
Este domingo se dio un eclipse lunar total, fenómeno conocido popularmente como Luna de Sangre, que se inició a las 14:30 y -si bien su hora de finalización oficial es a las 18:43 de Argentina– tuvo su punto máximo alrededor de las 16.
El evento se visibilizó de manera completa en el este de África, Asia y Australia, mientras que en Europa y partes de Oceanía se pudo apreciar parcialmente. En América del Sur, su disfrute estuvo limitado por la posición del cuerpo rocoso en el horizonte.
Durante el máximo del eclipse, el satélite natural se tiñe de un color rojizo intenso. Este efecto ocurre porque la atmósfera terrestre filtra la luz solar, dispersa los tonos azules y permite que los rojos lleguen a la superficie lunar.
Hasta el cierre de la jornada, la intensidad del color dependerá de la presencia de nubes y partículas de polvo en la atmósfera. Por eso, en algunos lugares pudo verse con un tono rojo oscuro y en otros con matices más claros.
A diferencia de los eclipses solares, este fenómeno no requería de protección ocular especial para ser observado. La NASA había recomendado mirarlo a simple vista desde un sitio despejado, con el adicional de que los binoculares o telescopios podrían mejorar la experiencia.
Este fenómeno ocurre cuando la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna, proyectando su sombra sobre el satélite, y se da la alineación exacta de los tres cuerpos celestes.
Existen tres tipos de eclipses: el total, cuando la Luna queda cubierta por completo por la sombra terrestre; el parcial, en el que solo una parte se oscurece; y el penumbral, más tenue y que suele pasar inadvertido.
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