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“El Planeta de Los Simios”, “La Garra de Hierro” y tres estrenos más renuevan la cartelera

“THE IRON CLAW”, recibido con críticas muy elogiosas en su estreno en los cines de los Estados Unidos y en algunos países europeos, el nuevo trabajo de Sean Durkin (Martha Marcy May Marlene, El refugio / The Nest y la serie Juntas hasta la muerte / Dead Ringers), lanzado por la influyente distribuidora A24, reconstruye la trágica historia real de los Von Erich, quienes durante varias décadas se dedicaron de forma profesional a la lucha libre. También el director de la trilogía de Maze Runner (2014, 2015, 2018) incursiona en la extensa franquicia (unas 20 películas, telefilms y series desde 1968 hasta la fecha) de El planeta de los simios con suerte dispar. Junto a estas dos películas, se estrenan “Hachiko 2, siempre a tu lado”, “La estrella que perdí” y “El Gran Cambio”. Aquí una selección de reseñas para elegir que ir a ver al cine, porque el cine se ve en el cine.

“La garra de hierro”

Hay múltiples elementos que hacen de La garra de hierro / The Iron Claw una película fascinante en varios pasajes de sus algo más de 130 minutos. Que se trate de una historia real llena de situaciones extremas, que esté ambientada en el popular y “grasa” universo de la lucha libre, que actores como Zac Efron (sí, el de pibe de High School Musical) y Jeremy Allen White (el Carmy de la serie El Oso / The Bear) hayan “anabolizado” sus cuerpos hasta quedar casi irreconocibles (en la comparación el Robert De Niro de Toro salvaje es un alfeñique), que el look conseguido en fílmico por el director de fotografía húngaro Mátyás Erdély (colaborador de su compatriota László Nemes en El hijo de Saúl y Sunset, y del propio Durkin en El refugio) nos transporte a aquellos tiempos analógicos (sobre todo a fines de los años ’70 y comienzos de los ’80)… Una extraña y casi siempre lograda mixtura entre la tragedia familiar, el humor negro y el morbo matizada por buenas escenas de lucha sobre el ring.

Durkin no es el primer realizador (ni será el último) seducido por el universo de los peleadores. Haciendo un veloz recorrido solo por tiempos recientes aparecen desde El luchador / The Wrestler (2008), de Darren Aronofsky, hasta las flamantes Cassandro, de Roger Ross Williams; y Bottoms / El club de las peleadoras, de Emma Seligman; pasando por Foxcatcher (2014), de Bennett Miller. La fórmula del ascenso, esplendor y derrumbe a los golpes, con sangre, sudor y lágrimas, nunca deja de funcionar.

La garra de hierro tiene un prólogo en blanco y negro en el que en plenos años ’60 vemos peleando sobre el ring a Fritz Von Erich (el gran Holt McCallany). Aunque no consigue triunfar del todo, este paterfamilias logra inculcarle la pasión y un rigor casi patológico a sus hijos Kevin (Zac Efron), David (Harris Dickinson), Mike (Stanley Simons) y Kerry (Jeremy Allen White). Aunque algunos tienen más talento y vocación para la música o el fútbol americano, terminarán sometiéndose a los dictados de ese padre dominante que maneja el negocio familiar en la conservadora Texas ante la mirada por momentos azorada de la madre Doris (una poco aprovechada Maura Tierney). El otro personaje femenino con algo de desarrollo es el de Pam (la inglesa Lily James), quien se convierte en la esposa y compañera de aventuras (y desventuras) de Kevin.

La obsesión de Fritz porque alguno de sus hijos logre el cinturón de campeón de la National Wrestling Association lo lleva a concretar todo tipo de manipulaciones con resultados trágicos que no conviene adelantar en este espacio (vayan a Wikipedia si la ansiedad los carcome). Durkin, siempre interesado en las relaciones humanas más densas y hasta con ciertos tintes perversos, se maneja con ductilidad, profundidad y potencia dramática en su doble función de guionista y director. El resultado es un film que se percibe ligero y fluido en sus zonas más oscuras y ominoso en la cotidianeidad aparentemente más banal de la dinámica de una familia marcada por un sino trágico. Un mérito doble y no menor.

DIEGO BATLLE.

EN TODOS LOS CINES.

 

“El planeta de los simios: Nuevo reino”

Si tenemos en cuenta que la primera película dirigida por Franklin J. Schaffner y protagonizada por Charlton Heston data de 1968, esta saga cinematográfica ya anda por los 56 años. En ese sentido, El planeta de los simios: Nuevo reino es un intento -no del todo logrado- por reciclar y reiniciar (una vez más) una franquicia cuya “era moderna” surgió en 2001 con el film de Tim Burton y tuvo para mi gusto una muy buena trilogía integrada por El planeta de los simios: (R)Evolución (2011), de Rupert Wyatt; El planeta de los simios: Confrontación (2014), de Matt Reeves; y El planeta de los simios: La guerra (2017), también de Reeves.

Nuevo reino comienza con el funeral de César, el sabio y valiente líder de los simios en los films anteriores. Luego de ese prólogo, la acción salta varias generaciones y su figura se ha magnificado como la de un profeta cuyas enseñanzas se invocan una y otra vez. Pero, claro, en el universo post apocalíptico reinan los simios, mientras que los humanos se han reducido a la mínima expresión y quienes sobrevivieron han involucionado tanto que muchos han perdido incluso la capacidad del habla.

En ese contexto de dominio de los otrora primates y hoy dueños del planeta los hay, claro, buenos y malos. Entre los primeros, que han desarrollado hasta el arte de la cetrería (las aves tendrán una importancia decisiva en la resolución del film), encontraremos al joven Noa (Owen Teague) y y al experimentado Raka (Peter Macon), que sigue los preceptos morales de César, en una clara relación alumno-maestro. Y, del otro lado, estará como antagonista principal el dictatorial y sádico líder Próximus César (Kevin Durand) con construye su imperio imponiendo el miedo y la violencia. Y, en el medio, aparecerá una joven llamada Mae (Freya Allan), que no solo habla sino que además es muy inteligente y avispada, y terminará uniéndose a Noa y Raka en la resistencia a los tiranos.

Si el conflicto es más bien básico, Ball lo desarrolla por momentos con escenas de acción logradas en su tensión y suspenso, pero también con otros pasajes en los que la narración se alarga demasiado con parlamentos tan subrayados como solemnes. El resultado es un film con demasiados desniveles, que se sostiene gracias a un imponente despliegue visual y al impecable trabajo de captura de movimientos (y de rasgos faciales) de los simios, pero que extraña la potencia dramática y la espectacularidad de los films precedentes.

DIEGO BATLLE.

EN TODOS LOS CINES.

 

“Hachiko 2, siempre a tu lado”

Desde que tempranamente Rin Tin-Tin se convirtiera en el primer perro estrella del cine, los canes fueron ganando un lugar preferencial en la concreción de relatos que los tienen como protagonistas. Desde entonces, además, el cine buscó reflejar historias de la vida real que los tuvieron como auténticos soportes de narraciones extraordinarias. Desde la ficción se encuentran las 13 películas de Lassie; las variadas estelarizaciones de Beethoven, Jerry, el perro de K-Nino; los animados inolvidables de La dama y el vagabundo, los 101 dálmatas o todos aquellos que iban al cielo, hasta los recientes premios ganados por Messi, el perro de Anatomía de una caída, sumando el paladar cinéfilo de la rusa La dama del perrito o los que hacían Un viaje increíble, otro “biopic” de perros que fueron verdad y leyenda.

Dentro de este universo de relatos también se encuentra para la cultura japonesa la del perro Hachiko, un ejemplar de raza akita que en 1924 fue adoptado por el profesor Hidesaburo, de la Universidad de Tokio, y que lo acompañaba todos los días a la estación de trenes, para esperarlo regresar del trabajo. Al año y medio, el profesor falleció, pero Hachiko continuó durante una década regresando a la estación para buscarlo y luego en su honor se erigió una escultura en bronce para recordar este caso de la vida real, que inspiró una buena cantidad de libros y películas como la más internacional que protagonizó Richard Gere y de la cual, aunque el título lo sugiera, no es esta una secuela sino una remake china del film japonés Hachiko Monogatari de 1987.

En esta adaptación china, los tiempos cambian desde comienzos del siglo XX hasta nuestra contemporaneidad, cuando el profesor Chen encuentra en un viaje de trabajo a un cachorro que se salva de morir bajo el bus que lo transporta. El perrito había logrado escapar de una perrera que sacrificaba a estos animales para el consumo y se lo lleva a su casa, donde deberá vérselas con su esposa que no quiere al animal y busca una rápida adopción. Pero el perseverante profesor consigue, poco a poco, hacer un lugar en los corazones de la familia para el can y también en la mirada de los espectadores.

Esta adaptación de Ang Xu cambia la raza akita inu por un pastor chino, cambia el curso del relato situándolo en este siglo y expande el tiempo de vida de la mascota junto a su familia, pero mantiene las características principales del relato en el cual se basa, aunque no consigue entregar una propuesta que sostenga una narración que se extiende por demás y que carece de ritmo pero también de profundidad contemplativa. Para quienes gusten de los animales en el cine, Hachiko 2 consigue la mirada sensible de Batong, el perro que tampoco es un gran actor (tiene mucho llanto añadido), pero igual logra enternecer en un relato que en su mudanza a China, cambió no solo sus coordenadas, sino también parte de su necesario encanto.

PABLO DE VITA.

En Showcase, Hoyts, Cinépolis, Monumental y Del Centro.

 

“La estrella que perdí”

Aquí también hay una actriz de larguísima experiencia que empieza a notar cómo su carrera empieza a apagarse. Está ensayando una obra de teatro comercial que no la convence, sufre comparando ese presente chato con momentos más estimulantes y para colmo vislumbra el alejamiento inminente de una hija que vive con ella (Anita Pauls, hija de Busnelli en la vida real) pero planea mudarse con su pareja.

La relación entre ellas pasa a ocupar muy pronto el centro del relato: un vínculo complicado, con varios claroscuros y muy determinado por las exigencias de una madre excesivamente demandante que entra en crisis ante lo inexorable.

Después de sumar experiencia como guionista -Muerte en Buenos Aires, La fiesta silenciosa-, la directora debutante se anima a armar un rompecabezas cinematográfico donde también cumplen un rol clave la representación y el juego de espejos. Aparecen las citas explícitas -a El hijo de la novia, un gran éxito de Juan José Campanella, a Boda secreta, un film poderoso, pero mucho menos conocido de Alejandro Agresti- para condimentar una línea argumental que paulatinamente va tomando la forma de una matrioshka.

Toda esa estructura abigarrada es una gran oportunidad para que Busnelli despliegue su talento y su indiscutible versatilidad como actriz, pilares de una trayectoria extensa y virtuosa sintetizada en una serie de fotografías que aparecen en el inicio de la película echando mano de una vida real y construyendo la ficción de otra específicamente ideada para la ocasión. Y también para que se saque chispas con su hija: tanto en los repetidos conflictos que funcionan como ejes de la narrativa de La estrella que perdí como en el terreno puramente profesional. Dos actrices que se retroalimentan y se potencian en un vaivén constante de acciones y reacciones, en suma.

Hay varias lecturas posibles de esta intensa historia, pero una que no debería pasarse por alto es la que involucra al homenaje: a los 78 años y después de superar con templanza un importante problema de salud, Busnelli condensa en un personaje cargado de amor, furia, tristeza y muchas contradicciones una vida dedicada a la actuación. Y lo hace en complicidad con su propia hija, la socia necesaria en una aventura artística valiente y entrañable que explora los meandros de una relación muy verosímil, como si la experiencia de la vida íntima en común de sus protagonistas se fuera filtrando en cada resquicio que encuentra disponible.

ALEJANDRO LINGENTI.

EN HOYTS Y SHOWCASE.

 

“El Gran Cambio”

Tras un tenso encuentro con un misterioso desconocido con poderes de otro mundo, un hombre es desterrado a una Tierra paralela y tiránica donde lucha por volver con la mujer que ama.

EN SHOWCASE Y HOYTS.

FUENTE: La Nación, Otros Cines, Cinépolis.

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