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Opinión

Frente a frente

A dos semanas de las elecciones provinciales y locales, la categoría de intendente de Rosario se transformó en la más atractiva de las competencias. Con la contienda a gobernador prácticamente definida y la disputa en diputados provinciales que no deja de ser una categoría secundaria para muchos electores, todas las luces están puestas para ver quién se lleva en las urnas la posibilidad de gobernar esta ciudad por los próximo cuatro años. Dos campañas bien distintas, marcadas entre oficialismo y oposición distrital, pero también atravesadas por la gestión, la ideología y hasta las chicanas.

Antes de comenzar el camino hacia las generales, Pablo Javkin y Juan Monteverde se juntaron para delimitar las acciones y no ejecutar golpes bajos. Campaña limpia, discursos propositivos y debate maduro. No fue como lo acordado. Hubo chicanas, declaraciones fuertes y hasta acusaciones de trabajo sucio en las redes sociales. Aparecieron placas falsas de Infobae con declaraciones inventadas, peligrosas por el contexto, del candidato de Rosario Sin Miedo. También spots marcando la deficiencia en algunos sectores de la ciudad en materia de gestión municipal. Twits cruzados, acusaciones. Quedó poco de aquella reunión inicial.

El oficialismo viene haciendo lo que tiene que hacer. Avanzó con obras claves en la ciudad en este tramo final antes del 10 de septiembre, continuó con el plan de repavimentación de las arterias clave -aunque a veces generan malestar, a la larga está comprobado que el ciudadano lo agradece-, y sigue con el proceso de recuperación del casco histórico del centro, con un último hito que fue la inauguración del Mercado del Centro con productos locales a buen precio para todos los vecinos y los transeúntes que vienen a comprar o a trabajar. Mostrar gestión y recuperación a pesar de la crisis económica y los embates que dejó la pandemia.

El intendente fue el más votado en las PASO, en la sumatoria de los frentes la diferencia fue amplia. Se ancla allí la ilusión de poder repetir dentro de 15 días para tener la reelección tan soñada. Sebastián Chale, su jefe de campaña y secretario de Desarrollo productivo, fue el más contestatario en las redes sociales, marcando que Monteverde lleva el sello de Juntos Avancemos, y que representa en Rosario a los gobiernos provincial y nacional. Pegarlo con Grabois, con Massa, con Perotti y hasta con Alberto, por compartir frente con todos ellos, es una de las estrategias discursivas elegidas por el dirigente radical y también por el propio Javkin en las entrevistas radiales, televisivas y gráficas.

Desde Ciudad Futura entendieron que, para acercarse al poder, Monteverde tenía que mostrar un perfil maduro, institucional y de entendimiento de los engranajes que tiene el establishment en Rosario. En este sprint de cierre en el camino hacia los comicios, se dedicó no solo a mostrarse en saco y polera, como ya lo había hecho en su interna contra Sukerman, sino que realizó actividades en espacios donde hace unos años era impensado verlo. Se juntó con empresarios a una cena, visitó Bioceres, una empresa de biotecnología agropecuaria de la ciudad que cotiza en Nasqdad, fue a los premios Magazine de Carlitos Bermejo por primera vez y se lo pudo ver muy cerca de Mirtha Legrand, y hasta se hizo presente en la Bolsa de Comercio de Rosario para el 139° aniversario de la institución.

En esa búsqueda, no perdió su identidad de militante barrial, sigue apuntalando los discursos para acompañar a pequeños comerciantes, inquilinos y feriantes, y se muestra con propuestas ambiciosas -más de 80- con perfil progresista. Sin embargo, acercarse a los sectores de poder y mostrarse con personas con las cuales hace una década no se hubiese arrimado, demuestran que está dispuesto a dejar algunos absolutismos del pensamiento de lado para llegar a ser el próximo intendente de Rosario.

Es cierto que pidió que ni Perotti ni los dirigentes nacionales se sumen a su campaña. No hay carteles con sus caras, no lo nombran a él, y él no los nombra a ellos, y se planta desde una posición bien localista. Eso fue reprendido por sus adversarios, que lo acusaron de “esconder a sus candidatos”, mientras que él acusó a Javkin de acordar con el macrismo o con “la derecha”. Por allí pasa el eje de la discusión política ideológica, además de las propuestas que cada espacio tiene.

Todo balotaje se polariza, son sólo dos en una misma boleta. Es la primera vez que tenemos este escenario en la ciudad y nadie se anima a vaticinar un resultado a viva voz. El último intendente que no pudo retener su mandato fue el Tigre Cavallero, pero con otro formato electoral, allá por mediados de la década del 90. Luego, todos los que quisieron quedarse en el poder político de la ciudad lo lograron, aunque había 3 o más candidatos en cada competencia. La confianza está depositada y se palpa en los dos campamentos. Ellos creen, de ambos lados, que van a ganar el 10 de septiembre. Es una elección de perfiles, de candidatos distintos, de gran componente ideológico e identitaria. La moneda está en el aire.

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