Dólar

Dólar Oficial:$892 / $892
Dólar Blue:$1010 / $1030
Dólar Bolsa:$1007.5 / $1012.9
Dólar Contado con liquidación:$1051.4 / $1054.8
Dólar Mayorista:$869.5 / $872.5
Todo Show

El gran regreso de Brendan Fraser es uno de los estrenos del primer jueves de marzo

“The Whale” de Darren Aronofsky con Brendan Fraser y Sadie Sink, la nueva de “Creed” con Michael B. Jordan, “Madre ven”, “Desconectada”, “La maldición de la novia”, “Como complacer a una mujer” y “Close” son las películas que llegan a las salas de Rosario, como siempre una selección de reviews, los trailers y donde verlas, porque el cine se ve en el cine.

 

“The Whale”

 

En tiempos de películas con olor a prefabricadas, La ballena consiguió lo que pocas: generar discusiones, abrir el juego a distintas interpretaciones al frente infierno cotidiano que vive Charlie (el regreso a los primeros planos, y con aroma a Oscar, de Brendan Fraser). De un lado están quienes caen rendidos ante las aristas más emotivas del último trabajo de Darren Aronofsky; del otro, aquellos que ven el derrotero de ese hombre obeso, solitario y aquejado por sus fantasmas una cabal muestra de cómo el dolor ajeno puede convertirse en espectáculo. Tampoco faltan las almitas sensibles que levantan el dedo señalándola como una película “gordofóbica”.

La última hipótesis debe descartarse de raíz, puesto que aquí la gordura es un síntoma del espíritu quebrado y la búsqueda de autodestrucción de su protagonista, un elemento destinado a la compasión antes que al odio o a la burla. Ya bastante se menosprecia el bueno de Charlie para atribuirle a la película algo que no hace.

Las otras dos, en cambio, tienen algo de cierto: La ballena es una patada al corazón ante la que resulta difícil mantenerse ajeno, con un protagonista inasible, contradictorio, cargado de matices y con una culpa del tamaño de las pizzas que se come como si fueran un aperitivo; a la vez que un viaje hasta lo más profundo de la decadencia humana. Sin golpes bajos, con el espectador convertido en testigo.

Charlie es un profesor universitario que da cursos a distancia con la cámara de su computadora siempre apagada. Nunca sale de su casa –lo mismo que la película, que no le interesa en lo más mínimo despojarse de la impronta teatral fruto de da estar basada en una obra– ni tampoco le preocupa: lo suyo no es el presente hecho de comidas del delivery y una amiga enfermera (Hong Chau) que lo cuida con devoción maternal, sino un pasado del que no puede desprenderse.

Sumido en un duelo eterno por la muerte de un ex alumno devenido en pareja y el arrepentimiento por haber abandonado a su hija de por entonces 8 años, lo único que espera es una muerte cada vez más cercana. Una imprevista visita de esa hija (Sadie Sink), a la que no ve desde entonces, opera como el disparador de una trama de indudable tono crepuscular, un psicodrama igual de intenso y doliente como un Fraser que, con una mirada melancólica, parece poseído por Charlie.

Es cierto que la metáfora del carácter expiatorio de Moby Dick cae en lo obvio, así como que su desenlance abre las puertas a una alegoría religiosa digna del muchachito misionero que piensa que salvar a Charlie es una prueba impuesta por dios, pero La ballena es mucho más que eso: se trata de la última parada de una vida que alguna vez fue plena pero ahora solo espera su fin. En todos los cines de la ciudad.

 

 

“Creed 3”

Lo primero que llama la atención de Creed III es la ausencia de Rocky. No solo no está en escena; ni siquiera hay mención alguna hacia el mentor del boxeador Adonis Creed y amigo –luego de ser rival– de su padre Apollo. Stallone había avisado en julio que no iba a estar porque “no sabía si habría un papel” para él, ya que el actor y protagonista Michael B. Jordan y el productor Irwin Winkler buscaban nuevos rumbos para el relato.

Rocky es el ausente más presente durante las dos horas de una película que se cuida de no incluir ni una referencia sobre él. Podría suponerse que murió, en tanto su salud estaba en una espiral de deterioro al final de Creed II. Pero ni una punta para saber su destino. Creed III parece por momentos un asado sin carne, una reunión familiar sin el pater familias en la cabecera de la mesa.

La película podría haberse llamado “Boxeando por la gloria” o de cualquier otra manera, porque su filiación ya no es tanto con la mitología del universo de Rocky como con el cine deportivo en general y el pugilístico en particular. Pero si Stallone imprimía a sus films un aire luminoso aun ante la muerte de sus amigos y esposa, aquí el pasado adquieren un peso notable. Rocky peleaba por su gente; Creed lo hace contra sus fantasmas. Contra “el” fantasma, mejor dicho.

La primera escena transcurre un par de décadas antes del presente y tiene a un Adonis adolescente acompañando a un amigo unos años mayor a una pelea en un antro angelino. Su amigo muele a palos a su rival y, de regreso, paran en un mercado. Allí Adonis se cruza con un tal León, a quien trompea por razones que en principios se desconocen. El hecho termina con su amigo preso y él huyendo despavorido.

Aquel amigo ahora es un adulto con los brazos forjados al calor de los ejercicios carcelarios. Apenas recupera la libertad, Damian Anderson (Jonathan Majors, el villano de Ant-Man and the Wasp: Quantumania) va en busca del ex campeón, quien desde su retiro comanda una escuela de boxeo y se dedica a la vida familiar con su esposa Bianca (Tessa Thompson) y su pequeña hija. Una visita con el objetivo de cobrarse un favor: quiere ser campeón mundial. Las cosas entre ambos irán tensionándose hasta el punto de que es necesario poner las cosas en su lugar. Y en una saga de boxeo, eso significa dirimir las cosas sobre un ring.

Si se la piensa por fuera de la saga de RockyCreed III tiene las dosis justas de cursilería y emotividad deportiva propia del género. Jordan se presenta como un director atildado, que evita el frenetismo habitual de Hollywood para preocuparse mayormente por la carnadura de los personajes antes que por las situaciones que enfrentan. Consciente del nuevo comienzo para la saga, incluye durante las peleas fragmentos de ensoñaciones metafóricas de Adonis sobre el ring, un intento de correrse del estilo previo.

El resultado es una película correcta aunque algo insegura a la hora del desenlace, pero ante la que imposible sentir que le falta algo. El mayor desafío de la tercera entrega de Creed era suplir el peso simbólico y creativo de Stallone. Difícil lograrlo sin siquiera tener los huevos para nombrarlo. En todos los complejos de la ciudad.

 

 

“Close”

Leo y Remi (Eden Dambrine y Gustav De Waele, ambos debutantes absolutos) son a sus 13 años mejores amigos en el contexto del primer año del colegio secundario. La relación es tan íntima, tan cercana, tan intensa, que muchos se burlan, los acusan de gays y les hacen bullying. Se quedan a dormir en la casa del otro, comparten largos paseos en bicicleta por idílicos parajes y se acompañan en la vida cotidiana.

Hasta que, de manera casi inevitable y natural, se van generando diferencias, desconexiones, celos, envidias, decepciones, búsquedas individuales (Leo, por ejemplo, incursiona en el hockey sobre hielo). No conviene anticipar nada más porque Close es de esas películas a las que un inoportuno spoiler puede limitarle buena parte del disfrute (y la complejidad) de la experiencia que propone.

Más allá de algunas decisiones de guion bastante drásticas (que ya aparecían también en Girl), Dhont expone una capacidad de observación, una sutileza, una delicadeza, una ductilidad para manejar múltiples aristas y matices que lo convierten en un cineasta singular. Aquí, en deteminado momento el conflicto pasa por las contradicciones generacionales, las diferentes formas en que adultos y adolescentes procesan situaciones extremas y dolorosas.

Sencilla en apariencia, noble en su propuesta, profunda en la indagación de la psicología de sus personajes, Close -que tiene algunos puntos de contacto con Un monde / Playground, de la también belga Laura Wandel, vista en Cannes 2021 -se acerca a los prejuicios homofóbicos desde el desprejuicio, a los condicionamientos sociales y las imposiciones heteronormativas desde una apuesta liberadora. Un muy buen segundo trabajo para este director que recién tiene 31 años. En los Cines del Centro.

 

 

“Madre ven”

En su 80 cumpleaños, Tato encuentra unas viejas fotografías de una peregrinación mariana. Este hallazgo reavivará sus recuerdos y provocará un vuelco en la complicada situación de su familia. “Madre Ven” fue un evento sin precedentes en España. En plena pospandemia de COVID-19, una imagen de María Inmaculada recorrió 10.800 kilómetros durante seis meses a lo largo de gran parte del país. Miles de personas acompañaron a la Virgen y muchos afirman que sintieron su presencia real, ofreciéndoles luz y esperanza en momentos difíciles. En el Hoyts.

 

 

“Desconectada”

La nueva película de Will Merrick y Nick Johnson, llega a las salas con una historia que combina misterio, una desaparición, y una crítica hacia las redes sociales.

La producción es de Sony y tiene a Storm Reid, Joaquim de Almeida, Ken Leung, Amy Landecker, Daniel Henney y Nia Long en el elenco.

En esta ocasión, el film cuenta la historia de June, una joven que entra en desesperación cuando su madre desaparece en medio de unas vacaciones con su pareja. Al estar lejos, y con la burocracia internacional complicando las cosas, la protagonista usa la tecnología para poder encontrar las pistas que la lleven de vuelta a su madre.

“Pero a medida que profundiza, su investigación digital plantea más preguntas que respuestas, y cuando June desvela secretos sobre su madre, descubre que en realidad nunca la conoció”, plantea la sinopsis oficial.

No es la primera vez que los dos directores de Desconectada producen una historia que tiene a la tecnología y a las redes sociales como uno de los papeles principales. En 2018, la dupla lanzó Searching, otro film de suspenso y misterio sobre un padre que usa su computadora para encontrar a su hija desaparecida.

“Algo que noté enseguida, cuando dirigí esa película, fue que, cada día, aparecía una nueva página o una nueva aplicación que permitía a la gente conectarse de una manera novedosa. Caímos en la cuenta de que, siempre y cuando la tecnología evolucione día tras día, a nuestras posibilidades narrativas les ocurrirá lo mismo. El concepto se ha desarrollado, hay más adrenalina, la experiencia es mucho más fresca y veloz esta vez”, explicó uno de los directores.

“Todo está en nuestros teléfonos. Toda la información está a un clic de distancia. La posibilidad de experimentar una película en la que podemos implementar todas estas plataformas populares a fin de resolver un misterio constituye una combinación verdaderamente mágica”, afirmó, por su parte, Storm Reid, la protagonista de la historia que saltó a la fama por su papel en 12 años de esclavitud. En Cinépolis, Hoyts, Showcase y Monumental.

 

 

“La maldición de la novia”

Las películas de “un solo nombre” suelen ser un arma de doble filo. Porque si bien el responsable puede desarrollar todo su imaginario y así lograr exactamente lo que quiere, cuando la imaginación es de tiro corto ocurren despropósitos como el que nos ocupa. El italiano Francesco Picone se desdobló en productor, director, guionista, actor, y editor de esta película de terror, y fracasó en casi todos los aspectos. Y eso que se trata de la adaptación de un corto que el mismo director filmó en 2016.

La historia de La maldición de la novia sigue a un matrimonio y su bebé recién nacido que se mudan a la casa del padre de ella, quien se suicidó poco tiempo antes. Al menos es lo que ellos creen, porque el espectador sabe gracias a la primera escena, que en realidad la muerte del hombre fue producto de un espíritu vengativo que deambula por el lugar, y que a partir de su llegada irá por ellos también.

Es cierto, la historia no es un prodigio de originalidad, pero hay cosas peores. Como que hasta la mitad de la película no haya ni rastros ni explicación alguna sobre la novia del título. O que muchos diálogos sean filmados con los actores de espalda o fuera de cuadro. ¿Por qué? Probablemente porque al ser un film italiano pero hablado en inglés, parte del elenco no fuera muy ducho con el idioma, teniendo que ser doblado. No mostrar sus caras era una forma de disimular el recurso… que no funcionó.

Posesiones, un exorcismo, algo de claustrofobia, un par de sustos y viajes fuera del plano astral. En otras palabras: una acumulación de ideas remanidas que mucho abarcan, pero poco aprietan. En Cinépolis, Hoyts, Showcase y Monumental

 

 

“Como complacer a una mujer”

Gina está frustrada, acaba de perder su trabajo y vive un matrimonio sin pasión. Un día se le ocurre la genial idea de convertir a un equipo de hombres de mudanza en limpiadores de casas que también ofrecerán favores sexuales a sus clientas. Una película en tono de comedia que habla y profundiza sobre la sexualidad femenina en la madurez sin ningún tipo de tabú. En Del Centro, Showcase.

 

 

Fuente: Otros Cines, Diego Batlle, Ezequiel Boetti, Filmafinitty, La Nación.

Comentarios

5