La investigación por el atentado antisemita en la playa de Bondi reveló detalles aterradores este lunes. Según un informe policial preliminar, los atacantes arrojaron cuatro bombas caseras contra las personas que celebraban la festividad de Janucá, aunque afortunadamente los artefactos no detonaron. El ataque, que ocurrió en una de las zonas más turísticas de Australia, dejó un saldo final de 16 muertos.
Las autoridades identificaron a los terroristas como Naveed Akram, de 24 años, y su padre Sajid Akram, de 50. Ambos llegaron al lugar alrededor de las 18:50 en un auto donde exhibían banderas del Estado Islámico (EI). Según el expediente judicial, los agentes encontraron un quinto explosivo listo para usar en el baúl del vehículo.
Una emboscada planificada
La reconstrucción del hecho indica que los sospechosos bajaron del auto armados con tres fusiles y las bombas de fabricación casera, incluida una diseñada con la forma de una pelota de tenis. Una vez que se posicionaron frente a los cerca de mil asistentes, abrieron fuego de manera indiscriminada.
El saldo de víctimas resulta desgarrador: 14 personas murieron en el acto, incluyendo a uno de los atacantes que la policía abatió en el lugar. Otras dos personas fallecieron más tarde en el hospital, entre ellas una nena de apenas 10 años.
Videos y motivación ideológica
La policía australiana halló material clave en el teléfono de uno de los acusados que confirma la motivación ideológica del crimen. En las grabaciones, padre e hijo aparecen sentados frente a una bandera del EI mientras recitan pasajes del Corán. En esos videos, los atacantes expresan su odio hacia los “sionistas” y justifican la planificación de la matanza en la playa.
Los peritos calificaron a los explosivos que no estallaron como “viables”, lo que indica que la tragedia pudo tener una magnitud todavía mucho más devastadora si los dispositivos funcionaban correctamente.

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