
El gobierno provincial lanzó una recompensa de $40 millones de pesos por cada uno de los hermanos Bilbao, Brian y Waldo, sospechados de ser jefes de una banda narco transnacional que se hizo fuerte en Rosario en los últimos años y que -a diferencia de Los Monos y de la organización liderada por Esteban Alvarado– logró conosolidar gran poderío económico sin estar involucrada en hechos violentos, al menos de forma visible. A fines de 2023, un primer tramo de la investigación derivó en casi 40 allanamientos en la región, autorizados por el juez Carlos Vera Barros. La operación se llamó “Cosecha Blanca” y logró varias detenciones, aunque no consiguió dar con los líderes y varios familiares suyos, todavía prófugos.
A la causa la llevaron adelante los fiscales Matías Scilabra, Santiago Alberdi y Santiago Iglesias, de la PROCUNAR y Juan Argibay Molina, de la PROCELAC. No queda claro todavía cuáles son los mercados de la organización, con Rosario, Córdoba y el Gran Buenos Aires como destinos de la droga, aunque también la sospecha de que parte de la cocaína va al exterior del país. Lo que sí detectó la justicia federal en aquel operativo de 2023 fue una enorme estructura logística con hangar y avionetas propias, propiedades y empresas que habrían sido utilizadas para lavar el dinero conseguido con la venta de droga.
La carpeta judicial se abrió en 2020, cuando los radares del Sistema Nacional de Vigilancia y Control Aeroespacial empezaron a encontrarse con vuelos irregulares de avionetas que llegaban desde Paraguay. La ruta sospechada terminaba con las aeronaves volando a muy baja altura por campos de Cañada de Gómez y camionetas que recogían bultos que se tiraban sin aterizar. En agosto, los gendarmes montaron un operativo secreto que se abortó cuando los vieron los integrantes de la banda narco, que intentaron escapar. En la huida, una de las chatas tuvo un accidente y se la encontró volcada a unos kilómetros, en un camino rural con los cuerpos sin vida de Mauricio y Alejandro Néstor Santos.

Teléfonos con datos y una fuga de película
De los teléfonos de una de las víctimas, Alejandro Santos, surgiría abundante información de interés para la causa. Ahí se pudo confirmar que se dedicaban al tráfico de drogas y que había dos personas de nombre “Waldo” (Waldo Bilbao) y “Patoruzec” (Brian Bilbao), a los que rendía cuentas. También se logró idenficar cómo era la maniobra: Santos recogía la droga que era bombardeada en campos del sur de la provincia de Santa Fe, que se almacenaba en departamentos en Rosario o casas en Funes, a la vez que recibía luego a eventuales compradores.
Una de las personas que integraba la red era la pareja de Patricio Ruiz Díaz, un narco conocido con el seudónimo de “Señor Fusil”, porque se le habían secuestrado una gran cantidad de armas en un allanamiento y hoy también está prófugo de la justicia, tras haberse fugado de la cárcel de Güemes, en Salta, el 31 de diciembre de 2023 y por quien se ofrece también una recompensa.
A Ruiz Díaz, capo narco del Gran Buenos Aires, lo habían condenado en 2019 por encontrarle una tonelada de marihuana, doce kilos de cocaína y varios fusiles. Estuvo en una cárcel bonaerense y después en una de La Pampa, hasta que se rumoreó que estaba por escaparse: para evitarlo, lo trasladaron a una celda de máxima seguridad en Salta a mediados de 2023. Unos meses más tarde, en pleno festejo de Año Nuevo, se fugó del penal. Al hacer el recuento el 1° de enero no encontraron al “Señor Fusil” y verificaron un agujero en el cerco perimetral.

Causas previas y estructura de la banda
De Bilbao, la causa que llevó adelante la PROCUNAR advirtió que ya estaba procesado en una causa de 2019 por el tenencia de droga con fines de comercialización. Por ese legajo, entre tanto, se le pidió captura el año pasado en octubre, desde el Tribunal Oral Federal N° 2 de Rosario.
Aquel caso se había iniciado por un control vehicular en 2019 en el que le habían encontrado 400 de cocaína a Bilbao, que iba en el auto con Gabriela Martinetti, pareja de Diego Fabián Cuello, que tenía dos condenas, de 2014 y 2018, como integrante de la banda Los Monos.
Además, en el radar de los investigadores aparecieron Sebastián Osvaldo Romera y Gustavo Daniel Núñez, a los que se pudo vincular en 2023 con un cargamento y secuestro de 390 kilos de cocaína en que se encontraron en un galpón de Villa Gobernador Gálvez.
La PROCUNAR también pudo armar una grilla con los cruces de frontera de Romera y Darío Di Mare -que administraba una flota de taxis de Bilbao, que también se habrían usado para lavar dinero- por el Puente Internacional San Ignacio de Loyola, que une Clorinda con Asunción. En la causa los nombres iban cambiando, pero siempre se repetía la ruta de la región a Paraguay, con ida y vuelta en un mismo día.
En uno de los pocos hechos violentos que se registra en la causa, a Di Mare se lo pudo vincular con una balacera en el frente de su casa en la que habían escrito “Taxista narco”. Cuando ya tenían los teléfonos intervenidos por la justicia, él mismo hablaría del tema.

El lavado narco
En los allanamientos de fines de 2023, se le encontraron a la banda avionetas y un hangar propio, en Campo Timbó, un country en Oliveros. Las aeronaves eran navegadas por pilotos de nacionalidad colombiana y boliviana, que terminaron detenidos en aquel operativo. Los jefes lograron zafar y permanecen prófugos.
Brian Bilbao –que hasta hacerse invisible al radar judicial vivía en Roldán– y su hermano Waldo no son los únicos prófugos de la causa, aunque sí los más renombrados por su rol en la organización. En estos casi cinco años, la justicia federal verificó que había una importante estructura económica que se cree servía para lavar dinero narco: una planta de biodiesel en Gálvez, propiedades en Rosario y Funes, un broker inmobiliario que funcionó en Puerto Norte entre 2019 y 2021. También habían llegado a comprar a sus dueños originales el teatro Vortertix, a través de un testaferro.
Un año y medio después de aquellos 40 allanamientos de 2023, la justicia trata de indagar si la estructura narco y económica de los Bilbao mutó en otros negocios para el lavado y avanzó con una nueva logística para seguir trayendo droga. Las millonarias recompensas que se ofrecen para dar con los jefes prófugos apuntan, de paso, a que alguno de los integrantes de la banda se quiebre y brinde información para dar con su paradero.
En las últimas semanas, la causa tuvo un importante avance en este sentido con la detención de Pablo Raynaud, uno de los integrantes de la organización que era buscado: comía una hamburguesa en un complejo de cines en el barrio de Belgrano, en CABA, cuando fue sorprendido por las fuerzas de seguridad. Para dar con él, había sido clave su simpatía por River Plate. Mientras estuvo en la clandestinidad, el narco se había instalado cerca del Monumental y solía ir a la cancha. Y así, las tareas de inteligencia lograron dar con el prófugo.
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