La asunción de los 127 diputados electos en octubre estuvo lejos de ser un trámite protocolar. En una sesión que por momentos tomó el tono de una cancha de fútbol, el Congreso fue escenario de gritos, cantos, abucheos e intercambios cargados de tensión política, bajo la mirada del presidente Javier Milei, presente en el recinto.
Uno de los momentos más fuertes ocurrió cuando la diputada de Unión por la Patria María Elena “Marita” Velázquez lanzó un cruce directo contra la libertaria Lilia Lemoine, luego de jurar “en representación” de Guillermo Moreno y proclamarse “orgullosamente peronista”.
“¿Vos me vas a venir a callar? Yo no me voy a callar, pero ¿quién te creés que sos?”, le gritó Velázquez ante la sorpresa general.
Lemoine había protagonizado un episodio previo: durante la jura de Nicolás del Caño, quien dedicó su promesa “a las niñas y niños masacrados en Gaza” y a diversos colectivos sociales, el diputado del Frente de Izquierda le devolvió un gesto provocador: “¡Tomá! ¡Tomá!”.
La tensión continuó con la jura de Myriam Bregman, también del FIT, quien lo hizo “por los que no se callan a pesar de los abucheos y las represoras” y exigió: “Fuera yankees de Venezuela y de América Latina”. En dirección a Lemoine, reclamó: “Que esta señora se calle la boca”.
Por su parte, legisladoras de Unión por la Patria aprovecharon su turno para expresar apoyo a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Teresa García juró “por la libertad de Cristina”, mientras que Vanesa Siley lo hizo “por su inocencia”, en medio de silbidos desde las bancas libertarias.
La sesión también tuvo un momento particularmente incómodo cuando un legislador opositor le gritó “viejo asesino” a Jorge Taiana, generando un nuevo foco de conflicto.
Incluso fuera del eje político, el clima tenso se trasladó a los micrófonos. El radical Gerardo Cipolini, encargado de presidir la sesión, quedó expuesto cuando su micrófono abierto registró comentarios inapropiados sobre una diputada presente en el recinto: “¿Quién es Rosario Goitia? Che, qué buena que está”, se escuchó en la transmisión oficial.
La ceremonia, que debería marcar el inicio formal de una nueva etapa legislativa, terminó convertida en un reflejo del momento político del país: polarización, tensiones abiertas y un Congreso donde la confrontación se impuso sobre la formalidad.
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