Dólar

Dólar Oficial:$850 / $890
Dólar Blue:$995 / $1015
Dólar Bolsa:$1024.3 / $1026.3
Dólar Contado con liquidación:$1056.3 / $1062
Dólar Mayorista:$868.5 / $871.5
Todo Show
VIDEO

Nueve estrenos en el último jueves de abril

Mafia, un detective histórico, una argentina de 2017 rodada en Epecuén, terror, un animé ahora con actores que finalmente llega, entre los nueve estrenos que renuevan la cartelera antes del fin de semana largo. Aquí como siempre una selección de reviews para decidir que ir a ver al cine. Porque el cine se ve en el cine.

“La heredera de la mafia” (“Mafia Mamma”)

El legado del diablo, Sexto sentido, Pequeña Miss Sunshine, El casamiento de Muriel, Un gran chico, Entre navajas y secretos, la serie La escalera… La australiana Toni Collette es una de las actrices más versátiles y talentosas de los últimos 30 años y su sola presencia como protagonista exclusiva me motivó a ver La heredera de la mafia. Y, aunque ella da todo (y más) como para que la experiencia resulte al menos llevadera, el material concebido por los guionistas Michael J. Feldman y Debbie Jhoon es… imposible. Una acumulación de situaciones trilladas, chistes gastados y algo de humor físico que ella sobrelleva con una dignidad conmovedora.

Igual de frustrante que el guion es el trabajo de una directora como Catherine Hardwicke, quien supo rodar hace ya dos décadas las promisorias A los trece y Lords of Dogtown, consiguió un éxito masivo como Crepúsculo y luego entró en un declive con bastantes más tropiezos que hallazgos y que ahora encuentra en La heredera de la mafia uno de los puntos más bajos de su filmografía.

Collette es Kristin Balbano Jordan, una californiana que es menospreciada por sus compañeros de trabajo, engañada por su marido con una mujer más joven y con un hijo adolescente que se va del hogar para iniciar su vida universitaria. En medio de un ataque de nervios, angustia e indignación, recibe un llamado desde Italia diciéndole que ha muerte Balbano, el Don de uno de los más poderosos y violentos grupos mafiosos. Sí, verán al comienzo de este párrafo que Balbano era el primero de sus apellidos y a las pocas horas ella estará en Roma para asistir al funeral y… hacerse cargo de los destinos de esa Famiglia con Bianca (Monica Bellucci) como consigliere.

Lo que sigue es una acumulación de gags sexuales (ella hace demasiado tiempo que ha dejado de tener encuentros íntimos), confabulaciones (no tardan en querer envenenarla), pintoresquismo all’italiana y bromas no demasiado inspiradas que remiten a El Padrino, Los Soprano, Buenos muchachos, Caracortada y otras ilustres películas y series sobre gánsteres. Cierta bienvenida veta feminista solo reviste, camufla y envuelve lo que por dentro no deja de ser una propuesta demasiado obvia, subrayada, torpe y previsible. En el Showcase, Cinépolis y Del Centro.

“Skinamarink, el despertar del mal”

El cine de terror atraviesa un buen momento en la cartelera comercial argentina. En términos comerciales, por las notables perfomance en taquilla de El exorcista del Papa y la muy buena Evil Dead: El despertar. En materia artística, porque a esas dos propuestas, muy distintas entre sí aun cuando apelen a fórmulas habituales, se suma esta semana Skinamarink, una de las apuestas más arriesgadas y difíciles de encasillar que se haya visto en las salas en mucho tiempo.

La sinopsis es tan simple como engañosa, en tanto da una idea muy distinta a la extrañeza casi metafísica que anida en el núcleo de película del canadiense Kyle Edward Ball. Sucede que, si bien todo comienza cuando dos niños despiertan en medio de la noche y descubren que su padre ha desaparecido y que todas las ventanas y puertas de su casa ya no están, Skinamarink desanda caminos más propios del cine experimental que del asociado a los sustos, los fantasmas y la sangre.

Filmada casi en penumbras con una cámara huidiza que hace del fuera de campo un elemento fundamental, Skinamarink está llena de susurros y de sombras, de manchas y rostros apenas visibles, elementos que construyen un minimalismo por momentos desconcertante. A excepción de algunos golpes de efectos sonoros, Edward Ball huye despavorido ante la posibilidad de caer en algún lugar común.

A cambio, pide un espectador atento, paciente y predispuesto a dejarse llevar por un relato que, a la manera de una serpiente, va envolviéndolo sin prisa pero sin pausa en un universo donde lo aterrador surge del enrarecimiento de lo cotidiano y de lo minúsculo. ¿Que la película es un tanto extensa? Es cierto: no le hubiera venido algunos minutos menos, pero el lograr un viaje sensorial e inmersivo hacia los miedos más afincados en la infancia es un mérito que compensa de sobra cualquier falencia. En el Monumental, Showcase y Cinépolis.

“Cuentos de la tierra”

Una niña en etapa escolar que vive su cultura como secreto, un concertista de música clásica atravesado por melodías ancestrales, un locutor de radio que presta su voz a las urgencias de la tierra, un padre que enseña a su pequeño hijo a hablar con el espíritu de las aguas, una actriz de Hollywood que busca tejer sus raíces e identidad, un viejo Longko (líder) que defiende a su río como parte de su cuerpo. En Cinépolis.

“Marca de vida”

David es un chico de 18 años que vive feliz con la familia que le adoptó cuando era un bebé. Su cómodo mundo se pone patas arriba cuando, inesperadamente, su madre biológica expresa su deseo de conocerlo. Con el aliento de sus padres adoptivos, David se embarca en un viaje de descubrimiento que le conduce a una asombrosa verdad sobre su pasado. En el Hoyts.

“Los olvidados: cicatrices”

Película del 2017 que llega finalmente a las salas este jueves. La peli transcurre durante el último concierto de una banda indie de rock, se desatan conflictos entre los integrantes del grupo. Inesperadamente terminan varados en Epecuén, un verdadero pueblo fantasma. Los conflictos internos y la mala suerte de la gira perderán importancia ante el infierno que les espera. En el Hoyts

“Sombras de un crimen”

Los nombres que hay por detrás de MARLOWE –a la que aquí llamarán con el genérico título SOMBRAS DE UN CRIMEN— hacen ilusionar a cualquier espectador con cierta memoria y no sólo cinéfila. La protagonizan nada menos que Liam Neeson, Diane Kruger y Jessica Lange. El director, Neil Jordan, es el mismo de MICHAEL COLLINS y EL JUEGO DE LAS LAGRIMAS. Si bien no se basa en una novela original de Raymond Chandler sobre el detective privado Philip Marlowe, su origen literario es igualmente bastante prestigioso ya que es una adaptación de LA RUBIA DE OJOS NEGROS, una novela de John Banville (autor de EL MAR) de las que ha hecho usando el seudónimo Benjamin Black, el que utiliza para los títulos de corte policial. A falta de «cachet», el guionista es William Monahan, el mismo de LOS INFILTRADOS, de Martin Scorsese.

Pese a todo eso, MARLOWE no es una buena película. Es, en el mejor de los casos, un prolijo ejercicio de estilo con el que se puede matizar una trama que seguramente en papel es más interesante que llevada a la pantalla, al menos en esta versión. No hay, necesariamente, un problema grave con la película. Son, en realidad, muchos, variados y que terminan molestando por acumulación: algunas actuaciones excesivas, ciertos diálogos flojos, una puesta en escena falta de vida, escenas de acción pobremente resueltas y así. De a poco, el interés que surge por el pedigree de la propuesta y el encanto de reencontrarse con el clásico detective que supieron interpretar Humphrey Bogart y Robert Mitchum, entre muchos otros, se va diluyendo.

De hecho, tampoco se trata de una película que entre tanto por los ojos. Si uno quiere deleitarse con la reconstrucción del formato noir californiano de los años ’30 le recomendaría ver la serie PERRY MASON, en HBO, que no solo es más elegante en su recreación del género sino que logra insertar mejor la trama en los conflictos políticos de la época. Aquí todo se parece más a un ejercicio de estilo que empieza con el detective Marlowe (Neeson) que, como suele suceder, recibe un encargo laboral de parte de una chica rubia, bella y de aspecto un tanto seductor llamada Clare Cavendish (Kruger): la misión es encontrar a un tal Nico Peterson, que es su amante y que ha desaparecido.

Ese disparador será el punto de partida para esas tramas que se van complicando más y más y después un poco más que son tan caras a la novela negra. En ese sentido, Banville ha hecho un facsímil bastante perfecto de las cosas que pasan en una novela de las de Marlowe. El detective se asoma a la vida de unos millonarios extraños, empezando por la madre de Clare, Dorothy Quincannon, una veterana actriz interpretada por Lange sacando afuera la Gloria Swanson de SUNSET BOULEVARD que toda intérprete lleva adentro para cuando llegue a cierta edad. Y esa madre y esa hija rivales entre sí lo conectan con estudios de Hollywood que lo conectan con inmigrantes mexicanos que lo conectan con algunos asuntos oscuros de «la noche» californiana y así, ad eternum.

Los escritores de policiales negros sabían que la trama específica de sus novelas era lo menos importante de todo. Lo que hizo grande a esas novelas fueron los personajes. Y el problema de SOMBRA DE UN CRIMEN es que casi todos los personajes no son más que estilizados arquetipos del subgénero. Marlowe es Marlowe porque alguien dice que lo es y no por alguna particularidad de su personalidad. Y los otros personajes tampoco tienen nada que los distinga especialmente: son roles a cumplir, sombreros que ponerse, funciones que ocupar. Además de Kruger está Colm Meaney como un policía que es amigo de Marlowe, Alan Cummings como el dueño de un club nocturno y Danny Huston en el rol del presidente de un estudio de cine. Y si bien los actores no están mal (el mejor papel, de hecho, lo tiene el menos conocido Adewale Akinnuoye-Agbaje como el chofer de Neeson), no tienen mucho para hacer con los personajes más que aparecer cuando la trama lo considera conveniente y desaparecer así como llegaron sin dejar demasiada huella en la memoria.

Aún teniendo a Neeson, que ya pasó los 70 y es el Marlowe más veterano de la historia de las adaptaciones al cine del personaje, Jordan no aprovecha el paso del tiempo para dar una versión más melancólica, agria o desesperanzada del personaje. No. Es un detective privado de manual, como casi cualquier otro de la época, lo que refuerza más la sensación de estar viendo un correcto ejercicio de estilo. Y si uno se averigua un poco y termina descubriendo que el Los Angeles de la época fue reconstruido en Barcelona, entiende también los motivos por el que todo se siente tan genérico e impersonal.

Y así como llega, MARLOWE se va diluyendo de a poco y ya no importa si Neeson se boxea con alguno o se da cuenta de algún engaño por un detalle que solo él fue capaz de observar. De hecho, cuando llegan algunos sorprendentes giros narrativos cerca del final uno ya está demasiado afuera de lo que pasa como para sentir el impacto de esas revelaciones. A esa altura del asunto, lo de jugar a los detectives ya se volvió un tanto cansador y uno ya desea dar por finalizado el plan aún antes de saber cuál es el verdadero culpable, si es que lo hay. En Del Centro, Showcase, Cinépolis.

“Los Caballeros del Zodíaco”

Esta adaptación de Los caballeros del Zodíaco, el manga de Masami Kurumada, tiene, claro, cómo no, por qué no habría de tenerlo, ambiciones de ser el inicio de una saga.

Todo dependerá del resultado en los cines: si el público los llena, o si la película con elenco internacional -por primera vez Los Caballeros llega como acción real, con actores- pasa desapercibida. Los fans del manga, entonces, son como los fanáticos de lo que sea: de un equipo de fútbol, de un partido político o hasta de un culto religioso. Defienden a muerte aquello que los apasiona, y pueden llegar a explotar, en el caso de Los Caballeros del Zodíaco, aclaremos, si por ejemplo las armaduras de los personajes no se mantienen como en el manga original.

La historia ha cambiado un poco. Y no viene mal recordar que ésta es una coproducción entre Japón y los Estados Unidos -lo que es decir Hollywood-, y que si se rodó en Hungría es porque allí había beneficios impositivos.

Pero vayamos a lo importante, que es qué cuenta -y cómo- Los Caballeros del Zodíaco. Arranquemos con ese adolescente de pocas pulgas, pero fuerte, con espíritu guerrero ante cualquier adversidad, que interpreta Mackenyu. El muchacho se gana la vida bailoteando en un ring de peleas clandestinas, donde todo vale. Ya tendrá tiempo para buscar a su hermana secuestrada. Porque él es Seiya.

Pero no va que en una de esas peleas, contra su “jefe”, aparecen poderes místicos que lo ayudan a ganar el combate. El se muestra tan sorprendido como todos, menos los espectadores, claro.

Y ahí, nomás, a la salida es abordado por Alman Kido (Sean Bean, Boromir en la saga de El Señor de los anillos), quien le advierte que lo está buscando su ex -la ex de Kido, Guraad (Famke Janssen, ex chica Bond; sí, por momentos parece que el casting lo hayan hecho para gente que veía cine hace 20 o 30 años). Y si a Cassios le ven cara conocida, es porque lo interpreta Nick Stahl, el John Connor de Terminator 3.

A partir de allí, Seiya se verá en medio de una guerra casi santa, en la que querrán apoderarse de sus poderes, y él deberá decidir qué hace. También está (Madison Iseman, de las nuevas Jumanji) como Sienna, la hija de Kido y Guraad que eligió quedarse con el padre. Curiosamente, o no tanto, el lanzamiento de Los Caballeros del Zodíaco ocurrirá primero en nuestro país, Brasil y México -y el viernes, en Japón-, ya que planean estrenarla recién en mayo en los Estados Unidos, Francia y España. Hasta hace unos años, y antes de la piratería, en Latinoamérica las películas de acción hollywoodenses tenían un test en Colombia. Si les iba bien, estrenaban con menos o más copias en el resto del subcontinente.

Veremos qué pasa con estos Caballeros.

En todos los complejos.

“Kompromat”

Basada “muy libremente”, como afirma una placa al comienzo de la proyección, en hechos reales, Kompromat – El expediente ruso se ofrece como un batido de drama político, película de escape y thriller de intrigas internacionales. Como ya lo había demostrado en algunos de sus largometrajes previos –Largo Winch (2008), su secuela de 2011 y el policial Zulú (2013)– el francés Jérôme Salle no es un realizador afecto a las sutilezas, y su apuesta a los placeres del cine popular más estandarizado vuelve a confirmarse con Kompromat.

El título deriva de un término inventado por los servicios de inteligencia rusos y describe el material comprometedor utilizado para ensuciar la carrera y/o la vida privada de una persona. Poco importa si el carpetazo en cuestión surge de información fidedigna o directamente es inventado para la ocasión. Esto último es lo que le ocurre al protagonista, el nuevo agregado cultural de la Alianza Francesa en una ciudad siberiana que, luego de la presentación de una obra de danza demasiado queer para los estándares del país, recibe la visita de media docena de oficiales que lo arrastran a una dependencia con el fin de ser interrogado.

¿Fue ese el detonante de la detención, esa pieza artística considerada propaganda homosexual por los comisarios culturales? ¿O acaso el hecho de haber coqueteado inocentemente con la nuera de un agente del FSB (es decir, la ex KGB) lo puso en la mira de sus enemigos? Como fuere, lo cierto es que el pobre Mathieu Roussel (Gilles Lellouche), casado y padre de una pequeña hija, es enviado a prisión de forma preventiva luego de ser acusado de abuso sexual intrafamiliar y actividades pedófilas online. Desde luego, las caras de pocos amigos de sus compañeros de celda se ponen aún más serias cuando se enteran de la acusación, transformando así la nueva vida del protagonista en una verdadera pesadilla. Resulta claro para el espectador que Mathieu es completamente inocente, aunque los colegas en la embajada comienzan a preguntarse si no estarán ante la presencia de un espía encubierto.

Desde el momento en que la chica del baile –interpretada por la polaca Joanna Kulig, recordada por su gran papel protagónico en Cold War, de Pawel Pawlikowski– comienza a ayudarlo a escapar del país las cosas se ponen un tanto derivativas y, por sobre todas las cosas, un tanto difíciles de creer. Kompromat está siempre al borde de perder el hilo de la suspensión de la credibilidad, ya sea por la torpeza de los captores o la obcecada tendencia del inopinado héroe a enviar mensajes de texto con el celular a pesar del riesgo que ello implica. Salle mantiene de manera profesional el ritmo de la narración durante poco más de dos horas, pero luego de una primera mitad en la cual el interés por la situación atrae e incluso atrapa la trama se desliza por todos y cada uno de los lugares comunes cristalizados por cientos de films. Romance incluido, persecución en un bosque nevado incluida, pelea climática incluida. Producida en pandemia, la película fue rodada en locaciones de Lituania: incluso antes del ingreso militar ruso en Ucrania hubiera sido imposible registrar semejante retrato de corrupción personal y sistémica en el país de Putin. En el Showcase.

“Laberinto Mortal”

Después de que un hombre desconocido la lleve en auto, Lisa despierta en un tubo. En el brazo tiene fijado un brazalete con una cuenta regresiva, rápidamente comprende que cada 8 minutos, el fuego quema una sección ocupada, no tiene más remedio que arrastrarse a secciones seguras para sobrevivir. Para saber por qué está allí y cómo salir, Lisa tendrá que enfrentarse a los recuerdos de su hija muerta…

Fuente: Diego Batlle, Otros Cines, Ezequiel Boetti, Diego Lerer, Micropsia, Pablo Scholz, Clarín, Diego Brodersen, Página 12.

Comentarios

5