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Seis estrenos con Thelma Fardin encabezando una de las argentinas

“La Estrella Roja” de Gabriel Matías Lichtmann con un elenco extendido que incluye a Thelma Fardin, otra de Dragon Ball, el documental “Aluvión”, una de terror británica, y dos dramones: “Solo las bestias” y “El Monte”. Como siempre una selección de reviews para elegir que ir a ver al cine.

 

“La Estrella Roja”

 

En su tercer largometraje, el realizador Gabriel Lichtmann se transforma en un inexistente Héctor Díaz. Díaz, a su vez, encarna a un personaje llamado Gabriel Lichtmann, director de cine obsesionado con las desventuras de Laila Salama, reina de las celebraciones locales de Purim en 1934 y espía internacional que supo prestar servicios en el británico MI6. De ella se dice que compartió lecho con el mismísimo Erwin Rommel y que, bajo las órdenes de los cazadores de nazis comandados por Wiesenthal, tuvo bastante que ver con la captura en Argentina de Adolf Eichmann. Ostensiblemente un documental falso, La estrella roja parte de los pocos datos y objetos que Díaz/Lichmann encuentra en un viejo arcón: un libro con claves ocultas, la partitura del tango que da título a la película, la información de que Laila se casó y se transformó en Silvia Céspedes, esposa, ama de casa y madre de un único hijo, antes de su muerte en un accidente de aviación que pudo haber sido atentado. Como Sergio Wolf en Yo no sé qué me han hecho tus ojos, pero del otro lado del espejo, el cineasta-detective aparece en cámara visitando lugares y entrevistando a historiadores, especialistas y gente ligada personalmente a la enigmática protagonista.

Mezclando, como si se tratara de naipes de distintas barajas, material de archivo con imágenes actuales pasadas por los filtros del blanco y negro y los rayones creados por un software digital, el viaje incluye el descubrimiento de un film dentro del film (ambos, desde luego, creaciones de los guionistas), cuyo legendario estatus de “perdido para siempre” aporta un elemento de especial atractivo cinéfilo. Allí aparece, como un montajista amante de la mitología del cine nacional, el actor Walter Jakob, uno de los varios rostros reconocibles de La estrella roja. La propia Laila está interpretada, en gran medida a través de fotografías, por Thelma Fardin, al tiempo que a Juan Leyrado le tocó en suerte el rol del hijo de la misteriosa dama. El alto judaísmo en sangre, que ya estaba presente en su ópera prima Judíos en el espacio, permite que Lichmann juegue con la(s) ficción(es) y recree una historia posible en tiempos de esa Argentina elegida por los ex jerarcas nacionalsocialistas como destino ideal para diluirse en una nueva identidad.

Más allá de las tenebrosas resonancias de la Shoah, el carácter lúdico del proyecto se evidencia desde un primer momento. No todas las escenas funcionan y la repetición de ideas, a pesar de un breve metraje de 72 minutos, comienzan a erosionar el camino. Sin embargo, en su estructura laberíntica, de múltiples senderos que se bifurcan, Lichtmann logra transmitir con cierta energía la sensación de que en toda construcción cinematográfica –ya sea que esté basada en la más estricta realidad o en una rabiosa fabulación– se esconde siempre el ángel del simulacro. Sobre el final, como también ocurría en el mencionado film dirigido por Wolf y Lorena Muñoz, un geriátrico se transforma en el ámbito de las revelaciones finales, aunque apenas unos minutos antes alguien menciona que, tal vez, Laila Salama no sea otra cosa que una leyenda. La posibilidad de que el enigma central sea una u otra cosa (o ambas a la vez, o algo más) cohabitan en un film que incluye otro desvío cinéfilo en la escritura del guion de Wakolda, de Lucía Puenzo, y una escena que permite que Ana Katz y Julieta Zylberberg disfruten del juego de roles asignado. Todo es verosímil y, al mismo tiempo –como podría afirmar Orson Welles, el papá y rey de este particular género– todo es falso de toda falsedad. Se puede ver en el Arteón.

 

 

“El Monte”

 

Fantasía, realismo mágico, suspenso y una pizca de terror, esos son los elementos con los que el formoseño Sebastián Caulier trabajó El monte, con un Gustavo Garzón bastante atípico.

Y como no hay salas de cine abiertas en Formosa -es la única provincia que no tiene en la actualidad cines-, los formoseños no pueden verla en su provincia. Sí estrena en otros puntos del país.

Garzón es Rafael, un hombre que decidió irse de la ciudad de Formosa e instalarse “en la quinta”, una propiedad familiar en medio del monte. Hasta allí, sin años de comunicarse, ahora llega Nico, su hijo, a quien de entrada no reconoce y le apunta con una escopeta. Algo no está bien en Rafael. Tiró 40 años por la borda de su consultorio médico, según le reprocha su hijo. Está como ido, perdido. Y eso sin contar que, a la noche, se dirige hacia el monte, semidesnudo. Cuando los ruidos ensordecedores de los animales -no solo de los monos- hacen difícil dormir, Rafael se para, levanta los brazos, y parece hacer algo similar a una petición. Una ofrenda. ¿Una respuesta?

¿Qué hace? ¿Qué está pasando?

Es que los protagonistas no son solamente el padre y el hijo. El tercero en cuestión es el monte. La relación entre los dos primeros parece lastimada de muerte. “Inútil” es lo menos que le dice el progenitor al hijo. Y no apunta solo a que, cuando dispara a metros de un apresa, la deja escapar, o no sabe poner una lombriz en el anzuelo. Nico es universitario como él, es filósofo y tenía una pareja gay, que lo abandonó de un momento para el otro.Hay resentimientos, pero también un hilo de comprensión, pero que puede cortarse en cualquier momento. Caulier, egresado de la ENERC, la Escuela de Cine del INCAA, ya en sus anteriores filmes La inocencia de la araña (2012) y El corral (2017) demostró tener un estilo y un universo que lo distingue. Maneja bien los silencios, los suspensos, y crea un clima entre premeditadamente hostil y decididamente de extrañeza.

Garzón tiene un rol esencial, Rafael es la razón por la que Nico llega hasta el monte, pero principalmente Juan Barberini, que interpreta a su hijo, está casi todo el tiempo en pantalla, llevando el peso de la trama de esta película en la que confluyen la mitología, la fantasía y la realidad. En el Showcase.

 

“Aluvión”

 

Las imágenes de una Argentina luchadora y que se manifiesta ante los ajustes y los recortes económicos se van abriendo paso ante nuestros ojos junto con una música solemne y emotiva, recordándonos lo mucho que como pueblo hemos sufrido en los últimos años. En seguida el film nos pone en situación, nos encontramos en el año 2017, para más precisión, en el 18 de diciembre, cuando el Congreso de la Nación Argentina debatía la ley de Reforma Provisional que recortaba los montos de las jubilaciones.

Conoceremos a un grupo de jóvenes que, en un centro barrial, participan de un comedor y planean otro tipo de actividades, como festivales, clases de apoyo, una biblioteca barrial. Una de las personas a cargo, el “Mono”, se muestra más interesado por “lo urgente”, esto es, el hambre y organizarse para ir todos juntos y todas juntas a la manifestación contra ley de Reforma Provisional que se discutiría ese día en el Congreso. El grupo de jóvenes, que representará a quienes ya consideran que ir a una marcha no soluciona nada y prefieren continuar con sus actividades en el comedor, entrará en conflicto con la posición de ir o no a la manifestación. ¿Cuál será la decisión final, participar o no de la marcha?

Lo que le acontece a este grupo, se irá entrelazando con otras cinco historias de personas de otros lugares del país (Viedma, Córdoba, Recoleta, Saladillo, Microcentro, Florencio Varela), quienes también de alguna forma u otra, se encuentran al tanto de lo que estaba ocurriendo en el Congreso ese 18 de diciembre y les afectará de alguna forma u otra. Un “Aluvión” de acontecimientos, irán conectando poco a poco cada una de las historias que en un principio parecían aisladas, para fundirse en un relato coral que retrata realidades sociales que representan la verdadera “grieta” nuestro país.

Los conversaciones que mantendrán los diferentes personajes que el film nos van presentando, nos permitirá conocer lo que piensan personas de diferentes contextos de nuestro país, cómo viven las injusticias y cuáles son sus posturas al respecto. Para esto, además de hacernos partícipes de lo que ocurre en el comedor y centro barrial, “Aluvión” nos acercará al mar y a la costa de la Patagonia, al campo, a la Ciudad de Buenos Aires, a una peluquería, a los hogares de algunas mujeres y a la misma manifestación acontecida ese 18 de diciembre en CABA. Las imágenes de archivo de televisión de ese momento que muestran a un “Aluvión” de personas en la calle y las secuencias de ficción se irán fusionando poco a poco a medida que avanza el relato, lo que se funde en una docuficción capaz de retratar diferentes realidades en una forma verosímil, con una estética simple pero correcta. A los diferentes situaciones, se la suma una periodista de un noticiero de televisión, encargada de transmitir lo que está pasando en el Congreso. La periodista muestra su descontento al exponer una sola parte de la realidad, lo que hace alusión al debate sobre los medios que se ha venido dando en los últimos años en Argentina y en el mundo.

De lo expuesto, “Aluvión” es una docuficción que retrata diferentes realidades y logra poner en manifiesto cómo las decisiones del gobierno impactan en diferentes esferas sociales. Al mismo tiempo, puesto que grafica cómo las personas viven esas decisiones y que es aquello que consideran o no que son las injusticias, se vuelve un perfecto retrato de esa grieta que vivimos hace mucho tiempo en nuestro país y que ya parece irreconciliable. En el Arteón.

 

“Dragon Ball Super: Super Hero”

 

“Durante 25 años, en las convenciones, hemos tenido un público constante. Primero eran niños, luego fueron creciendo y se volvieron adolescentes. Después se hicieron adultos y siguieron viniendo a las convenciones pero ya casados. Y ahora hay un grupo de fans que son niños otra vez. Sí se ha renovado el fandom porque lo heredaron de sus padres”, explicó Mario Castañeda, el reconocido actor de doblaje que hace la voz de Goku a Infobae sobre el renacimiento de Dragon Ball en los últimos 10 años. Con esta película, Dragon Ball Super: Super Hero, afianza y logra capitalizar ese nuevo grupo de fans y promete nuevas historias para ellos, algo que se evidencia en la película.

El film presenta dos novedades: vuelven a trabajar juntos Piccolo y Gohan como protagonistas y pasó mucho tiempo entre una película y otra. Casi cuatro años. Esto habilita a avanzar finalmente y es algo que hace la película, pero no en el mismo terreno de siempre donde Goku y vegeta tienen que pelear con un nuevo rival aun más poderoso, sino que se expande y habla del resto de los personajes. Eso sí se sintió como una evolución para la historia en general.

La historia se centra nuevamente en la Patrulla Roja, una malvada organización que fue destruida en su momento por Goku, pero ahora cuenta con nuevos integrantes que se han encargado de crear a los androides más poderosos conocidos como Gamma 1 y Gamma 2, que serán presentados a la sociedad como superhéroes. Sin embargo, sus creadores le contaron mal la historia y ven a los Guerreros Z como enemigos. Empiezan por atacar a PiccoloGohan y otros, los que están en la Tierra. ¿Cuál es el verdadero objetivo de esta renovada Red Ribbon Army? Según la sinopsis oficial, “con el mal acechando al mundo, ahora es el momento de despertar. ¡Despierta superhéroe!”, y se refiere explícitamente a Gohan y su maestro, Piccolo. Los adelantos de Dragon Ball Super: Super Hero revelaron que la historia sucede varios años después de los eventos del anime y de la película de Broly. En ella, Gohan y Piccolo no han estado entrenando durante esta etapa, algo que ha hecho enojar mucho a su maestro y que lo pone en posición de tomar cartas en el asunto, y allí finalmente los espectadores volverán a encontrarse con uno de sus personajes favoritos y rememorar no solo las historias de sus orígenes, sino por qué es, para muchos, el mejor personaje de la saga (quien les escribe se suma a esa lista). Incluso para Akira Toriyama, que siempre ha dicho que Piccolo es su favorito de los Guerreros Z.

Siguiendo con Toriyama, este participó activamente del nuevo largometraje e incluso en la campaña de prensa dio bastantes notas para promover la misma. Por otro lado, la polémica sobre la animación CGI terminó resultando bastante atractiva luego de las primeras críticas y si bien se extraña el proceso del 2D, una característica fundamental en la historia de Dragon Ball, no resulta distante a los ojos en el show. Es más, en ciertos momentos el recurso se aprovecha bastante bien.

Respecto al rendimiento, en el día de estreno en Japón, Dragon Ball Super: Super Hero vendió casi el doble de entradas que Dragon Ball Super: Broly. La primera superó los 200.000 tickets y la segunda había vendido 111.000 entradas en su debut. Super Hero también se ubicó primera en la taquilla el primer sábado en cartelera y logró acercarse a los 5 millones de dólares. Sin embargo, ya pasó el mes de estreno y está lejos, por lo menos en Japón, de lograr lo que las anteriores, pero aún falta el estreno internacional que es donde también podría llegar a tener más éxito por el estilo de animación y por los cambios en la historia para esta parte. En los cinco complejos de cine de la ciudad.

 

“Men, terror en las sombras”

 

Muchas de las obras de Alex Garland incluyen, dentro de una trama de género, la propuesta de un debate. Ex Machina se interroga sobre el derecho a la independencia de una inteligencia artificial. La serie Devs -con la que la película mencionada constituye un díptico, “devs ex machina”-, amplía la pregunta y se plantea si el género humano está irrevocablemente determinado o tiene algún grado de libertad. Este nuevo film, en cambio, en vez de usar un género popular para elaborar una polémica interesante, expone una opinión; no una pregunta sino la respuesta a una pregunta. Esta aseveración para nada matizada del film es “la masculinidad siempre es nociva para las mujeres”.

Harper (Jessie Buckley) decide pasar unos días en una casa de campo para recuperarse de una experiencia traumática. En flashbacks se nos revela que su marido es manipulador, abusivo y eventualmente violento. Hasta la extorsiona con la amenaza de un suicidio. Al igual que en otras películas de Garland, como Aniquilación o La playa, la naturaleza resulta un lugar a la vez idílico y amenazante. El campo inglés, fotografiado con colores iridiscentes por Rod Hardy, es presentado aquí como un jardín edénico que recibe a Harper con un manzano del que ella prueba un fruto.

Roto el estado de gracia por este acto, aparece Geoffrey, el primero de la media docena de varones que desfilan por el lugar. Todo ellos están interpretados por el mismo actor, Rory Kinnear, con diferentes capilaridades, algo que da al film un tono ambiguo: queda en algún lugar entre la metáfora, la lógica onírica, la sátira y el sketch cómico de TV. A la vez, es la puesta en escena no muy elaborada de un lugar común: los hombres son todos iguales.

Cada uno de estos individuos encarna un tipo de masculinidad, siempre patriarcal y destructiva. Así, Geoffrey es el tímido pasivo-agresivo, luego aparecen el sacerdote que culpa a la víctima, el policía que desestima la denuncia de una mujer, el adolescente que la denigra y también otros caracteres más inclasificables y esotéricos cuando la película empieza a despegarse del mundo “real”.

Tras un primer acto en el que se siembra la extrañeza, ingresamos de lleno en el llamado horror folk, esa variante del terror inglés que recurre a la persistencia de ritos y figuras del paganismo, en este caso, el “Hombre Verde” y Sheela Na Gig, vinculados con la sexualidad y la fecundidad. Una vez que la historia revela sus cartas no tiene mucho más que decir, dado que está enfrascada en ejemplificar su tesis. En todo caso, resultaría más original o productivo problematizarla, en vez de martillar sobre el mismo concepto.

El tercer acto, en el que el folk horror muta en body horror, reserva escenas impactantes, pero acaso demasiado exhibicionistas para expresar la ocurrencia de que estos hombres son avatares de lo mismo, algo que ya estaba claro desde el momento en que tienen todos la misma cara. Si Garland hubiera seguido con su costumbre de polemizar con la doxa en lugar de dócilmente confirmarla habría elaborado un film mucho más rico. Se puede ver en el Showcase.

 

 

 

“Solo las bestias”

 

La anteúltima película del director de Noticias de la familia Mars –presentó la última, La nuit du 12, en el Festival de Cannes de este año– tiene un comienzo desconcertante en el que se ve a un hombre con una cabra sobre su espalda entrando a un departamento. Recién sobre el final, cuando se complete el rompecabezas narrativo, quedará algo más claro quién ese hombre y qué hace con el animal.
A ese inicio le sigue la presentación de la dinámica de una particular familia en una casa en las afueras de la ciudad. Allí está el patriarca transitado su vejez y controlando con puño de hierro las actividades dentro del lugar, su hija casada con un hombre con quien la une un desprecio mutuo y un empleado con serios problemas psiquiátricos con el que ella tiene un romance. La misteriosa desaparición de una mujer revelará un complejo entramado de relaciones cruzadas, identidades falsas y mentiras.

Parca y grisácea como sus personajes, la porción inicial de Solo las bestias coquetea peligrosamente con el cine miserabilista, aquel poblado por criaturas despreciables sin un atisbo de bondad y que tanto suele agradar en los principales festivales de Europa.

Sin embargo, a medida que avance el metraje, Dominik Moll se aleja de esa impronta sobradora y hace de su película un thriller. El resultado es un film desparejo, por momentos expulsivo, pero con aura de misterio que lo vuelve inquietante. En los Cines del Centro.

 

 

Fuente: Página 12, Clarín, Pablo Scholz, La Nación, Hernán Ferreirós, Otros Cines, Ezequiel Boetti.

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