Florencia González, 37 años y madre de dos hijos, fue ejecutada el último sábado por la noche en la esquina de su casa del barrio Empalme Graneros, en la zona oeste de Rosario. Apenas se conoció la noticia de su muerte, las redes sociales se inundaron de mensajes de dolor de parte de familiares, amigos y vecinos que la recordaron como “peluquera, laburante, cariñosa y buena gente”. Enfrente de la vivienda de la víctima, coinciden todos los vecinos, funcionaba hace varios años un búnker o aguantadero, hacia donde apuntan ahora las pesquisas.
La investigación del caso está a cargo del fiscal Patricio Saldutti. Por el momento no hubo detenidos, pero sí se sabe que se trató de un ataque con un arma calibre 40, que terminó rápidamente con la vida de Florencia y que dejó herido a uno de sus hijos, adolescente de 16 años que permanece internado desde el sábado en el Hospital de Niños Víctor J. Villela, hasta donde lo llevó su padre en una ambulancia.
Las dos hipótesis que analiza inicialmente Saldutti tienen al búnker de la cuadra en el centro de la escena, aunque con diferentes rumbos para la causa: por un lado, se piensa que la balacera podría haber buscado terminar con la vida de la mujer a cargo del aguantadero y que eventualmente hayan confundido a Florencia con ella. Lo que ayuda a pensar en esta posibilidad es que el día anterior se había producido otro ataque, con balas del mismo calibre (cal. 40).
La otra línea de investigación habla de la denuncia que algún vecino habría hecho en el último tiempo contra el búnker de calle Cavour y Ottone en la Comisaría de Empalme -la 20, históricamente sospechada de connivencia con el narcomenudeo de la zona-. Esta presentación podría haber derivado en que los agentes de la seccional le pasen el dato a la dueña del aguantadero, que podría haber mandado a ejecutar la balacera contra la vecina de enfrente, Florencia.
Mientras el MPA intentan entender el caso y busca responsables, el hijo adolescente de Florencia se recupera en el Hospital y su otra hija, más chica, asistía este lunes con su papá al velorio en Santiago al 900. Una vecina que habló este lunes con Red Boing en la cuadra de los hechos, dijo: “Hace cincuenta años que vivo acá. Es un barrio de gente de trabajo. Pero desde que se instaló ahí el aguantadero a mitad de cuadra, es un desastre. A cualquier hora vienen y preguntan por Paola, la que vende droga. Hay tiros, motitos todo el tiempo. Y Flor justo vivía enfrente de ellos. Ojalá se haga justicia, porque no se merecía lo que le pasó. Ella era mamá y peluquera”.
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