
ENVIADA ESPECIAL – Escuché decir que Lali “siempre hace el mismo show”. También escuché a quienes aseguraban que verla tantas veces podía resultar repetitivo. Yo no dije nada, pero sabía que se estaban equivocando. Porque si hay algo que Lali nunca hace —además de conformarse— es repetir un show igual a otro.
Tuve la posibilidad de asistir a tres de los cinco Vélez que agotó este año y ninguno fue idéntico al anterior. Cambian los arreglos, los climas, los invitados, los vestuarios, los gestos. Cambia ella. Y eso es parte del fenómeno: ir a ver a Lali es ir a encontrarse con algo nuevo, incluso cuando el marco es el mismo estadio.

El martes 16 de diciembre, en el último de esos cinco Vélez históricos, volvió a quedar claro. Con una presencia escénica descomunal y una producción que no dio respiro, Lali tomó el estadio desde el primer segundo. A lo largo de esta gira, más de 200.000 personas pasaron por el estadio de Liniers, un número inédito para una artista argentina: es la primera en llenar Vélez y hacerlo cinco veces en un mismo año.
En escena fueron 31 artistas: banda, músicos, vientos, coristas, 16 bailarines, 16 drags e invitados sorpresa. El show fue un viaje audiovisual preciso y arrollador, con hits que encendieron la noche —LOKURA, SEXY, 2 Son 3, N5, Boomerang, Ego— y momentos de pogo masivo como 33, con Dillom irrumpiendo desde el público. La fiesta también tuvo espacio para lo íntimo: No hay héroes, en versión guitarra, se convirtió en uno de los pasajes más emotivos de la noche.

Ahí, Lali se quebró. Intentó seguir, la emoción le subió por la garganta y tuvo que frenar. El estadio respondió con aplausos. Por unos segundos, la popstar que se come el escenario se transformó en Mariana: la chica que soñaba con llegar ahí y que, como ella misma dice, jamás imaginó hacerlo tan a lo grande.
Pero el fenómeno no vive solo arriba del escenario. Vive abajo. En las tribunas, en el campo, en la gente. Vi madres con hijas, parejas de todos los colores, grupos de amigos abrazados y personas que fueron solas, a encontrarse consigo mismas en una misa pop multitudinaria. Hablé con una chica que viajó cinco veces desde Bogotá para ver los shows. Cuando lo contó, tenía los ojos brillando. Como Lali.
Este año, Lali se ubicó en lo más alto de las playlists argentinas. Pero en el corazón de quienes estaban ahí, vibrando con ella, hace rato que ocupa ese lugar. Por eso, cuando anunció una nueva fecha, la alegría fue inmediata: no es solo volver a verla, es saber que ese espacio —ese refugio— sigue existiendo.

En el cierre, con una pollera -ya icónica- y una remera negra que cambia en cada función, el mensaje fue claro. La de este último Vélez decía: “TU POPSTAR FAV”. Ya no pide permiso. Lo afirma. Lo confirma con más de 20 años de carrera, seis discos de estudio, cinco Vélez agotados en un año y la promesa de una nueva fecha en 2026.
Una vez, el Indio Solari la definió como “una chiquita que llena estadios”. Hoy, esa frase queda chica.
Lali no repite shows: construye historia.
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