
En la madrugada del sábado, un grupo de adolescentes atentó contra un colectivo de la línea 143 en Rondeau y Nansen, en la zona norte de Rosario. Lo hicieron arrojando una bomba Molotov que cayó en el interior de la unidad. Minutos después, ante el alerta que se había irradiado al 911 por la llamada del colectivero, eran detenidos los autores del hecho. Dos eran menores de edad y uno tiene 18 años. En la mochila de este último, había una botella de gasesosa llena de nafta y otras dos botellas de vidrio con un trapo, además de dos notas con amenazas al ministro de Seguridad de la provincia, firmadas por presos de las cárceles de Piñero y Coronda, con el siguiente mensaje: “Cococioni dejá de verdugiarle la visita a los alto perfil. Nosotros los apoyamos pb 1 al 20 Piñero y Coronda ala sur. ATT: RR”.
Cabe recordar que desde que asumió, la gestión de Maximiliano Pullaro dispuso la reubicación de presos en las cárceles santafesinas, para separar a aquellos vinculados con bandas criminales y causas relacionadas con el narcotráfico en pabellones de alto perfil, con condiciones más severas de detención. Entre otras medidas, se restringieron las visitas y se limitaron las comunicaciones. La respuesta no se hizo esperar: en los últimos días de diciembre, hubo atentados a balazos contra un banco y contra el HECA, amenazando al propio gobernador. Y este último fin de semana, el nombrado fue su ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni.

En este marco, se realizó el lunes realizó la audiencia imputativa por la Molotov al 143, en el Centro de Justicia Penal. Y el único de detenidos que es mayor de edad, Agustín Hoyo de apenas 18 años, quedó en prisión por 90 días por decisión del juez Carlos Leiva, que prefirió acortar el período solicitado por el fiscal Franco Carbone, que había pedido dos años de preventiva. El delito que se imputó es el de incendio agravado por la participación de menores de edad.
De acuerdo al relato del chofer a la policía, que se conoció durante la audiencia, los autores del atentado frenaron el colectivo en la parada de Rondeau y Nansen, de modo normal. Y cuando la unidad empezaba a frenar, vio que se agrupaban. “Pensé que se estaban saludando. Pero al acercar el coche, veo que se abren y que tenían como un fuego en la mano. Ahí tiran el botellazo con la Molotov”, contó.
Varios móviles de la policía buscaron a los autores del atentado por la zona norte con la descripción que había hecho el colectivero, hasta dar con ellos. Cuando cayeron, quien tenía la mochila gritó: “Ustedes no saben con quién se metieron. Soy el hijo del Cuatrero”. Luego al ser interrogados, todos dieron como domicilio una misma dirección: 9 de Julio al 2500, en un Hogar de Menores.
En la mañana del sábado, se constató que los chicos efectivamente vivían ahí. Y según lo que dijeron en el Hogar a la policía, los dos chicos que habían resultado demorados en la madrugada habían salido junto a otro más, de 16 años. “Volvió a las 2,30 de la mañana y dijo que los otros habían ido a tirar una Molotov”.
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