
La clasificación de Central a la Copa Libertadores desató un entusiasmo generalizado en Arroyito. Los hinchas hacen cálculos, discuten posibles rivales y hasta se animan a soñar con viajes épicos por Sudamérica. Pero en Boing, fieles a nuestra línea editorial basada en la ciencia exacta del absurdo, apostamos por un operativo especial: una colecta.
Sí, una colecta. En plena previa del partido. Sin motivo claro, sin destino preciso y sin presupuesto para hacerla prolija. Una colecta casi artística, podríamos decir. Una intervención urbana. Una obra conceptual que seguramente (no) será expuesta en algún museo.
Nuestros cronistas salieron a la calle con una consigna difusa: ver qué pasaba si le pedían plata a la gente, así, sin anestesia. Y la respuesta fue la que sólo Central puede garantizar: nadie se sorprendió. Ni un gesto de alarma. Ni un “che, ¿cómo?”. Nada. Los hinchas participaron como si fuera el trámite más normal del mundo: la entrada, el choripán, la colecta de Boing. Secuencia básica. Hubo aportes simbólicos, aportes sinceros, aportes que parecían destinados originalmente al combo de gaseosa y sánguche, y algunos comentarios filosóficos del tipo “tomá pero hacé algo serio con esto”, frase peligrosa para decirle a un equipo de trabajo cuyo método es exactamente lo contrario.
Lo interesante es que la colecta terminó funcionando como un estudio sociológico involuntario: mostró el humor del hincha, la expectativa por la Libertadores, el clima distendido antes del partido y esa mezcla de confianza y delirio que solo se encuentra en el Gigante. Todo eso quedó registrado en el video, con trabajo periodístico de Facu Supertrump y cámara de Ticiana Saraceni. La cobertura completa —con colecta, desvaríos, entrevistas espontáneas y una buena dosis de improvisación profesional— ya está disponible en nuestro canal:
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