
El presidente Javier Milei decidió cancelar su participación en las actividades oficiales previstas en Oslo, Noruega, y emprender el regreso a la Argentina luego de confirmarse que la dirigente opositora venezolana María Corina Machado no asistiría a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz 2025, galardón que le fue otorgado este año. Su hija, Ana Corina Sosa, recibió el premio en su nombre.
Un viaje breve que cambió de rumbo
Milei había llegado a Oslo el martes por la tarde en un viaje corto pero simbólico, ya que su presencia formaba parte de un bloque de líderes latinoamericanos que pretendía respaldar públicamente a Machado, considerada por sus seguidores como un símbolo de resistencia democrática en Venezuela.
Sin embargo, en la madrugada del miércoles, el Norwegian Nobel Institute confirmó que Machado no podría llegar a Noruega por motivos de seguridad, desbaratando los planes de la ceremonia que preveía a la política venezolana recibiendo el premio en persona.
Desde la comitiva argentina explicaron la decisión del mandatario:
“Ante la incertidumbre de la llegada de María Corina Machado a Oslo, la comitiva argentina decidió dejar ese espacio protagónico para ella”, señalaron.
Agenda suspendida y regreso anticipado
Como consecuencia, Milei canceló las bilaterales que tenía programadas para este miércoles:
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Reunión con el rey Harald V de Noruega.
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Encuentro posterior con el primer ministro Jonas Gahr Støre.
El Presidente y su delegación decidieron regresar de inmediato a Buenos Aires, entendiendo que la ausencia de Machado modificaba completamente el objetivo político del viaje.
La ceremonia siguió sin la protagonista
Aunque su ausencia fue el dato central de la jornada, la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz se realizó con normalidad en el histórico Ayuntamiento de Oslo.
La hija de la dirigente, Ana Corina Sosa, recibió el galardón en su nombre, mientras que familiares y representantes cercanos acompañaron el acto.
Para analistas internacionales, el hecho de que Machado aceptara el premio y que parte de su círculo estuviera presente en Oslo mantiene intacto el mensaje simbólico del reconocimiento, aunque en un tono más sobrio y con el sabor a una “victoria incompleta”.
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