
En el cuarto día de audiencias del juicio en los Tribunales Federales a la banda narco presuntamente liderada desde la cárcel por el peruano Julio Rodríguez Granthon, fueron surgiendo nuevos elementos para comprender la trama, con la declaración de agentes de la Policía Federal que participaron de la investigación. Uno de ellos contó que la cocaína que se cree era distribuida desde la ciudad hacia otras localidades santafesinas salía en cajas de pizza o de zapatos, que se guardaban durante unos días en departamentos de alquiler temporario en el centro de Rosario.
El pasamanos incluía un paso previo y otro posterior. Al allanar en octubre de 2021 se encontró una cocina de droga con precursores químicos y también se llegó a dos oficinas en las que la banda cambiaba por dólares los pesos que venían los búnkeres: una en Ovidio Lagos al 400 y la otra en España al 800. El encargado en la primera dirección, el ex rugbier Marcos Díaz, está prófugo de la justicia desde el día de los allanamientos. El otro domicilio mencionado en la causa está relacionado con el financista Gustavo Shanahan, que permanece detenido hace dos años y ahora está enfrentando el juicio con un arresto domiciliario.
“Bruno Ayala, Alexis Manzo y Néstor Ciotti repartían la droga en varios departamentos de Rosario y después se encargaban de llevar el dinero a la calle Ovidio Lagos. También detectamos una cocina en calle Espinoza al 6200. La droga se distribuía desde Rosario en cajas de pizza o de zapatos, en el ingreso de departamentos temporarios”, relató Lucio Lavena, investigador policial que participó de varios seguimientos y declaró este martes.
El esquema que describió la investigación encontró domicilios céntricos desde los cuales salía la cocaína, se cree que con destino hacia otras localidades: uno en Corrientes y San Luis, otro en Maipú al 2000 y uno más en Alvear al 800. Además, existía un bunker en Villa Banana, en la zona oeste de Rosario, en Valparaíso al 2700. Ese domicilio fue el primero que había llegado en la denuncia del informante reservado a la justicia y hasta allí llegaban en forma permanente vehículos de alta gama que eran parte de la logística.

Bolsos con plata y balaceras a la policía
El juicio comenzó la semana pasada, en el Tribunal Oral Federal N° 2 de Rosario. Y tras cuatro jornadas, continuará el próximo martes 21 de noviembre. A la causa la instruyó la Fiscalía Federal N° 1, de Adriana Saccone, en coordinación con Diego Iglesias y Matías Scilabra, de la PROCUNAR. En el juicio, la acusación está a cargo del fiscal Federico Reynares Solari.
El primero en declarar fue el comisario Alejandro Falcon, comisario investigador de la PFA. Relató el seguimiento que hicieron a Marcos Díaz hasta Buenos Aires. La sospecha era que allí conseguía dólares a mejor precio que en el mercado local. “Vimos que entró a un edificio en Puerto Madero y después al regresar a Rosario fue a la oficina de calle España. Ahí subió hasta el piso 6 con una mujer y salió al rato con dos bolsos y una mochila. Al bajar, también estaba Shanahan con él. Les notamos un trato muy amigable, de confianza, casi como el de un padre a un hijo”, dijo.

Enseguida amplió sobre la escena: “Era llamativa la postura de Díaz con los bolsos, encorvado como si estuviera llevando algo pesado. Él es grandote. Tenía dos bolsos y una mochila. Fue después de las ocho de la noche”.
Cuando un mes después se hicieron los allanamientos, en esa oficina de calle España se encontraron bolsos con más de 30 millones de pesos en billetes usados. Para la Fiscalía, era dinero que provenía de los búnkeres de Granthon.
Pocos días después de haber captado esos movimientos en la financiera, la causa se precipitó porque hubo dos ataques a balazos a los agentes que estaban de civil en Villa Banana observando el movimiento de calle Valparaíso. En la segunda balacera, de milagro no murió el policía atacado, que estaba en moto.

Hoy en su declaración, el testigo policial dio nombres de quienes le dispararon: “En la primera ocasión, Manzo manejaba la moto que nos siguió. En el segundo disparó Facundo Pérez”.
El autor de esa segunda balacera a los agentes de inteligencia de la Federal, mano derecha de Granthon, iba a caer recién este año. En julio de 2023, la PFA lo detuvo en Ciudad de Buenos Aires, después de haber conseguido evadirse en aquel operativo de fines de 2021 que dio con el resto de la banda.
Manaos, Sprite y una abogada ingenua
En la cuarta jornada del juicio, la letrada que defiende al peruano Granthon volvió a dar la nota. Por un lado, con los insistentes pedidos a los testigos que hicieron la investigación para que cuenten quién brindó el primer dato que abrió la causa, esa persona de identidad reservada que denunció el búnker de Villa Banana.
Por otro lado, con la pregunta que volvía sobre las marcas de gaseosa. Cómo ya había hecho el lunes, la doctora Barbitti puso en duda que los diálogos telefónicos en los que su defendido decía que había que bajar una determinada cantidad de Manaos y otra tanta de Sprite se estuviera hablando de droga. “Es habitual que pase así, tengo veinte años en investigación de narcotráfico. En los mensajes, siempre los investigados hablan en código para referirse a la policía, a las armas o la droga”, tuvo que repetir el comisario Falcón.
Los propios jueces debieron intervenir varias veces, ante los planteos de la abogada, que decía no entender razonamientos o explicaciones simples de los testigos. “Pareciera que quiere entorpecer el desarrollo de la audiencia”, se quejó el fiscal.
Barbitta sostuvo que siguiendo la audiencia por zoom había cosas que se perdían. El Tribunal compuesto por Osvaldo Facciano, Mario Gambacorta y Eugenio Martínez, que ya la había reprochado varias veces, volvió a intervenir. Y uno magistrados le dijo: “Doctora, usted está invitada a estar acá como sus colegas y eligió no venir”. La abogada de Granthon desafió: “Hasta que no trasladen a mi cliente, yo ahí no voy a ir”. Enseguida llegó la respuesta del juez: “Entonces no se queje del zoom”.
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