
El poeta, ensayista y profesor Oscar Conde —miembro de la Academia Argentina de Letras y especialista en lunfardo— explicó, en Todo Pasa de Radio Boing 97.3 con detalle el origen de muchas palabras y expresiones que usamos a diario sin saber que provienen del lunfardo o del español antiguo.
“Muchísima gente, incluso los menores de 50 años, utiliza todos los días palabras lunfardas sin saberlo”, señaló Conde. En la charla, el especialista repasó términos, anécdotas históricas y la evolución de este vocabulario popular que nació en el Río de la Plata y hoy se extiende por todo el país.
Un ejemplo claro fue el de rufián. “No es una palabra lunfarda”, aclaró. “Deriva del italiano rufiano, que a su vez viene del latín rufus, rubio, por la costumbre de las prostitutas romanas de usar pelucas rubias. En cambio, cafisho o fiolo sí son lunfardas, aunque tienen una historia complicada, con cruces de lenguas italianas y hasta del inglés”.
Conde explicó que el lunfardo se consolidó con la inmigración europea, especialmente la italiana y española, pero también con aportes menores del idish o el alemán. “Del idish nos quedó michigene, que significa loquito, o tuje, que usamos igual: culo o suerte. Y del alemán, lumpen, aunque nosotros inventamos una derivación: lumpenágena, el conjunto de los lúmpenes”.
Palabras como guita, laburo, mina, macana o pucho son herencia directa de aquel fenómeno lingüístico que surgió entre Buenos Aires, Montevideo y Rosario. “Rosario tuvo y tiene una participación importantísima en la generación de lunfardismos”, destacó.
También habló del uso lúdico del lenguaje: “El lunfardo es un vocabulario popular, un argot, un conjunto de palabras y expresiones de uso cotidiano, cargado de inventiva. Digo pucho en lugar de cigarrillo porque tiene gracia, porque juega con el idioma”.
Sobre el origen de frases como tirarle los galgos, explicó que es una metáfora de caza: “El cazador suelta a los perros para que vayan tras la presa. De ahí viene la idea de ir en busca de una conquista”. Y sobre gato, aclaró que originalmente designaba a los ladrones que actuaban de noche, y más tarde pasó a usarse para los clientes de las prostitutas, hasta que finalmente se aplicó a ellas.
Consultado sobre la inversión de palabras como batidor y ortiva, explicó que el fenómeno se da por lo lúdico del lenguaje: “Ese recurso existe en otros idiomas, pero dentro de vocabularios populares. El lunfardo juega, deforma y se divierte con la lengua”.
En cuanto a términos como yuta o kia, el especialista detalló sus raíces: “Kia viene del latín quidam, que significa alguien, un tipo cualquiera. Y yuta deriva del yergo italiano giusta, la justicia, que se usaba para hablar de jueces o policías”. Conde también marcó una diferencia clave entre lunfardo y argentinismo: “Todos los lunfardismos son argentinismos, pero no todos los argentinismos son lunfardismos”.
Hacia el final, reflexionó sobre el lugar que ocupa el lunfardo en nuestra cultura: “El lema de la Academia Porteña del Lunfardo es el pueblo agranda el idioma. Eso resume todo. El lunfardo no necesita aparecer en una sentencia judicial para ser legítimo. Su frescura está en la oralidad, en cómo lo hace vivir la gente”.
Además, destacó que recientemente se presentó un proyecto en la Legislatura porteña para declarar al lunfardo como bien integrante del patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires. “Ojalá algún día sea reconocido como patrimonio nacional. Porque hoy una persona de Catamarca, de Misiones o de Santa Cruz usa y entiende palabras lunfardas. Es un lenguaje de todos”.
Entre anécdotas, etimologías y ejemplos, Oscar Conde recordó que muchos escritores argentinos incorporaron con maestría el lunfardo en su obra, desde Roberto Arlt hasta Fontanarrosa. “Fontanarrosa era un escritor brillante, con un uso quirúrgico del lunfardo. Con una sola frase te hacía entender todo un personaje. Es el mejor ejemplo de cómo el pueblo agranda el idioma y el arte al mismo tiempo”.
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