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Seis estrenos el último jueves de agosto en los cines rosarinos

Llega un “sleeper” éxito de taquilla en USA, con el Cristo de Mel Gibson: Jim Caviezel protagoniza “Sonido de libertad” financiada por grupos ultraconservadores del norte.

“Poderes Ocultos”

Hace 15 años se estrenó en los cines argentinos Criatura de la noche / Let the Right One In, en la que el sueco Tomas Alfredson tomaba como punta de partida los tópicos vampíricos para engarzarlos a una trágica historia de adolescentes marginados. Nadie chupa sangre en Poderes ocultos, pero también hay un grupo de chicos con particularidades sobrenaturales que, al igual que en aquella, se conocen en la zona de juegos del complejo de viviendas sociales donde viven junto a sus familias.

La segunda película como director de Eskil Vogt (habitual guionista de Joachim Trier, en films como La peor persona del mundo) comienza con el encuentro de Ida (Rakel Lenora Fløttum) con Ben (Sam Ashraf) y Aisha (Mina Yasmin Bremseth Asheim), quien padece una enfermedad en la piel similar al vitíligo. Junto a ellos está Anna, la hermana mayor de Ida y a la que ella debe cuidar ya que padece un tipo de autismo que le impide hablar.

Más pronto que tarde el grupo empieza a vivenciar experiencias paranormales. Ben, por ejemplo, pone en práctica la telequinesis moviendo cosas con su mente. Aisha, por su parte, que puede manipular las mentes, escucha lo que piensan otros o es capaz de hacerles decir lo que ella quiera. Incluso con Anna, que pronuncia sus primeras palabras ante la alegría de sus padres.

Lejos de la impronta de aventura que hubiera tenido una premisa de este tipo en manos de Marvel o Netflix, Poderes ocultos muestra cómo esos chicos utilizan sus particulares talentos para sacar ventaja o dañar al prójimo. Allí está, por ejemplo, Ben vengándose de quienes lo molestan para comprobarlo. O las actitudes de Aisha.

Toda la película transcurre in media res. No hay subrayados ni exaltaciones ante la aparición de los sobrenatural, así como tampoco giros bruscos de un guion que lentamente envuelve al espectador en la red tejida por sus protagonistas. Protagonistas inescrutables, pues aquí, como buena película nórdica, los silencios y gestos valen mucho más que las palabras.

La soledad del complejo habitual –al punto que por momentos parece que viven solo ellos y sus familias– y una paleta de colores opaca refuerzan el carácter ominoso de este universo incómodo poblado por chicos para los que la línea que separa el juego y la maldad es peligrosamente pequeña. Ezequiel Boetti. En el Showcase.

 

 

“Sonido de libertad”

Si no fuera por todo lo que rodeó a su lanzamiento estadounidense en el terreno comercial y mediático nadie hablaría demasiado de un thriller mediocre y rápidamente olvidable como Sonido de libertad. Pero esta producción de apenas 15 millones de dólares de presupuesto que ningún estudio de Hollywood quiso distribuir fue finalizada y luego estrenada con el apoyo de grupos conservadores principalmente evangélicos que mediante un sistema de crowdfunding y de compra anticipada de entradas la convirtieron en unos de los mayores éxitos de los últimos tiempos con más de 180 millones de recaudación solo en los cines de su país. Su carrera internacional está comenzando por estos días y a la Argentina llega con la nada despreciable cantidad de 223 copias.

El director de Bella (2006) y El gran pequeño (2015), y aquí también coguionista además de realizador, se inspiró en la historia real de Tim Ballard (Jim Caviezel, el Jesús de La pasión de Cristo), un hombre que durante más de diez años se desempeñó como Agente Especial del Departamento de Seguridad Nacional, pero luego se dedicó a combatir de forma privada la trata de niños, niñas y adolescentes.

Todo comienza en Tegucigalpa, capital Honduras, donde una mujer bella y simpática convence a su padre soltero (José Zuñiga) de dejar a sus dos pequeños hijos en un casting / competencia musical para elegir niños y niñas con talento artístico. Cuando unas horas después el hombre regresa al lugar lo encuentra abandonado: ambos han pasado a integrar el submundo del tráfico y explotación de menores.

Es ahí cuando entra en escena el Ballard de Caviezel, un mormón con 6 hijos (el Ballard real tiene 9) que desafía hasta a su jefe del Departamento de Seguridad Nacional y termina viajando a la zona de Cartagena, paradisíaco enclave colombiano, para hacerse pasar por un millonario pedófilo y ponerse así en contacto directo con las bandas dedicadas justamente a satisfacer los deseos de esos pederastas.

Más allá de las buenas intenciones (denunciar ese submundo y reivindicar la épica del protagonista), Sonido de libertad no es una buena película porque no tiene buenas escenas de acción, su narración nunca alcanza demasiada tensión, los diálogos pecan de solemnidad (la cosa mejora un poco cuando aparece el Vampiro del gran Bill Camp, un hombre de pasado oscuro en busca de redención) y todo se resuelve de forma tan obvia y satisfactoria como didáctica y aleccionadora. No hay aquí cuestiones ideológicas ni dogmas religiosos que puedan suplir las carencias, simplificaciones y excesos dramáticos: Sonido de libertad es un film mediocre en términos estrictamente cinematográficos. Quien quiera apoyarla por convicciones íntimas está en todo su derecho, pero ya son aspectos más del orden de la militancia que del disfrute artístico. Diego Batlle. En todos los complejos.

 

 

“Contrarreloj”

En 2015 se estrenó El desconocido, thriller del español Dani de la Torre sobre un ejecutivo bancario (Luis Tosar) extorsionado por el personaje del título, quien lo amenazaba con hacer explotar el auto si no cumplía con sus exigencias económicas. Ocho más tarde llega esta remake con aquel guion original de Alberto Marini siendo reciclado por Chris Salmanpour, dirigido por Nimród Antal (Control, Hotel sin salida, Depredadores) y protagonizado por un Liam Neeson al que le sigue calzando a la perfección el adjetivo de inoxidable.

Matt Turner (Neeson) vive en una hermosa casona vidriada de Berlín junto a su esposa Heather (Embeth Davidtz), con la que parece tener una relación ya bastante fría y distante; y con sus dos hijos adolescentes, Emily (Lilly Aspell) y Zach (Jack Champion), con quienes directamente se lleva bastante mal.

El protagonista es un financista experto en inversiones de riesgo (hace malabarismos para que sus clientes no se bajen incluso cuando las cotizaciones se derrumban y trata de cumplir con los objetivos que traza su jefe interpretado por Matthew Modine) y en los primeros minutos lo vemos hacer una rutina de entrenamiento boxístico que muchos jóvenes envidiarían.

Una mañana, cuando Matt lleva a Emily y Zach al colegio, recibe en su celular el llamado de una voz anónima (distorsionada) que le dice que hay una bomba instalada debajo del asiento de su camioneta Mercedes Benz de 100.000 euros. Si se levanta de la butaca, estallará; y, si los chicos salen del vehículo, también explotará (sabremos que los está monitoreando todo el tiempo).

Lo que sigue es un tour de force casi en tiempo real al que Nimród Antal logra imprimirle cierta tensión en un par de secuencias callejeras, mientras Neeson trata de sobrellevar con la mayor dignidad posible unos cuantos parlamentos ridículos. El resultado es una narración prolija y cuidada (el director de fotografía es el español Flavio Martínez Labiano), pero sin ningún elemento distintitivo ni mucho menos sorprendente.

Más allá de y de ciertos elementos que remiten a Máxima velocidad (1994), de Jan de Bont; Locke (2013), de Steven Knight; y la local 4×4 (2019), de Mariano Cohn, estamos ante una remake de un film original… que tampoco era demasiado original. Fórmula sobre fórmula. Una nueva excusa para que el enésimo héroe curtido e involuntario a cargo de Neeson defienda a su familia frente a todos los males de este mundo. DIEGO BATLLE. En los cinco complejos de cine.

 

 

“Corsage, la emperatriz rebelde”

Nacida en Luxemburgo, con 39 años y su 1,75 de altura, Vicky Krieps es una de las actrices más versátiles del cine internacional. Y recalco lo de internacional porque trabaja con todo tipo de directores (de Paul Thomas Anderson en El hilo fantasma a Mia Hansen-Løve en La isla de Bergman, pasando por Mathieu Amalric en Abrázame fuerte) y en muy diferentes idiomas, siempre con la misma convicción y ductilidad.

Este largometraje con la realizadora austríaca Marie Kreutzer le valió a Krieps varios premios en festivales como Cannes, Chicago, Sarajevo y la estatuilla en los European Film Awards (los Oscars del cine europeo) por su interpretación de Isabel de Baviera (también conocida como Isabel de Austria, o simplemente Sissi), que llegó a ser emperatriz de Austria (1854-1898) y reina consorte de Hungría (1867-1898).

El guion de la propia Kreutzer, que se permite muchísimas licencias artísticas e históricas, ofrece en este drama ambientado entre 1877 y 1878 una mirada feminista sobre un personaje que luchó como pudo contra los corsés, los condicionamientos, las presiones, la hipocresía y el machismo de una sociedad y una corte que sentía una gran incomodidad frente a su lugar de ícono de la moda, su independencia, su irreverencia, sus impulsos, sus desplantes y su vitalidad ingobernable.

En una clara relectura (revisionista) respecto de las películas, óperas, obras de teatro y ballet dedicados al personaje de Sissi, Kreutzer contrapone el matrimonio cargado de desprecio con Francisco José (Florian Teichtmeister) y la relación con sus amantes (como su instructor de equitación interpretado por Colin Morgan), mientras expone cómo esta mujer se ve obligada a sostener los cánones de belleza cuando se acerca a los 40 años.

El resultado es un film completamente alejado de la solemnidad y el preciosismo de tanto cine de qualité para convertirse en una mirada moderna y contemporánea sobre esos finales del siglo XIX, un poco en la línea de Sofia Coppola en María Antonieta – La reina adolescente (2006). El bello, amplio y múltiple uso de una canción como She Was, de la francesa Camille, no es apenas un anacronismo sino una muestra de las libertades que Kreutzer se permitió para una película en muchos pasajes fascinante y deslumbrante. Diego Batlle. En los Cines del Centro.

 

 

“Escape bajo fuego”

En Estados Unidos o en Medio Oriente, Gerard Butler es todo un especialista en meterse en problemas. El actor de voz cavernosa y boca torcida interpreta a Tom, uno de esos “contratistas” al servicio de la CIA que hace todo aquello que la Agencia no puede. Como volar un reactor nuclear iraní, por ejemplo, tal como ocurre en la primera escena de esta nueva colaboración entre Butler y el ex doble de riesgo devenido en realizador Ric Roman Waugh.

El problema con Waugh es que, a diferencia de Chad Stahelski, otro realizador cultivado en los sets como doble de riesgo, no tiene pulso para transmitir tensión ni mucho menos ideas para darle vuelo visual a una película que pondrá a su héroe contra las cuerdas cuando se filtren fotos de su rostro a los medios de todo el mundo y deba viajar a la ciudad del título original para ser rescatado por la CIA.

La distancia no es el problema, sino lo que hay en el medio: todo el talibán dispuesto a liquidar al infiltrado. Suena a premisa de película de acción convencional, un camino que Escape bajo fuego decide no correr. A cambio, somete a Butler a un periplo en el que irá cruzándose con distintos personajes heridos –no tanto física, sino espiritualmente- por la guerra. Entre confesiones y frases grandilocuentes dichas en un atardecer que no termina nunca, la película de Roman Waugh funciona, entonces, como un culebrón entre bombas y arena. EZEQUIEL BOETTI. En los cinco complejos.

 

 

“Gambaro”

¿Qué decir de Griselda Gambaro que ya no se haya dicho? En eso trabajó Jazmín Bazán, la directora del documental que lleva el nombre de la reconocida escritora y dramaturga, a la hora de establecer las bases del relato que trae un cúmulo de recuerdos, vivencias y, por supuesto, impactante creatividad.

El trabajo de la escritora nacida en Barracas, que cuenta al día de hoy con jóvenes de 95 años, es una muestra de lúcida lectura de una realidad que nos atraviesa y, en ocasiones, suele darnos más de una sorpresa. La visita a temáticas de abordaje a diferentes generaciones resulta en una idea de asistencia a la comprensiòn de la realidad que nos rodea. Por supuesto, no implica menor consideración la influencia que ha dejado su trabajo en las nuevas generaciones de dramaturgos.

Este cautivante film de investigación sumerge al espectador en el intrigante universo de Gambaro, haciendo uso de una construcción de segmentos narrativos que se cruzan de manera tan inevitable como inteligentemente práctica. Así, desgrana el trasfondo de las ideas y el marco social y político en el que la reconocida creadora generó su profusa obra.

El notable documental de Jazmín Bazán, ha sido galardonado en la Competencia Oficial Argentina en el prestigioso 3er Festival Internacional y Latinoamericano de Cine Documental DOCA, y los espectadores pueden disfrutarlo en las salas en su segunda semana de proyección.

La producción fue posible gracias al respaldo del Subsidio a Documental Digital INCAA, el generoso apoyo del Premio de Proyecto Raymundo Gleyzer Cine de la Base, el Mecenazgo GCBA y el prestigioso reconocimiento otorgado por el Fondo Nacional de las Artes a través de las Becas a la Creación, en la línea de Desarrollo de Proyecto y Finalización de Obra.

Gambaro no solo ofrece un vistazo único a la vida y la obra de una figura literaria icónica, sino que también es un testimonio del poder del cine documental para explorar el legado cultural y social de artistas destacados. Gastón Dufour. En el Arteón.

 

 

Fuentes: Otros Cines, Cinergia Online.

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