La Unión Cívica Radical (UCR) presentó un proyecto en la Cámara de Diputados para legalizar la eutanasia en Argentina, tomando como antecedente la reciente aprobación de la ley en Uruguay. Para entender el proceso, Florencia Salgueiro, referente de la Fundación Empatía Uruguay, una de las organizaciones que apoyó la sanción de la normativa en el país vecino, dialogó con Nacho Russo en Antes de Todo por Radio Boing.
“La ley de eutanasia se aprobó el 15 de octubre de este año, así que tiene menos de un mes de aprobada”, explicó Salgueiro. La discusión en Uruguay fue larga: comenzó en 2020 y, tras trabarse en el Senado en un primer periodo legislativo, se logró la sanción final con mayorías amplias (casi dos tercios de los legisladores en ambas cámaras) en el nuevo periodo de 2024. Actualmente, solo falta el decreto reglamentario para que la ley pueda ser aplicada en detalle.
El contenido de la ley uruguaya establece que una persona adulta puede solicitar la eutanasia si cumple con las siguientes condiciones: Padecer una enfermedad incurable e irreversible. Esa enfermedad debe generar sufrimientos insoportables. El cuadro debe estar en una etapa terminal o deteriorar la calidad de vida de manera absoluta. La persona debe estar psíquicamente apta para decidir. “No estamos hablando de hordas de personas solicitando la eutanasia ni mucho menos”, aclaró Salgueiro al citar cifras. En Países Bajos, un modelo en la aplicación de la ley desde 2002, se reportaron cerca de 3.000 casos anuales para una población similar a la de Argentina. En Galicia, España, hubo 77 casos en los primeros dos años de aplicación con una población comparable a la de Uruguay.
La referente de la Fundación Empatía Uruguay destacó a Países Bajos (Holanda) como el modelo a seguir, ya que publican informes anuales detallados sobre la aplicación de la ley desde hace más de dos décadas. Otros países donde la eutanasia es legal son Bélgica, Luxemburgo y España. En Colombia está despenalizada por una sentencia de la Corte Constitucional, aunque no existe una ley.
Sobre la oposición al proyecto en Uruguay, Salgueiro identificó tres grupos: quienes discuten la suficiencia de las garantías del proceso (que pide dos médicos, un periodo de espera y testigos); quienes tienen objeciones religiosas; y quienes se oponen por completo.
Sin embargo, aclaró que la postura de las autoridades eclesiásticas no representa a todos los creyentes: una encuesta en Uruguay mostró que el 83% de las personas católicas eran favorables a la legalización de la eutanasia. Salgueiro confesó que su involucramiento con la campaña fue personal, luego de acompañar a su padre en la enfermedad y en la muerte. Su padre padecía Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa e incurable.
“Él ya sabía qué era lo que la medicina tenía para ofrecer y ya sabía que no había escapatoria… Dijo: ‘Yo me quiero morir, hasta acá llegué. Lo que estoy viviendo no es vida, es sufrimiento'”, relató Salgueiro. Su padre solicitó a los médicos adelantar su muerte, pero le dijeron que en Uruguay era ilegal. “Alargar innecesariamente ese sufrimiento, en contra de la voluntad de mi padre, cuando la situación era tan desesperada… fue muy frustrante para toda la familia esa impotencia. Yo me la voy a llevar conmigo para siempre”, afirmó.
Aunque la fundación no tuvo contacto directo con los legisladores argentinos de la UCR (cuyo proyecto fue impulsado originalmente en Uruguay por un partido ideológicamente similar), Salgueiro deseó que puedan poner su experiencia al servicio de la ley en Argentina.
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