Paulo Milanesio se recibió de ingeniero civil en la Universidad Nacional de Rosario a fines de 2008 pero después de ejercer la profesión, se dio cuenta que su vocación estaba en otra parte. Por eso, emprendió un viaje hacia Barcelona, ciudad en la que descubrió que podía aplicar sus conocimientos técnicos a la ayuda humanitaria.
En medio de una búsqueda personal, se unió a Médicos sin Fronteras, una organización que interviene en conflictos bélicos y asiste a poblaciones en epidemias o desastres naturales. En otras palabras, socorren a aquellos que son forzados a huir y no tienen acceso a la salud.
“Al principio me especialicé en el abastecimiento de agua en zonas rurales y mi primer destino fue Mozambique, donde estuve por 3 años. Después de pasar por Guatemala, noté que quería un poco más de acción y me especialicé en la guerra”, comentó en diálogo con Nacho Russo por Radio Boing.
De esta manera, logró perfeccionarse en Gestión de Seguridad y Negociación de Acceso, convirtiéndose en una pieza fundamental para la entidad de la que es parte. “Nuestro rol es garantizar que nuestros equipos puedan ingresar a zonas impenetrables. Nos hemos enfrentado a situaciones muy difíciles y hemos perdido compañeros en bombardeos”, puntualizó.
En la misma línea, detalló: “En 24 horas preparamos un móvil que hace una misión exploratorio. En 48 podemos mandar medicamentos, mientras que en 72 podemos montar un hospital. Todo depende de la negociación. Es necesario garantizar que no haya secuestros, retenciones o ataques a los coches que utilizamos para asistir”.
Por último, reflexionó acerca de su deseo de dejar su vida en la ciudad y lanzarse a recorrer sitios como Yemen, Camerún o Etiopía. “No hace falta irse a otros territorios para ver que hay gente que no tiene lo que merece. Mi ambición me llevó a recorrer el mundo y no creo en las fronteras, el sufrimiento humano es el mismo en todos lados”, concluyó.
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