
Desde su residencia en Mar-a-Lago, Donald Trump volvió a sacudir el tablero geopolítico. Tras una reunión con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el mandatario estadounidense advirtió que Washington está listo para “erradicar” cualquier intento de Irán de reconstruir su arsenal nuclear o de misiles. El mensaje fue directo y sin vueltas: si Teherán no frena su rearme, la respuesta militar será “mucho más potente” que las anteriores.
Trump aseguró que cuenta con informes sobre supuestos movimientos iraníes para reactivar su capacidad bélica en nuevos puntos estratégicos. “Sabemos exactamente a dónde van y qué están haciendo”, disparó el republicano, quien incluso ironizó con el uso de los poderosos bombarderos B-2 para una eventual operación de limpieza.
La situación en la Franja de Gaza también ocupó un lugar central en la cumbre. Trump defendió la postura de Israel y responsabilizó exclusivamente a Hamas por el estancamiento del alto el fuego pactado en octubre. El presidente norteamericano exigió que el grupo terrorista se desarme en el corto plazo para avanzar hacia un gobierno tecnocrático y el despliegue de fuerzas internacionales.
“Si no se desarman como acordaron, lo van a pagar muy caro”, sentenció Trump. Sin embargo, la respuesta del grupo islamista no tardó en llegar: a través de un video, el portavoz de las Brigadas Ezedin al Qasam rechazó cualquier entrega de armamento mientras continúe lo que consideran la ocupación de sus tierras.
En Irán, las palabras de Trump fueron tomadas como una “operación psicológica”. Ali Shamkhani, consejero del líder supremo iraní, utilizó sus redes sociales para dejar en claro que su capacidad de defensa no está sujeta a autorizaciones externas. “Cualquier agresión enfrentará una respuesta severa inmediata”, escribió el funcionario, tensando aún más la cuerda en una región que no encuentra paz.
Pese a las amenazas cruzadas, Trump todavía sostiene que existe una ventana abierta para negociar un acuerdo, aunque el clima de desconfianza mutua parece haber llegado a un punto de no retorno. Mientras tanto, Netanyahu se retiró de Florida con el respaldo total de la Casa Blanca, ratificando que la alianza entre ambos países está más sólida que nunca de cara al inicio del 2026.
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