
Kenya, la última elefanta en cautiverio que quedaba en Argentina, murió a los 44 años en el Santuario de Elefantes de Mato Grosso, en Brasil, adonde había llegado tras un largo proceso de preparación y traslado gestionado por autoridades, organizaciones de bienestar animal y especialistas.
La elefanta fue trasladada en julio pasado desde el Ecoparque de Mendoza, donde había vivido la mayor parte de su vida en cautiverio, como parte de un esfuerzo para cerrar el capítulo de elefantes encerrados en zoológicos argentinos y ofrecerle un ambiente más natural y acorde a sus necesidades.
El fallecimiento de la elefanta africana fue informado por la ONG Proyecto ELE, que señaló que “esta mañana Kenya dejó este plano, tras varios días en los que su salud se fue deteriorando”, y aclaró que aún resta conocer en detalle la causa de su muerte.
Según informaron en el comunicado oficial, declaró que “los cuerpos sometidos durante décadas a espacios de cemento, aislamiento y privaciones arrastran secuelas que no desaparecen con un traslado, aunque este sea un acto de justicia”. “Durante 44 años, su cuerpo soportó las consecuencias de una realidad que la ciencia viene señalando desde hace décadas: la cautividad es profundamente dañina para los elefantes y reduce de manera drástica su esperanza y calidad de vida” detallaron desde la ONG.
Kenya, originaria de África, había sido traída a Argentina siendo muy joven y pasó décadas en el antiguo zoológico de Mendoza —luego transformado en Ecoparque— antes de que se iniciara un proceso de varios años para su transferencia a un santuario que le permitiera recuperar comportamientos más propios de su especie y tener acceso a un hábitat más amplio junto a otros elefantes.
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La elefanta había llegado a Argentina a través de un zoológico alemán cuando tenía apenas unos 4 años, y pasó otros cuarenta años en el zoo mendocino, luego reconvertido en Ecoparque. La única compañía de Kenya fue una pintura de un elefante en una pared de cemento.
Su traslado representó un hito histórico, marcando el fin de más de un siglo de presencia de elefantes en cautiverio en Argentina. El viaje hacia Brasil, que incluyó una preparación de años para asegurar su bienestar durante el transporte, simbolizó también los crecientes esfuerzos por parte de autoridades y organizaciones para replantear el destino de animales exóticos en parques y zoológicos.
Si bien la noticia de su muerte causó tristeza entre defensores del bienestar animal y quienes siguieron su historia, su vida y el traslado final destacaron la importancia de garantizar condiciones que respeten las necesidades físicas y sociales de animales de grandes especies como los elefantes.
La partida de Kenya subraya, además, los desafíos que enfrentan estos gigantes tras décadas de encierro, y reaviva el debate sobre los modelos de conservación de fauna exótica en espacios urbanos, así como la relevancia de iniciativas que promueven ambientes más naturales y respetuosos para los animales que han pasado gran parte de su vida lejos de su hábitat.
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