La estética de cuerpos esbeltos y en forma, rostros perfectos, peinados impecables y prendas de cortes simples, telas fluidas y colores neutros lidera la narrativa que lejos de ser inocente, determina solapadamente cuáles son los requisitos para que el mundo se rinda a tus pies (o al menos eso creas).
Cuando Ozempic revolucionó el mercado del descenso de peso, se lo analizaba estrictamente como un fenómeno comercial de acceso privilegiado para presupuestos abultados. Quizás hasta con una mirada ingenua que reservaba su empleo a la excentricidad de ricos y famosos.
…El algoritmo, ese programador invisible de gustos y moldeador serial de culturas muestra rutinas de cuerpos perfectos…
De pronto, el regreso de la estética Y2k y los “2000” que tuvo su punto álgido y definitivamente consagratorio con el desfile de la otrora cancelada marca de ropa interior Victoria’s Secret puso en agenda una moda que parecía sepultada; la extrema delgadez se re instalaba silenciosamente mediante su -hoy- herramienta más eficaz: las redes sociales.
De pronto, el algoritmo, ese programador invisible de gustos y moldeador serial de culturas muestra rutinas de cuerpos perfectos, programas de alimentación saludable y sujetos exitosos con un denominador común, la hegemonía estética reflejada en la delgadez.
El talle cero o XS volvió al ruedo. No como parte necesaria de la curva de talles que debe cubrir tantas morfologías y cuerpos como individualidades existentes haya, sino como aspiración y elemento esencial del éxito.
Hace algunas semanas se estrenó la serie “All’s Fair”, la nueva ficción del director Ryan Murphy protagonizada por Kim Kardashian, en la que se retrata las aventuras y desafíos de un buffete de abogadas que asesoran mujeres en sus divorcios frente a maridos millonarios y despiadados. La crítica es diversa (más mala que buena, para ser honesta) pero todos coinciden en que el grupo de mujeres es extremadamente delgado, y llama mucho la atención por cuanto su protagonista fue siempre un estandarte del “body positive” y la aceptación de las curvas como símbolo de femineidad y poder.
…Mientras armar un carrito de comida saludable sea sustancialmente más costoso que armar uno de comida chatarra, la discusión del peso seguirá siendo una cuestión de clase…
De pronto, ser flaco (y hasta muy flaco) se asocia a un temperamento disciplinado, dotado de autocontrol y altas dosis de determinación. Contrariamente, ser (o estar) gordo se interpreta como un síntoma de pereza y ausencia de voluntad. Mientras que el primero te puede llevar al éxito, el segundo te condenará indefectiblemente al fracaso.
Advertir esta tendencia no implica aceptarla ni rechazarla, sino simplemente ser capaces de estar atentos y, eventualmente, poner en ejercicio nuestra autodeterminación y discernimiento para introducir al debate que mientras armar un carrito de comida saludable sea sustancialmente más costoso que armar uno de comida chatarra, la discusión del peso seguirá siendo una cuestión de clase.
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