
Los centros de votación abrieron a las 8 de la mañana de este domingo en Bolivia, donde más de 7,5 millones de electores definirán a sus legisladores y la fórmula presidencial que gobernará desde noviembre próximo y hasta 2030, después de 20 años de liderazgo del Movimiento al Socialismo (MAS). El pueblo elegirá así al sucesor de Luis Arce en un país sumido en una crisis y un abismo del que se espera que surja vencedor un gobernante conservador, aunque no se descarta el primer ballotage de la historia boliviana.
Además de presidente, se optará por 36 senadores y 130 diputados, en una jornada marcada por un profundo descontento social por el conflicto económico, lo que hizo avanzar la posibilidad de un giro político a la derecha tras dos décadas de gobiernos de izquierda. En este contexto, el exmandatario Evo Morales llamó a abstenerse en la elección.
El país andino -que en la última década vivió un auge por las materias primas- enfrenta en la actualidad una severa escasez de dólares, además de falta de combustible y una inflación del 25%, un contexto que impacta de lleno en el humor social.
De acuerdo a los sondeos divulgados, es probable que haya una segunda vuelta electoral, que se llevaría a cabo en octubre, y que el MAS quede relegado en los comicios. Las encuestas anticipan así un escenario inédito para la política boliviana, con el partido oficialista muy lejos de sus resultados históricamente obtenidos y con la oposición de derecha perfilándose para competir en un balotaje.
El último recuento previo a la asistencia a las urnas de AtlasIntel ubicaba al expresidente conservador Jorge Quiroga a la cabeza, con un 22,3% de intención de voto, mientras que en segunda posición lo sigue el candidato de centroderecha Samuel Doria Medina, con un 18%.
Por su parte, el MAS se presenta muy dividido y cuarto en las pesquisas de opinión: Andrónico Rodríguez figura con apenas un 11,4%, incluso por detrás de los votos en blanco y nulos. “Debemos demostrar una vez más unidad”, señaló Arce a pesar de la derrota casi segura del oficialismo, mientras celebró que Bolivia viva un “tránsito democrático“.
De concretarse los resultados previstos, esta sería la primera vez en 20 años que el MAS no supera el 50% en primera vuelta, marcando un punto de inflexión, ya que no hay precedentes de que los bolivianos definan una elección presidencial en segunda vuelta.
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