Juan Pablo Román, un chico más de la ciudad de Funes que se dedicaba a ser repartidor de churros de La Churrería, le cambió la vida Lionel Messi. Es que, en junio, cuando el capitán del seleccionado argentino se encontraba de vacaciones en el país en su casa ubicada en el barrio cerrado de Kentucky, encargó tres docenas y media. El joven delivery salió hacia el lugar sin saber que iba a llevarle la merienda a la familia del campeón del mundo y cuando vio en la puerta a Antonela Roccuzzo y a Mateo, el segundo hijo de la pareja, no pudo contener las lágrimas.
Luego de aquel episodio que hizo que Juan Pablo sea contactado por varios medios que quisieron que les relatara nuevamente la historia, el joven que soñaba con ser futbolista profesional y no lo logró porque a sus 18 años un accidente le causó un traumatismo de cráneo y varios días de reposo en terapia intensiva, tuvo una segunda oportunidad.
Con 20 años, el joven funense tendrá una nueva oportunidad, pero esta vez será en Independiente de Avellaneda. Al igual que en aquella ocasión, fue gracias al programa radial de la señal FM en el que el secretario deportivo, Esteban Sáenz Rico, le propuso que probara suerte bajo las órdenes del coordinador de inferiores Hugo Tocalli, quien tuvo un largo recorrido como técnico de las selecciones juveniles.
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