas a la escena. La gente no se prendió como lo hace cuando escucha los clásicos tocados con la prolijidad de un disco a la que nos tienen acostumbrados los Persas, pero de a poco fue sumándose al show y, lógico, cuando pasó a la segunda parte de él sólo con la banda se encendió a pleno para bailar con cada hit

Ciro y el brindis más grande del mundo | Panorama Directo

Otro momento difícil se vivió a la hora de elegir. Nacho Moyano me convenció de quedarme en el Norte, aunque no podía dejar de mirar hacia la otra punta del predio viendo cómo estaba por arrancar Babasónicos. Se pisaban y no podía decidir, pero una cosa me dejó tranquilo: los liderados por Dárgelos vienen en abril a Rosario, y ahí estaremos otra vez. El Enano y el Cebolla salieron a escena y los uruguayos llenaron su sector de fanáticos. Con la voz algo rota desde hace unos años, algo más grandes que hace dos décadas cuando los vi por primera vez, siguen siendo los mismos que salen con el corazón en la mano y en la garganta para brindarse a pleno por los suyos

Había caído la noche y estaba menos fría que la del sábado. La Vela tomó una decisión: sacarse de encima todos los temas nuevos de su último álbum “Discopático” para después levantar el show con clásicos de De Bichos y Flores, A Contraluz y El Impulso. El Enano estuvo perfecto de sus cuerdas vocales gran parte del show, el Cebolla acompañó con sus temas y el agite hizo que se sienta la humedad y la ausencia de la brisa serrana. Como lo viene haciendo en sus últimos shows, el Enano se quedó sólo con su guitarra para hacer José Sabía y cerrar su noche, aunque hubo un contratiempo con el cable plugin y no arrancaba. Decidió hacerla a capella con el público que lo acompañó a los gritos pelados, y te aseguro que el error técnico nos entregó una pieza única. Hermosa despedida del Cosquín número 21 para la banda. 

Cosquín Rock 2023 anuncia inicio de venta de entradas | Cultura y Espectáculos | 5Días

Y otro histórico fue el elegido para darle el broche de oro a esta cobertura. Las Pelotas subieron al escenario tarde, tras dos días de show, pero los fieles estoicos se quedaron a pesar del cansancio, la tierra impregnada, el hambre y los dolores que te acompañan después de 2 días de recorrida por el encuentro rockero más importante de Argentina. Germán Daffunchio eligió una estrategia parecida a la de La Vela. Arrancar de a poco para tirar toda la carne al asador en la mitad del show, cuando aparecieron Si Supieras, Será, Bombachitas Rosas y Esperando el Milagro. 

La sorpresa fue cuando Ismael Sokol, el hijo del Bocha, se subió para hacer con los viejos compañeros de su padre Movete y Día Feliz. Se cumplen 20 años de Esperando el Milagro, un disco producido en Nono, Córdoba, y están haciendo un trabajo de reedición para salir a la cancha con el revival, del que seguramente participará el heredero del ex líder. 

Se fue Cosquín Rock 2023, mi Cosquín Rock. Hubo tantos como asistentes a los dos días repletos de música y cultura. El que elegí tranquilamente podría haber sido 2004, pero fue este fin de semana. Otros habrán elegido a los emergentes Trueno, Dillom o Rels B, pasando por Conociendo Rusia, El Plan de la Mariposa y Babasónicos. Por qué no entrar bien tempranito y vivir el primero de Farolitos. Volveremos todos, de eso no hay dudas. 

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