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Política

Tiempos de elecciones

Los nuevos tiempos electorales se presentan como “nuevos viejos tiempos”. La campaña deja al parecer una particular ambivalencia: una vuelta a la ley -fundamentalmente la independencia del poder político del poder judicial-, y, a la vez, la creación de un espacio institucional nuevo, no prexistente; aún cuando los protagonistas son los mismos, cooptados por nuevos discursos.

Sin duda, el actual gobierno nacional se caracterizó por la puesta en jaque de su perdurabilidad desde el momento mismo de su inauguración. Si bien este espacio hegemónico representaba a muchos, pocos son los que verdaderamente se sintieron identificados con la nueva y sugerente formula del poder ejecutivo. Sin dejar de mencionar que sumado a esto no se profundizó en urgencias sanitarias ni educativas, y la desocupación y la pobreza acompañaron constantemente a niveles alarmantes durante todo el mandato.

Al derrumbe económico le precede la ruptura institucional, que abarca externa e internamente al partido dominante, y al parecer la alianza gobernante funcionó solo como coalición electoral. Está claro que tuvo enormes dificultades para convertirse en una coalición de gobierno, aún cuando el poder ejecutivo fuera al parecer consensuado, elegido casi arbitrariamente, y a modo de sorpresa.

En este gobierno, no sería la excepción, es indudable que las alianzas en Argentina fueron y son meramente electoralistas.

Surgen así nuevas expresiones de deseos que intentan seducir a descreídos y ajenos a la política. Nuevas propuestas contradictorias con los postulados que ellos mismos presentaron apenas un tiempo atrás, surgen como discursos pre-electorales. La lógica política parece estar determinada por un marketing que por momentos se presenta irrisorio. Una suerte de rompecabezas que se arma y se desarma en función de las expectativas que los mismos candidatos van produciendo y, que se van frustrando de igual forma y en poco tiempo.

Los mismos candidatos de siempre están en la escena pública, luciendo hoy nuevos disfraces. La política está representada por candidatos débiles con escasa capacidad de seducción y poco compromiso ideológico; sumado a esto, la mezquindad de poder que los acompaña y se materializa en la posibilidad nula de generar consensos en cuestiones de política pública: seguridad, educación y salud. Estos reclamos que diariamente escuchamos, obligan a la política a la construcción de un nuevo pacto político con la propuesta de un núcleo de coincidencia básicos. La improvisación y la ineptitud parecen ser los denominadores comunes de la época.

La campaña electoral que hoy vemos se organiza de modo tal que los candidatos son presentados como productos publicitarios, fabricando una nueva imagen de ellos según los números opinión publica que relevan las agencias y las encuestadoras. Todos los días amanecemos con noticias de incipientes alianzas, de nuevas fórmulas, nuevas combinaciones de “nuevos viejos” actores, dejando translucir que solo importan las relaciones de poder entre los candidatos político.

Hoy urge la necesidad de un pacto social y económico real que obligue a la política a comprometerse a sentar las bases para una prodigiosa transformación en el país. Cada mensaje inaugural en este proceso recoge, de uno u otro modo, los temas predominantes del momento. Los mensajes de los candidatos suelen ser una declaración de principios y también una exposición de propósitos e intenciones. En definitiva, hoy vemos que ninguno de los candidatos, a pesar de su empeño, pueden colocar al país en la vía de la grandeza y desarrollo.

La realidad suele burlarse de los grandes propósitos, y en general se ven reducidos a polvo las promesas electorales. Volvamos a la ética política, a los viejos principios. El terreno de los hechos políticos es resbaladizo, y la construcción de un candidato debería estar centrado en valores éticos pudiendo mantenerlos hasta el fin sin claudicaciones, pase lo que pase.

Basta de entereza y voluntad, solamente es indispensable un primer paso para construir un buen país, consolidar un sistema estable apoyado en reglas claras y justas, que proporcionen oportunidades de desarrollo para todos.

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