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Economía

El campo inició el efecto dominó

Por Licenciado Adriano Mandolesi

El campo ya inició el efecto dominó, no habrá cosecha de maíz temprano en muchas de las zonas de la pampa húmeda, la producción de soja de 1era se sigue achicando y la producción de soja de 2da y maíz tardío están en jaque con estas temperaturas extremas y algunas heladas tempranas. Es sabido que los productores agropecuarios financian buena parte de su producción a cosecha y de acuerdo a dónde termine se podría ver afectada la cadena de pago en mayor o menor medida.

Los datos que se van conociendo sobre la marcha de la economía en el arranque de 2023 ponen al descubierto una cruel verdad: en materia de dinámicas macro lejos de mejorar se empeora. Y no se trata sólo de los datos de inflación que lejos de desacelerar se acelera y se aleja de lo que aspiraba el ministro Massa. Los datos de actividad económica sobre el cierre del año confirman el estancamiento de la segunda mitad de 2022. Los datos fiscales confirman que el cierre de 2022, en línea con lo acordado con el FMI, fue más el resultado de un diciembre con el pie puesto arriba de la caja que de un ajuste virtuoso del gasto. Mientras que el déficit comercial de enero, a pesar de importaciones que sigue pisadas, es un anticipo de lo que sucederá cuando la sequía muestre toda su identidad en el comportamiento de las agro-exportaciones.

Por cierto, según la Bolsa de Comercio de Rosario, la soja y el maíz argentinos en caída libre: 7,5 millones de toneladas menos de producción para cada uno. El recorte de febrero a marzo significa que la producción de soja pase de 34,5 a 27 Mt y la de maíz de 42,5 a 35 Mt. No hay condiciones climáticas a la vista que permitan poner pisos a los rindes o al área que no será cosechada. En soja, ya se estiman 2,6 M ha perdidas, un 200% más que en la 2017/18. Números alarmantes.

Esta caída afectará también la recaudación impositiva vía retenciones de manera aún más evidente que la que hemos visto en los últimos meses (post-dólar soja). A esto debemos sumarle el comportamiento del balance del BCRA, el cual sigue empeorando tanto como resultado de la presencia sistemática de la autoridad monetaria en la punta vendedora del mercado de cambios, como de las operaciones que realiza para asistir al Tesoro en sus necesidades financieras. Faltarán cerca de USD 20.000 millones de dólares de divisas por menor liquidación, lo que equivale a cuatro meses de importaciones. Argentina tendrá un fuerte freno en actividad económica y una aceleración en la nominalidad, es decir mayor suba de precios internos.

La historia reciente indica que en los años electorales las presiones cambiarias, producto de la dolarización de flujos y carteras, se incrementan notablemente tanto en el entorno de la elección general como en los meses previos a las PASO. Mucho más si hay incertidumbre sobre los candidatos y el resultado electoral, que la habrá, y ni que hablar si la escasez de reserva no es una posibilidad a tener en cuenta si no un hecho concreto producto de la sequía.

En definitiva, el comienzo del año confirma la continuidad de dinámicas preocupantes. Faltan dólares y recaudación, el control del gasto es muy relativo y las perspectivas de financiamiento de las necesidades en pesos del fisco lucen inciertas. El Gobierno enfrenta el desafío de administrar la tensión entre la necesidad de contener una eventual aceleración inflacionaria y cambiaria, de alcanzar las metas del programa con el FMI y de hacer lugar las presiones típicas de un año electoral (mayor gasto social, convalidación de mayores aumentos salariales y postergación del ajuste de precios relativos, entre otras). Un desafío que luce muy por encima de la capacidad mostrada hasta al momento por las actualidades autoridades políticas y económicas.

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