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El Barrio Inglés, un túnel en el tiempo olvidado y desvalorizado por el Municipio

El Barrio Inglés de Rosario, ubicado en la zona norte de la ciudad, nació cerca de los años 1880 a partir de la formación del Ferrocarril Central Argentino. Aflorado donde comienza la transitada Avenida Alberdi, las dos tiras de viviendas establecidas en manzanas irregulares se han convertido, con el paso de los años, en patrimonio histórico de la ciudad, y un túnel en el tiempo del olvido y desvalorización. Desde hace aproximadamente 40 años no reciben el mantenimiento necesario para construcciones de casi un siglo y medio de antigüedad, y sus vecinos viven con miedo.

El Batten Cottage y el Morrison Building han quedado a la buena de Dios, ya que ni sus propietarios pueden hacer refacciones estructurales por su título de patrimonio histórico. En 1996 desde el Palacio Vasallo se determinó la importancia arquitectónica de la zona delimitada por Central Argentino, que lo separa de los terrenos del Alto Rosario, y la mencionada Alberdi al 100. 

La historia, rica por cierto, marca que en el Batten Cottage vivía el personal jerárquico del Ferrocarril Central Argentino. Está compuesto por doce casas de dos pisos con jardines frontales y traseros, con un formato inglés de aquellas épocas. Sin embargo, desde antes de 1992 cuando las operaciones ferroviarias fueran privatizadas y el Nuevo Central Argentino tomara la posta, el mantenimiento dejó de llegar

Al otro lado de la calle de tierra, hoy conocida como Agustín Tosco, se ubica el Morrison Building, donde residía el personal obrero destinado a trabajos especializados en el ferrocarril. El bloque de dos plantas con 24 departamentos (12 por piso), es el que a primera vista entrega la mayor impresión de que se trata de una reliquia inglesa, y al mismo tiempo, el que menos ha sido conservado

Desde abajo se pueden ver resquebrajaduras en las paredes y en las escaleras. En el segundo piso, una pasarela emplazada sobre rieles viejos preocupa sobremanera a sus propietarios ya que de a poco parece ir cediendo. A pesar de que un especialista afirmó que no había peligro de derrumbe, un trozo de piso cayó al nivel inferior y fue tapado con una baldosa.

En el Presupuesto 2022 de Rosario, los concejales votaron agregar una partida para efectuar obras pequeñas en la zona. Sin embargo, a cuatro meses de comenzado el Ejercicio, los vecinos aseguran que el Municipio no ha avanzado en cuestiones mínimas para sostener los complejos.

La importancia del barrio trasciende lo estético. En 1889, el Club Atlético Rosario Central dio su primer paso como institución cuando el 24 de diciembre el Central Argentine Railway Club tuvo su piedra angular en la esquina en la que hoy se encuentra la sede fundacional.

En el año 2008, cuando se aprobó por ordenanza el desarrollo de Puerto Norte, el Municipio exigió a la empresa que estuvo a cargo del mismo “el equivalente en metros cuadrados de tierra o construcción, que represente igual valor al de la tierra perteneciente a la operación involucrada, valoración que se establecerá de acuerdo al procedimiento de valuación y tasación de referencia que corresponda al momento de realizarse la operación y que dispone la mencionada norma y su Decreto Reglamentario No 1.207107, para ser destinada a la restauración y puesta en valor del complejo habitacional denominado “Morrison Building” emplazado sobre Av. Alberdi al 100 bis, priorizando solucionar los problemas edilicios y estructurales de la balconeria perimetral y núcleo de circulación vertical”. Sin embargo, este nunca llegó. 

Los vecinos están atados de pies y manos. A pesar de que nunca se hicieron arreglos, tienen prohibido realizar cambios por la condición de patrimonio histórico. Carlos Loyola, quien reside en el Morrison Building desde hace casi 40 años, destacó en diálogo con RedBoing: “No solamente hay promesas, hay ordenanzas y papeles de que iban a arreglar todo y nadie supo decir qué pasó. Acá no se puso un centavo de lo que entregó la desarrolladora de Puerto Norte. Han venido políticos en época de elecciones y solo saben decir pavadas”.

En la zona se encuentra el Parque Ferroviario, una suerte de plaza que nunca fue cerrada y es utilizada por los automovilistas que pasan las jornadas en el Parque Scalabrini Ortíz. Los residentes del Barrio Inglés habían logrado que el Nuevo Central Argentino donara una serie de durmientes para colocar en la zona y permitir que el lugar fuera disfrutado por los vecinos. No obstante, pasó el tiempo, el municipio no los colocó y fueron desapareciendo.

“Vine a vivir acá en 1985 con mi familia. Mi papá trabajó en el ferrocarril durante 35 años y habitaba acá porque estaba de guardia, a disposición. Una vez que esto se privatizó, se le dio la opción de comprar la casa. Hace poco tiempo se terminó de hacer la mensura, inclusive la municipalidad puso trabas para hacer lo que era la escritura”, añadió sobre su historia.

El mantenimiento se hizo en tanto y en cuanto el ferrocarril fue del Estado. Había una cuadrilla que se encargaba de eso, sin embargo tras la privatización, “solo se apuntaló con unos tacos de madera y unos alambres”. “Los balcones están cediendo, si bien esto no se va a caer, está inclinado”, denuncian los vecinos.

“Nosotros nos sentimos abandonados. El que puede mantiene bien su casa, internamente hablando, pero lo que son techos, chapas y esas cosas estamos muy complicados. No te dejan hacer cambios, pero se te mete el agua”.

Una historia parecida es la de Leonardo Cadoni, también vecino del Morrison Building desde que nació, en 1985. “Nosotros fuimos levantando los reclamos desde que prácticamente tengo uso de razón. Desde un poco antes de la privatización no se veía mantenimiento. Es un barrio pintoresco del cual siempre estuvo la discusión sobre quién debía mantenerlo hasta que se lo decretó patrimonio histórico”.

 

“Millones de veces han venido personas del Municipio en momentos de campaña con propuestas, pero todo queda en la nada. Hay cuestiones del barrio en las que las personas corren riesgo de vida”, continuó.

Después de años de pedidos, los vecinos lograron que se cerrara el paso desde Central Argentino al barrio, el cual era clandestino y lo utilizaban los automovilistas de noche para escapar de los controles de alcoholemia. El guardarrail fue la obra más importante del Ejecutivo en la zona del último tiempo, ya que a la hora de realizar un mejorado en la calle tradicional de tierra que une ambos cuerpos históricos, una máquina generó un pozo que hizo que la caída del agua fuera a parar al interior de la casa de un residente del lugar. 

“Lo que uno trata de reclamar es sobre las cuestiones prioritarias. No puedo creer que el Estado Municipal no haya cuidado un aspecto que guarda relación con algo tan importante con lo ferroviario. Hay mucha historia. Nunca se ha hecho nada. Cómo puede ser”, se preguntó Cadoni.

Múltiples proyectos se han presentado en el Concejo de la ciudad con el objetivo de llevar algo de paz a las casi 50 familias que habitan allí. En mayo de 2020, el bloque Cambiemos elevó una planificación para la revalorización de ambos cuerpos “intentando que haya una ayuda o inversión estatal para el sostenimiento del conjunto de viviendas consideradas patrimonio cultural”. Este nunca se llegó a discutir en el recinto.

“Recorrimos el lugar con el secretario de Obras Públicas José Luis Conde y otras personas del Municipio, quienes dijeron tomar nota. Tengo que decir que a esta altura lo único que cumplieron fue delimitar la zona de calle Ávila para evitar que la gente doble por ahí. Después todo lo demás que era mantenimiento y obras, no se hizo nada”, destacó el ex vicepresidente del Concejo Roy López Molina, uno de los ediles que trabajó el proyecto, en diálogo con RedBoing. Y añadió: “Uno entiende que los trabajos estructurales pueden tener un costo alto, pero no así realizar un mejorado de calles”.

No obstante, en la discusión del presupuesto de Rosario para el Ejercicio 2022 llevada a cabo en el Palacio Vasallo, se incorporó una partida presupuestaria de inversión para el barrio. Lo establecido no alcanzó una cifra suficiente como para encarar los trabajos estructurales, pero al menos utilizable para ciertas refacciones como sería corregir los problemas en los techos de los domicilios. 

El Barrio Inglés permanece con un aspecto similar a aquel que tuvo hacia fines del 1800 cuando fue construido. Sus techos, fachadas y estructuras hacen a los visitantes sentirse como dentro de un túnel en el tiempo, pero los vecinos continúan en su lucha. Una pelea por cuidar sus casas como cualquier otro ciudadano haría y un grito sordo a la vera de las vías del tren. Muchas administraciones pasaron y pocas respuestas arribaron.

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