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Jennifer López y Maluma, animación, terror mexicano, una de Branagh, y una argentina renuevan la cartelera

Las dos megaestrellas latinas con “Cásate Conmigo”, una animada sobre una chica que quiere ser bombero, “El exorcismo de Dios” de Alejandro Hidalgo, Kenneth Branagh retoma Agatha Cristhie con Gal Gadot y Armie Hammer, y Leonardo Sbaraglia protagoniza la segunda peli de Leonardo Brzezicki. Todas llegan a renovar las carteleras de cine de la ciudad y acá te dejamos una selección de reviews para que elijas que ir a ver.

“Cásate conmigo”

Jennifer Lopez y Maluma protagonizarán 'Cásate conmigo' | Europa FM

Si el amor a primera vista existe -y juro que sí-, Kate Valdez (Jennifer Lopez) y Charlie (Owen Wilson) deberían darse cuenta de inmediato que se aman, y quieren estar el uno con el otro para siempre.

OK, las circunstancias en las que la superestrella de la música (Kate, no Jennifer) cruza sus ojos almendra con los azules de Charlie son particulares. No solamente porque están a varios metros, ella sobre un escenario, y él, en la platea, sosteniendo un cartel que dice “Cásate conmigo”, pero que le dieron de prepo, y no lo escribió él. Kate iba a casarse en ese mismo concierto (“Marry Me” era el título del show) en el Madison Square Garden en Nueva York con otra estrella del pop, Bastian (el colombiano Maluma), pero justo, justo ¿eh?, cuando está por aceptar, un video viral de su novio besándose con una asistente hace desistir a Kate, que elige a cualquiera del público.

Bueno, a cualquiera, no. A Charlie que como ya dijimos es Owen Wilson. Cásate conmigo es una comedia romántica un poco boba, que casi siempre transcurre en las esferas acomodadas de gente rica, como el personaje que interpreta Jennifer Lopez, no tanto el de Owen Wilson. La situación, que puede ser tildada de absurda, de disparatada, de ridícula y de todos los adjetivos que se les ocurran, da pie a pasos de comedia ya recontra transitados. Pero es la famosa química entre los protagonistas lo que hace que las casi dos horas se pasen, si no rápida, llevaderamente.

Sí, puede verse o entenderse como una crítica al modo de vida de la clase alta o más pudiente estadounidense. O a la locura que desata el fanatismo -ser fan siempre termina en excesos fuera de cualquier lógica-. O puede no verse nada de todo esto y seguir a los protagonistas como si fuera una comedia, que es lo que es. Los personajes satélites de Kate y Charlie (el de Bastian es bastante esquemático, el del arquetípico mujeriego, y no porque lo interprete el astro colombiano) están allí para levantar la puntería cuando los chistes entre las estrellas aflojan. De un lado está Colin, el representante de Kate, interpretado por John Bradley (Samwell Tarly en Game of Thrones, la semana pasada estrenó Moonfall), y del otro, Lou, la hija de Charlie, que encarna Chloe Coleman, la niña de Grandes espías y a quien veremos próximamente en Calabozos y dragones Avatar 2. Todo sigue más o menos como en la novela gráfica en la que se basa. Y si funciona la idea, tal vez en un par de años veamos la secuela. O no. Se ve en todos los complejos de cines.

“Errante corazón”

Errante corazón: Leonardo Sbaraglia, Miranda de la Serna y el desafío de hablar de heridas, vínculos y desencuentros familiares - LA NACION

“Todos estamos tratando de entendernos todo el tiempo”, dice Santi (Leonardo Sbaraglia) cuando promedia el desarrollo de Errante corazón, la segunda película del director Leonardo Brzezicki, que con perfil bajísimo llegó el año pasado a la plataforma HBO Max y desde este jueves puede verse también en el Arteón. El problema para Santi es que no parece saber muy bien qué quiere ni mucho menos entiende por qué hace lo que hace. Sí puede suponerse que todo empezó cuando su exmujer se fue para adoptar una vida errante, dejándolo al cuidado de una hija hoy adolescente (Miranda de la Serna, hija de Rodrigo y Érica Rivas) con la que tiene una relación tensa: por momentos no se sabe quién debe hacerse cargo de quién, cuál de los dos necesita más cuidados. La rutina de Santi es una sucesión de escenas de autodestrucción física y emocional, de batallar con lo que tenga a mano contra los efectos de la soledad y una crisis que lo tiene, como dice varias veces, al borde del abismo.

Todos y todas, en realidad, hacen en algún momento una referencia al vacío en el que se encuentran, subrayando que en esta película el malestar existencial es una cuestión expandida como una mancha de petróleo en el océano. El origen de ese derrame es Santi, a quien durante los primeros minutos se lo ve en una partuza homosexual en una casa llena de hombres desnudos, librados a los placeres de la carne sin ningún tipo de tapujos.

La cámara se introduce en ese caos de pieles y fluidos con pulso nervioso, pasional, dejándose sorprender y llevar con la misma intensidad que Santi. Una escena por momentos caótica, acorde a un mundo interno que se resquebraja. Y que durante el resto del metraje deberá encontrar un rumbo, un sentido a todo lo que hace. La búsqueda lo lleva a la casa de las afueras de la ciudad donde vive su ex (Alberto Ajaka). Un ex que no quiere saber nada con continuar la relación. Ese día culmina con una (otra) noche de reviente, con cocaína y piletazos sin ropa, todo ante la atenta mirada de la madre. Santi no se entiende, pero sabe que está tocando fondo. Y que tiene que hacer algo al respecto. Hay en Sbaraglia un aura crepuscular, un manto doliente y frágil que recuerda al de su personaje en Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar. Como ocurría allí con Antonio Banderas, Santi se siente un mal tipo, aunque esté lejos de serlo. Porque Brzezicki le depara un trato cariñoso, escrutando su intimidad, por un lado, a través de pequeños gestos y actitudes, de sus ojos casi siempre al borde de un llanto contenido, que quiere salir y no puede. Por otro, mediante una banda sonora que con sus pianos y violines omnipresentes puntea los distintos estadios emocionales.

Un viaje a Brasil para acompañar a su hija a encontrarse con su ex –tan rota, esquiva e impredecible como él– asoma como el principio de un nuevo comienzo. Coproducción entre ese país, la Argentina, Chile, Países Bajos y España, Errante corazón le reserva a Santi un desenlace piadoso y respetuoso de su voluntad de renacimiento. La película, entonces, como un recorrido en cuya meta está la posibilidad concreta de encontrar, por fin, la armonía consigo mismo. Se ve en el Cine Arteón.

“Corazón de fuego”

Lanzamiento de afiche y tráiler de “Corazón de Fuego” – Ernesto Jerardo

Muchos chicos sienten una sincera fascinación por los bomberos, sus imponentes vehículos, la magia de los cuarteles y sus uniformes. Desde la percepción de los más pequeños, ahí se esconde un halo de aventura que les resulta atrapante. Y esa es la mirada que retrata Corazón de fuego, la de un mundo de grandes peligros, centrado en una joven atravesada por el amor a ese oficio. Ambientada en la Nueva York de comienzos del siglo XX, Georgia es hija de Shawn, un bombero retirado famoso por salvar innumerables vidas y combatir enormes fuegos. La admiración hacia su padre la llevó a desarrollar un sincero amor por ese trabajo.

Sin embargo, en los años veinte ese no era un oficio que admitiera mujeres, y la protagonista debe resignar su sueño y su vocación. Pero cuando su padre es nuevamente convocado al cuartel para detener a un peligroso pirómano, Georgia decide que también es su momento, entonces decide hacerse pasar por hombre y comenzar su carrera como bombero. Corazón de fuego no busca romper estructuras ni desarrollar una historia de mil vueltas; por el contrario, se trata de un film respetuoso de las convenciones del género, pero que triunfa en la cuidada construcción de su joven heroína. La película pone el acento en la tenacidad de Georgia, su apetito por la aventura y el profundo vínculo con su padre. De esa forma, la trama avanza de manera segura, y apoyándose en una carismática protagonista, que sin problemas sostiene sobre sus hombros el peso de la historia. Se ve en todos los complejos.

“El exorcismo de Dios”

El exorcismo de Dios se estrenará en más de 100 países

En El exorcismo de Dios, peli de drama y horror, co escrita y dirigida por Alejandro Hidalgo (La casa del fin de los tiempos), el padre Peter Williams, un sacerdote norteamericano viviendo en México, decide desafiar las ordenes de la cima y realiza un exorcismo de una mujer con evidencias de posesión satánica. Pero el demonio que ocupa a la mujer conoce muy bien al clérigo y logra seducirlo, utilizando el cuerpo de la joven, provocando una tragedia. Dieciocho años después, una serie de niños empiezan a morir y sus pobladores no dudan en buscar a Williams, convencidos que se trata de la obra del demonio. A pesar de que el sacerdote es visto como un santo entre la población, lo sucedido con la mujer, años atrás, es algo que lo ha perseguido y que, con los sucesos en contra de los niños pequeños, parece haberlo alcanzado. Seguro de que los horrores han sido provocados por sus errores, el padre emprende una batalla épica entre el bien y el mal, sabedor que tiene pocas esperanzas para una redención. En todas las salas de la ciudad.

Muerte en el Nilo

Kuwait prohibió la película “Muerte en el Nilo” porque está protagonizada por la actriz israelí Gal Gadot - Infobae

Quién no quisiera tener como amigo a Hércules Poirot, el detective deductivo, sagaz y seguramente con buen aliento que creó Agatha Christie. En esta Muerte en el NiloKenneth Branagh, el director y también protagonista del filme, se permite explicarnos el por qué, sino el origen, de sus famosos bigotes puntiagudos.

Ya sabíamos que Poirot era un obsesivo y que lo pierden los dulces. Todo eso está aquí. Pero de lo que muchos querrán hablar es de la presencia del personaje que interpreta Armie Hammer, acusado de abusos sexuales por varias mujeres.

No Simon Doyle, sino Armie Hammer, el actor de Llámame por tu nombre y El Llanero solitario. Se rumoreaba que iban a cortar bastante de su parte, por las denuncias, y hasta se pensó en volver a rodar su parte. Nada de eso sucedió.

Bueno, igual Simon es un tipo que hoy está con una mujer (Jacqueline de Bellefort, en la piel de la brillante Emma Mackey) y al otro día se casa con la millonaria Linnet Ridgeway (Gal Gadot).

Es que el elenco, claro, es multitudinario, porque cada uno de los tripulantes del barco que recorrerá el río del título por Egipto puede ser el asesino. ¿De quién? Bueno, no vamos a spoilear ni siquiera eso. Para quienes no estén familiarizados con la trama de la novela de 1937, o no hayan visto alguna de las varias adaptaciones anteriores -en cine, la de John Guillermin en 1978, con Peter Ustinov como Poirot-, casi todo transcurre en un barco a vapor con las pirámides de Giza de fondo, en el que la luna de miel de Simon y Linnet se va salvajemente interrumpida por la muerte del título. Por suerte abordo viajaba el detective belga, que mete tantos chistes como el guion de Michael Green se lo permite.

Y tal vez haya que buscar por el lado del guion, la columna vertebral de la película. Obvio que el libro de Agatha Christie, con tantos sospechosos como le gustaba a la Dama del misterio, es suficiente base para no pifiarla. Michael Green fue candidato al Oscar por el libreto de Logan -fue la primera película que sale de Marvel en lograrlo- y también redactó los de Blade Runner 2049, Jungle Cruise y… Linterna verde (digámoslo todo), y vuelve a trabajar con Kenneth Branagh, porque el guion de Asesinato en el Expreso de Oriente también había sido adaptación suya.

Entonces allí, a bordo, tenemos además de los nombrados a Annette Bening, a Tom Bateman como Bouc, el amigo joven de Poirot que ya estaba al lado de Branagh en Asesinato en el Expreso de Oriente, Sophie Okonedo, Letitia Wright, Ali Fazal, Dawn French, Rose Leslie, Jennifer Saunders y si llegan a reconocer a Russell Brand como el doctor Bessner, me avisan.

El complot, tanto aquí como en Asesinato…, está bien aceitado. Y los manierismos de Poirot son toda una delicia. Compro más a Branagh como el protagonista que como el director, porque la película se deja ver, sí, las dos horas y minutos pasan volando. Pero cada vez que la cámara gira y descubre a Poirot, es, sí, para frotarse las manos. Por lo menos por un rato.

En todas las salas.

Fuente: La Nación, Clarín, Pablo Scholz, SensaCine, Página 12.

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