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Todo Show

“La Noche Que Luché Contra Dios” y cuatro films más llegan este primer jueves de abril

Cinco películas, entre ellas la segunda ficción que tiene como centro el atentado a la AMIA, Toto Kirzner y Luciano Cáceres en “La noche que luché contra Dios”, 40 años después vuelve Damián con otra profecía, pero en precuela, cine catástrofe con “Tokyo Shaking”, otros dos episodios de “El elegido”, y Mark Whalberg con un perro en “Arthur, una amistad sin límites”, son los nuevos arribos a las salas de Rosario. Aquí como siempre una selección de reviews, para elegir que ir a ver al cine, porque el cine se ve en el cine.

“La noche que luché contra Dios”

Escrita y dirigida por Rodrigo Fernández Engler y basada en acontecimientos reales, La noche que luché contra Dios, cuenta las vivencias de un joven médico y un pastor separados por cuatro siglos. Luciano Cáceres, Tomás Kirzner y un elenco de calidad, se lucen en esta película argentina en la que se cuestionan temas trascendentes como el destino o la necesidad de justicia, bastante atípica dentro del panorama cinematográfico local.

Entre los últimos estrenos del cine nacional, esta bienvenida propuesta, ostenta ciertas particularidades. Por un lado, cuenta con reconocidos intérpretes que encabezan un sólido elenco mayoritariamente cordobés ya que, además del INCAA, cuenta con el apoyo del Polo Audiovisual Córdoba. Por otro, abreva en la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia, pero desde un ángulo diferente del habitual que une un hecho trágico de la Argentina con otro de la historia milenaria.

Con mucha ilusión, un aún novato médico, Benjamín Sheinberg (Tomás Kirzner) de 24 años, inicia su primer día como residente en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires. Vive junto a su abuelo, que sobrevivió a los campos de exterminio nazis y se instaló, en Argentina, donde pudo reconstruir su vida. El muchacho sueña con trabajar en el célebre Instituto Nacional de Medicina Forense Greenberg de Israel, porque lo apasiona esa especialidad.

Pero es la mañana del 18 de julio de 1994 y nuestro país sufre uno de los atentados más terribles cuando frente al edificio de la AMIA estalla un coche bomba, mueren 85 personas (a quienes está dedicado el filme) y hay centenares de heridos. Aturdido y sobrepasado por la situación, no reacciona como debiera, huye del nosocomio y, ya en su hogar, se entera que su abuelo es una de las víctimas fatales.

Profundamente afectado, abandona su vocación y viaja a Jerusalén con las cartas que durante cincuenta años el anciano intercambió con su amigo Rubén (Yair Dori), compañero de las terribles penurias padecidas durante la guerra. Allí, frente al imponente Muro de los Lamentos, conocerá a este hombre que lo impregnará de una sabiduría milenaria, basada, principalmente, en aceptar el destino que Dios tiene reservado a todas las personas.

La trama se traslada hacia el pasado donde un lozano Jacob (Luciano Cáceres), futuro patriarca del pueblo israelita confronta con su hermano Esaú (Andrés Irusta) porque es el que recibe los favores de su padre, Isaac (Marcelo Polakoff), a su vez único hijo de Abraham (Alberto Leiva), a quien Dios le pidió que lo sacrificara y luego lo detuvo. Con una artimaña de Rebeca (Virginia Garrone), la madre de ambos, engañan al progenitor y logra la bendición como primogénito, lo que le otorga mayores beneficios hereditarios.

Aunque no del todo explícito, este hecho bíblico tiene un correlato con la historia que transcurre en el presente, ya que comparten los ejes existenciales en la fundamental búsqueda de la identidad propia, el imperativo de hermanarse con el pasado, aunque sea muy doloroso, y nunca dejar de privilegiar la evocación personal y colectiva para, desde ahí, reclamar justicia.

Dirigida con mano firme y segura por el santafesino Rodrigo Fernández Engler (Soldado argentino solo conocido por Dios y Yo, traidor), la película es un ejemplo del tipo de producciones sanamente ambiciosas que el cine autóctono debería imitar. Contiene numerosas escenas, muy verosímiles, que recrean los parajes desérticos e inhóspitos del Asia Menor y el ambiente nómade de aquel pueblo, gracias al exacto diseño de arte de Carolina Vergara.

En un elenco de homogénea calidad, sobresalen la imponente presencia de Cáceres, y el expresivo rostro de Kirzner en los roles protagónicos. Asi como las sensibles intervenciones de Carolina Kopelioff, como la atribulada novia de Benjamín, Andrés Irusta en la piel del hermano capaz de perdonar, y Yair Dori como portavoz de la memoria antiquísima. También se destacan la elocuente fotografía de Diego Arroyo, y la sensible música de Ezequiel Bauza y David Majul Akiki.

Jorge Montiel.

En Hoys y Del Centro.

 

“Tokyo Shaking”

En su quinto largometraje, el realizador francés Olivier Peyon toma un clásico del cine catástrofe made in Hollywood para revisarlo y bajarlo a tierra. El terremoto que sacudió a buena parte de Japón el 11 de marzo de 2011 fue seguido de un destructor tsunami y, como si eso fuera poco, se generaron importantes daños en la central nuclear Fukushima I y II, abriendo la posibilidad de un desastre similar o peor al de Chernóbil en términos de fuga radioactiva. Esos acontecimientos, que ocuparon las pantallas de todo el mundo durante semanas, son el trasfondo del guion escrito por Peyon y Cyril Brody, pero sin la espectacularidad del film catastrófico al uso (las imágenes reales del maremoto son los suficientemente terroríficas para empardar cualquier imaginería digital). En Tokyo Shaking el punto de vista es el de una francesa en la capital nipona, una trabajadora de rango gerencial en un banco de origen europeo recientemente llegada, junto a sus dos hijos, desde otra posición similar en Hong Kong.

Alexandra (Karin Viard) es la típica empleada de una gran compañía acostumbrada a cambiar de país e incluso continente como condición indispensable para avanzar en la carrera, aunque ya durante las primeras escenas el pedido de su jefe de seguir recortando el staff la pone en una situación incómoda. “No vine acá a despedir gente”, le dice al director de la sucursal tokiota del banco, algo lógico teniendo en cuenta que su especialidad es la evaluación de créditos de riesgo y no la reducción de la nómina de empleados. Así, en medio de una conversación tirante con su asistente, un joven brillante de origen congolés a quien debe despedir, se produce el sismo, que comienza como uno más pero rápidamente sube de intensidad hasta hacerse brutal. Pasado el temblor, los llamados a los hijos para comprobar su entereza, y también al esposo, que quedó rezagado en tierras hongkonesas. Y entonces, una réplica y la llegada de las primeras imágenes del tsunami.

A partir de ese momento, el film de Peyon abandona cualquier atisbo de melodrama catastrófico para concentrarse en los diversos dilemas que atraviesan el cuerpo y la mente de Alexandra. El marido le pide que escape de Tokio junto a los hijos ante la posibilidad de un desastre radiactivo, al tiempo que su cínico jefe, interpretado con talente serpentino por Philippe Uchan, le echa en cara que el capitán nunca debe abandonar el barco. Ambiciones no le faltan a Tokyo Shaking, cuyo relato pone en tensión cuestiones como el enfrentamiento entre la profesión y la vida familiar, todavía más compleja cuando se trata de una mujer que además es madre, la subordinación a las reglas de juego empresariales versus la ética humana y el choque de prácticas culturales y de clase en la escalera social.

Mientras los mensajes de la embajada francesa intentan calmar a los expatriados con afirmaciones rotunda de que “todo está bien” (ese es el subtítulo original del film), la situación en el interior de las centrales nucleares parece ir de mal en peor, amenazando con una lluvia radiactiva.

Tokyo Shaking encuentra en su tercer acto un camino de posible reconciliación de extremos, apoyado en la presencia y prestancia actoral de Viard. Con la camisa arremangada y rodeada exclusivamente de empleados japoneses, Alexandra inicia un viaje de reconocimiento en el otro que, por primera vez en su carrera, le permite entrar en contacto real con el lugar, sus costumbres y los seres humanos que lo habitan, rompiendo con esa maldición que, en sus propias palabras, la acompañó durante muchos años. “Quise esta profesión para viajar y conocer lugares, pero estuve demasiado ocupada trabajando para poder hacerlo”. A veces hace falta una catástrofe o una tragedia para repensar el sentido de la vida.

Diego Brodersen.

Cines del Centro.

 

“El elegido”

Llegan a los cines los episodios 3 y 4 de la 4ª temporada de una serie bíblica popularísima: The Chosen (Los Elegidos). La ficción que humaniza a Jesucristo gana adeptos y adeptas en forma imparable y por eso se lanza directamente en las salas. ¿Cómo se explica el furor mundial y local por The Chosen?

Creada por Dallas Jenkins, The Chosen recrea la historia de Jesús y los eventos bíblicos con un enfoque humanista con el foco en quienes conocieron al considerado Hijo de Dios (representado por Jonathan Roumie). Ya los dos primeros episodios de la cuarta temporada se habían lanzado en cines el 22 de febrero, y el 4 de abril llegan los episodios tercero y cuarto.

Dice la sinopsis de la cuarta temporada de The Chosen: “En el contexto de la opresión romana en el Israel del siglo I, en medio de reinos en conflicto y gobernantes rivales, los enemigos de Jesús se acercan, mientras que sus seguidores luchan por mantenerse en pie, dejándolo solo”. Esta trama revalidó su furor, desde ya, en Semana Santa, y su acogida en cines es considerable en Argentina.

¿Y a nivel global? The Chosen inició como un cauteloso proyecto de crowdfunding (financiamiento colectivo vía Internet) y se volvió un hit a nivel planetario: supera los 200 millones de espectadores y abarca a más de 190 países. También se puede ver en The Chosen App -en forma gratuita están las temporadas previas-, en la web thechosen.es, y la primera temporada está disponible en Netflix.

Pero The Chosen (Los Elegidos) no triunfa porque sí. Su clave está en cómo refleja las transformaciones íntimas y personales de los discípulos de Jesús y en los personajes alrededor, creando un espesor histórico y bíblico de gran riqueza.

La cuarta temporada ubicará a todos “los elegidos” delante de desafíos mayores; se pondrán a prueba su fe y sus creencias, mientras los romanos se ponen cada vez más hostiles con las enseñanzas y los predicamentos de Jesús.

Así, en la cuarta temporada de The Chosen, y tras consumar el milagro de los panes y los peces, Jesús decide regresar a Belén -el lugar donde nació- ahora como toda una autoridad religiosa, pero también como un gran peligro para los romanos.

En esta nueva entrega se verá cómo aumenta la tensión desde Roma hacia la figura de Jesús y cómo se empieza a generar una campaña en su contra, mientras el Hijo de Dios continúa con sus milagros; entre ellos, la resurrección de Lázaro. ¿Podrá Jesús convencer a todos de su fe? ¿Le creerán o lo traicionarán? Se verá en los cines, en los episodios 3 y 4º de la cuarta temporada de The Chosen.

En Showcase, Cinépolis y Hoyts.

 

“La primera profecía”

Hace 48 años La profecía desembarcó en las salas cinematográficas de todo el mundo de la mano del director Richard Donner (Superman, Los Goonies, Arma Mortal) y los fanáticos del cine de terror la elevaron a la categoría de clásico.

La trama estaba centrada en el matrimonio entre el embajador de los Estados Unidos en Gran Bretaña, Robert Thorn (Gregory Peck), y su esposa Katherine (Lee Remick), quienes compartían la crianza de un niño llamado Damien, que no era otro que el Anticristo anunciado en las profecías bíblicas.

Aquel sensacional éxito, protagonizado por dos legendarias estrellas de Hollywood, presentaba muertes aterradoras en un clima de absoluto misterio y donde, a pesar de que casi nada era explicado, había una tensión angustiante. Eran otras épocas, previas a la aparición de asesinos demoníacos y sangre a cataratas que tanto ha invadido el cine de este género en las últimas décadas.

A raíz del triunfo de taquilla hubo dos secuelas que presentaban la evolución del pequeño en su adolescencia y adultez llamadas La maldición de Damien y El final de Damien. Siguió una innecesaria remake con el mismo título de la historia original, en 2006, y hasta Damien, una serie de televisión que pasó sin pena ni gloria.

Ahora, en estos tiempos de precuelas de películas que capturaron la atención masiva de los espectadores, llegó el turno de preguntarse de dónde venía ese bebé de aspecto tan cándido como siniestro y la respuesta está en el estreno de La primera profecía.

El argumento nos traslada a Roma en 1971, tiempos violentos donde estudiantes y trabajadores de izquierda y derecha paralizan con huelgas toda actividad y dejan de creer en todo lo que rodea a la religión católica.

A esa ciudad convulsionada llega Margaret (Nell Tiger Free, de las series Juego de Tronos y Servant), una joven novicia que tomará sus votos en una vieja abadía que es, en realidad, un refugio para huérfanos. Bajo la protección del Cardenal Lawrence (Bill Nighy, nominado al Oscar por Living), quien la conoce desde niña, comenzará a descubrir que algo se oculta tras las derruidas paredes.

Allí conocerá la autoridad de la Hermana Silva (Sonia Braga, de Doña Flor y sus dos maridos, El beso de la mujer araña y Bacurau), trabará amistad con Sor Luz (María Caballero, la española de Alma y La noche más larga) y quedará impactada por Carlita (Nicole Sorace), una adolescente con problemas psiquiátricos que es acosada por extrañas visiones que plasma en tortuosos dibujos. Quien oficiará de unión entre lo que sucede en esta película y la original es el padre Brennan (Ralph Ineson, notable actor británico de La bruja y La balada de Buster Scruggs), quien se encargará de develarle a Margaret lo que se esconde detrás de los hábitos y la incentivará para enfrentar al caos.

Por supuesto no contaremos acá lo que ocurre a continuación, sólo diremos que la película está bien dirigida por Arkasha Stevenson, entretiene y deja la puerta abierta a una eventual continuación, aunque lo interesante es que puede verse como una película independiente.

Vale mencionar que asusta a fuerza de algún que otro golpe de efecto y tiene las infaltables escenas que rodean lo gore con bisturíes y mucho glóbulo rojo en primer plano.

En cuanto al reparto, la protagonista Nell Tiger Free es alguien cuyos pasos artísticos convendrá tener en cuenta y está muy bien secundada por Sonia Braga, Ralph Ineson y Bill Nighy.

Muy destacables la fotografía de Aaron Morton (Black Mirror y El señor de los anillos: los anillos de poder), el vestuario del españolísimo Paco Delgado y la música de Mark Korven, que incluye el famoso Ave Satani, esa especie de canto gregoriano a varias voces que alaba al Diablo, compuesto por Jerry Goldsmith, ganador del Oscar por la partitura del filme original.

Jorge Montiel.

En todos los complejos.

 

“Arthur: Una amistad sin límites”

Mikael Lindnord (Mark Whalberg), el capitán del equipo sueco de atletismo de aventura, tuvo un extraño encuentro durante la carrera de 400 millas en la jungla ecuatoriana, cuando en su camino se cruzó un perro callejero. Tras el momento en el que Lindnord le alimentó, el perro le siguió por el resto del recorrido, haciendo incluso los tramos más complicados del planeta.

En todos los complejos.

 

Fuente: La Nación, Cinépolis, Clarín.

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