En las últimas semanas, la Justicia uruguaya obligó al gobierno local a vender el águila nazi que había sido extraída del buque Graf Spee, que fue incendiado por los propios alemanes en las costas de Montevideo en 1939. La estructura está confeccionada íntegramente de bronce, pesa cerca de 300 kilos y mide 2 metros de alto por 2.8 de ancho.
Uno de los posibles compradores del símbolo nazi es el empresario Daniel Sielecky, radicado desde hace años en Punta del Este. El motivo por el que el argentino pretende quedarse con el águila es claro, y generó una gran polémica. “Una vez que la tenga en mi poder, de inmediato la haré volar en mil pedazos. Cada trozo que resulte de la explosión será pulverizado”, destacó.
Sin embargo, Sielecky no es el único interesado en quedarse con el objeto subastado, si no que tendrá varios competidores entre los que se encuentra el gobierno alemán. La adquisición por parte del estado germano estaría apuntada a exhibir el águila en museos dedicados al holocausto judío.
Por otra parte, el Centro Simón Wiesenthal, una institución dedicada a documentar lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial, advirtió sobre los peligros de usar de manera irresponsable la insignia. “Se les debe advertir a los potenciales compradores que de no darse a los objetos el destino pedagógico de advertencia, la subasta deberá considerarse nula”, destacaron.
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