El riesgo país de la Argentina inició la semana con una fuerte baja y se ubicó este lunes por debajo de los 600 puntos básicos, un umbral que no perforaba desde enero. El indicador elaborado por el JP Morgan retrocedió hasta la zona de los 596 puntos, impulsado por un marcado optimismo en el mercado financiero local.
La mejora estuvo asociada a versiones que circularon en la City sobre una recompra de bonos soberanos por parte del Gobierno, con operaciones que habrían alcanzado distintos tramos de la curva de vencimientos. Según operadores, el mayor volumen se concentró en los títulos de vencimiento más próximo, donde se acumulaban presiones para los próximos años.
Ese movimiento generó un rally en la deuda argentina: los bonos globales avanzaron alrededor de 1,3 %, mientras que los títulos en dólares de legislación local —los llamados Bonares— subieron en torno al 2 %. La reacción llevó al riesgo país a su punto más bajo en casi diez meses y reforzó la percepción de que el Ejecutivo busca ordenar el perfil de vencimientos y reducir el costo del financiamiento externo.
Señal a los mercados
Para los analistas, la caída del riesgo país funciona como una señal de estabilidad relativa hacia los inversores internacionales en un contexto de alta volatilidad global. Aunque el número sigue siendo elevado para los estándares de la región, la tendencia descendente abre la puerta a eventuales mejoras en las condiciones de acceso al crédito.
Aun con la buena noticia inicial, los especialistas advierten que la sostenibilidad de esta baja dependerá de la continuidad de la estrategia oficial sobre la deuda y de la evolución del escenario externo, todavía atravesado por tasas altas y baja tolerancia al riesgo en mercados emergentes.
Tras haber superado los 1.000 puntos básicos en las semanas previas a las elecciones, el retorno del riesgo país a niveles similares a los de comienzos de año representa un cambio relevante en el humor financiero. Resta ver si la tendencia se consolida o si se trata de un alivio transitorio en medio de un calendario económico aún exigente.
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