
A nueve años del accidente aéreo que dejó 71 muertos y marcó para siempre al fútbol sudamericano, el testimonio de Alan Ruschel, uno de los tres jugadores que sobrevivieron, vuelve a cobrar fuerza. El actual capitán de Juventude recordó los últimos minutos del vuelo rumbo a Medellín y los detalles que aún hoy permanecen intactos en su memoria.
Ruschel contó que aquel viaje “debía convertirse en una celebración” para Chapecoense, que estaba a punto de disputar la final de la Copa Sudamericana, un hito histórico para el pequeño club brasileño. Pero lo que comenzó como una travesía festiva terminó convertido en uno de los episodios más dolorosos del deporte.
“El piloto dijo que íbamos a descender, pero el avión no bajaba”
El defensor revivió el momento clave: “El piloto avisó que el descenso estaba por iniciarse, pero el avión repetía maniobras sin bajar”.
Minutos después, las luces de la cabina se apagaron, un silencio absoluto invadió el interior y la sensación de turbidez marcó su último registro antes del impacto. Luego, perdió el conocimiento.
Ruschel aseguró que no había señales previas de alarma, más allá de detalles administrativos propios de un club sin experiencia en vuelos chárter internacionales. El aparato —operado por la cuestionada aerolínea LaMia— no había despertado sospechas entre los jugadores.

Una casualidad que le salvó la vida
Entre los detalles que reveló, Ruschel contó que sobrevivió, en parte, por una coincidencia: cambió de asiento luego del pedido de un compañero y permaneció en ese lugar hasta el accidente. También supo, por los médicos que lo asistieron, que en medio del shock entregó sus documentos y pidió contactar a su padre, aunque no recuerda esos minutos tras ser rescatado.
Las lesiones fueron gravísimas. El impacto dañó su columna y los médicos dudaron incluso de que pudiera volver a caminar. Pero Ruschel reaccionó rápidamente en los primeros estudios y recuperó movilidad en pocos días, en una evolución que sorprendió a los equipos médicos.
“No sabía lo que había pasado”
Al despertar en el hospital, Ruschel no comprendía aún la magnitud de la tragedia. “Recién con la intervención psicológica pude asimilar la pérdida de mis compañeros”, admitió.
También recordó que una serie de casualidades lo había dejado afuera de la semifinal contra San Lorenzo por un problema con su pasaporte, un episodio que terminó ubicándolo en la butaca que ocupó en el vuelo final.

Renacer en el fútbol después del horror
Su rehabilitación fue larga y por etapas. Volvió a competir en un amistoso contra Barcelona, donde vivió uno de los momentos más emotivos de su carrera. Sin embargo, también tuvo que enfrentar tensiones internas en Chapecoense por declaraciones dirigenciales que lo llevaron a buscar un nuevo rumbo.
Con el tiempo, Ruschel recuperó su nivel, ganó títulos y volvió a destacarse en Brasil, aunque reconoce que su trayectoria posterior “no recibió el reconocimiento proporcional” al esfuerzo que implicó regresar a la élite deportiva tras una tragedia de semejante escala.
Hoy es capitán de Juventude, club que define como su casa y su lugar de pertenencia, y donde proyecta cerrar su carrera.
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