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Informe

El caso Dagmar Hagelin: una desaparición que generó un boicot al mundial de Argentina 1978

El caso Dagmar Hagelin causó una gran conmoción a nivel mundial luego de que la joven argentina-sueca desapareciera en el marco de la última dictadura cívico militar en el país. Fue tanta la repercusión que tuvo que la población de dicha nación le exigió a sus jugadores que no se presentaran a la Copa del Mundo que se iba a disputar meses después en Argentina.

Dagmar Hagelin fue perseguida en plena localidad de El Palomar, a pocos kilómetros de la ESMA, por tres hombres armados, mientras que otro vigilaba la situación desde una terraza de una vivienda ubicada en la calle Sargento Cabral 317. Uno de ellos le disparó a escasos metros de distancia, e intentó ocultar el cuerpo en un taxi que justo pasaba por el lugar. Sin embargo, antes de cerrar la tapa del baúl, la joven reaccionó sin poder escaparse.

La menor, llamada Dagmar Ingrid Hagelin, era una muchacha con doble nacionalidad que solamente tenía 17 años de edad y era alumna del Liceo de Señoritas. Es por eso que la desaparición forzada de la nieta de suecos no pasó inadvertida en Europa, que comenzó a denunciar las violaciones a los derechos humanos que tenían lugar en el país en manos del gobierno de facto de turno.

A partir de eso, y de la creación del Comité de Boicot a la Organización del Mundial de Fútbol en la Argentina, se inició una ardua campaña a través de afiches y periódicos de tiradas masivas para visibilizar lo que sucedía. Dicha movida tuvo sus puntos fuertes alrededor de todo el mundo, haciendo hincapié en ciudades como Madrid, Ámsterdam y Barcelona.

A tal punto llegó el intento de boicot que uno de los diarios más tradicionales de Suecia, el “Aftonbladet” caricaturizó a los jugadores de su seleccionado de espaldas, mientras que las letras en los dorsales formaban el nombre de Dagmar Hagelin.

Pero este no era el único medio que se hacía eco de lo que estaba pasando en territorio nacional. El País de España, en su edición del 4 de noviembre de 1977, y luego de la clasificación sueca al mundial, expresó en sus páginas: “Después de conocerse la clasificación de la Selección de Suecia al Mundial, se inició un debate: ¿Se debe ir a jugar al fútbol a un país donde se pisotean de una manera tan brutal los derechos humanos? Los que proponen el boicot afirman que la Junta Militar va a utilizar el Mundial para mejorar su imagen exterior, y que la Selección no debe prestarse a ello”.

Dentro del plantel sueco estaban al tanto de lo que sucedía en el país, en el marco de una creciente dictadura cívico militar. Hace algunos años, el capitán de aquel equipo dialogó con la agencia Télam, donde contó la situación de aquella Copa del Mundo. Björn Nordqvist relató: “Todos los integrantes de mi seleccionado sabíamos lo que pasaba. Salía en los diarios. Poco antes del mundial, un periodista de nuestro país que había viajado a Argentina vino a darnos una charla para contarnos”. 

En aquel entonces, el presidente de la Federación Nacional de Deportes de Suecia, Karl Frihiofson, aseguró que ningún futbolista sería sancionado en caso de que no quisieran participar de la cita mundialista. Sin embargo, ninguno de los jugadores quiso perderse la competencia y todos los citados formaron parte de la delegación que viajó a Sudamérica. 

Una vez en el país, el equipo completo del combinado sueco visitó a las Madres de Plaza de Mayo, e incluso uno de los futbolistas fue interrogado por dos militares en el sótano del hotel donde se alojaban. “Mi corazón latía con fuerza, aunque a la vez estaba seguro de que no se atreverían a hacerle nada a un jugador extranjero”, explicó muchos años después Ralf Edström, protagonista de la situación.

A pesar de que futbolísticamente su estadía fue corta, ya que perdió en primera ronda, Suecia continuó con las investigaciones sobre lo ocurrido durante décadas. Una clara muestra de eso fue la negativa por parte del gobierno escandinavo para firmar acuerdos con su par argentino, comandado por Carlos Menem, hasta que no se resolviera “el caso Dagmar Hagelin”.

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Años después se conoció la verdad de lo que ocurrió: los agentes militares pertenecientes a la dictadura confundieron a la joven sueca con María Antonia Berger, militante de Montoneros. No obstante, los acusados nunca dijeron que fue del cuerpo de la menor, aunque se dice que no supieron que hacer con ella cuando comprobaron que aún estaba con vida cuando la metieron en el auto.

A pesar de que la causa se cerró en 1986 porque de acuerdo al código penal argentino la causa prescribió a los siete años de iniciada, en 1998 volvió a abrirse. Inclusive durante ese año el padre de Dagmar se cruzó a Emilio Massera y Jorge Acosta en los pasillos de tribunales, pero ambos negaron tener participación en la desaparición de su hija.

Hasta el día de hoy se desconoce que fue lo que pasó con el cuerpo de Dagmar Hagelin, aunque se presume que fue arrojada al río junto a un grupo de monjas francesas en uno de los denominados “vuelos de la muerte”. Al igual que sucedió con incontables Madres de Plaza de Mayo, Ragnar Hagelin falleció en octubre de 2016 sin encontrar a su hija.

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