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Rosario

Los secretos de las cuevas céntricas que le cambiaban miles de dólares a una sicaria de Los Monos

Los allanamientos del miércoles a varias cuevas en las que Los Monos cambiaban dólares dejaron otra vez a la vista aceitados vínculos entre una parte del sector financiero local y las bandas narco que llenan de violencia la ciudad. Y ahora, prometen seguir generando ruido. Es que por un lado, la audiencia imputativa de este sábado contra dos de los detenidos que figuraban como responsables de la Mutual “Emprendedores del Litoral” sirvió para conocer la evidencia con la cual los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra solicitaron a la justicia la irrupción de las TOE en las oficinas céntricas donde se realizaban las operaciones de cambio. Pero además, la investigación va a proseguir con la apertura de los teléfonos de los financistas que resultaron imputados y ahí puede abrirse una verdadera “caja de Pandora”.

¿Era Sandra Calegari, esa mujer acusada por un homicidio y relacionada con búnkeres, el único contacto narco que pasaba por ese lugar? ¿Los dos nombres de quienes fueron imputados por la financiera son los de los máximos responsables o trabajaban para un “pez más gordo”? ¿Es cierto el rumor que recorrió muy fuerte el Centro de Justicia Penal en las últimas horas que habla de un importante político vinculado a estas mismas cuevas? Todas estas preguntas deberán responderse en las próximas semanas, con el avance de la causa. Lo que está claro es que -tal como suele afirmar el ex ministro de Seguridad de la provincia, Marcelo Sain- cuando se investiga a fondo alguno de los crímenes en los barrios marginales, se llega a una oficina en el centro, o inclusive más arriba en los rincones del poder.

El llamado de 23 minutos

Si algún guionista decidiera convertir en una serie el caso que se imputó este sábado, no debería agregar ningún elemento de ficción para hacerlo atrapante. La primera escena podría ser la sorpresa en primer plano de varios oficinistas que ven irrumpir efectivos de las Tropas de Operaciones Especiales a las tres de la tarde en varios pisos de un edificio del centro de Rosario, en España al 800. Y la trama debería llevar, después de los títulos, a contar cómo se había llegado hasta ahí, cómo había nacido todo.

Para hacerlo, habría que ir hacia atrás casi cuatro meses, al 16 de mayo pasado. Ese día había sido noticia un ataque a balazos contra Adriana Lucero en Campbell al 3.000 en zona sudoeste de Rosario. Tras 11 días de agonía en el HECA, la víctima de 20 años fallecía. El dato, en medio del año de mayor cantidad homicidios dolosos en la historia de la ciudad, pasó desapercibido, casi una muerte más en los títulos de los portales. Pero en términos judiciales, una llamada al 911 un tiempo después, cambiaría todo.

Esa comunicación al 911 duró 23 minutos. Se dio en forma reservada, pasadas las seis de la tarde, el 15 de julio: “Necesito saber cómo hacer una denuncia de venta de drogas… le cuento ahora que estoy sola… no digan que yo hablé porque me termina matando. Ella está con el hombre este, Casco o Cantero. Ella vende en la casa, Bv. Segui al 5900. Es enfrente del Fonavi. Ella ahora se fue a agarrarse con tiros, no sé con quién, se fue con una gente. A la nochecita, ahora más tarde, ella está armando las bolsas para venderlas. Son las 6, a las 9, 9 y algo. Ella tiene todo encima. Lo guarda en las tetas y dijo que el día que venga alguien lo va a tirar todo en el inodoro. Se llama Sandra Calegari“.

La persona que se comunicaba para hacer esa denuncia, contó algo más: dio detalles de varios homicidios de los que habría participado Calegari, a la que describe como “rubia, con el pelo siempre atado, de 52 años”. Entre los crímenes, nombró el de la joven Lucero. Y explicó que esa muerte estaba vinculada a la venta de drogas, a la vez que entrega coordenadas para dar con la mujer.

“Ella tiene un departamento, hace poco trajo un ladrillo re grande de eso, de porquería. Tiene un departamento donde guarda las cosas, la merca y todas esas cosas“, reveló angustiada la denunciante.

Una semana después, el 2 de agosto, se hacían varios allanamientos en busca de Calegari y su red.

Sandra Calegari cuando fue detenida por un homicidio el mes pasado. Tenía 2,5 kilos de cocaína, que compraba con dólares que cambiaba en las cuevas a cuyos titulares imputaron este sábado.

La pista en los teléfonos

Calegari no esperaba ser detenida. Y no tenía mucho recaudo en los contactos que tenía guardado su teléfono, tampoco en algunas conversaciones previas a su caída. Cuando los investigadores abrieron su celular, encontraron comunicaciones que mostraban que cada dos o tres días se hacía de dólares en cuevas del centro, de a dos o tres mil en cada compra. Los chats eran con alguien identificado como “Eduardo Dólares”.

El cuevero con el que intercambiaba mensajes era Eduardo Márquez, imputado este sábado junto a Juan Carlos Vagliente por lavado de activos agravados por la habitualidad. Ambos figuraban como responsables de la Mutual “Emprendedores del Litoral”, a nombre de quien estaban las oficinas allanadas y sin autorización del BCRA para funcionar como agente de cambios.

La acusación corrió por cuenta de los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra. En la audiencia, que determinó la prisión preventiva para ambos, se ventilaron detalles muy interesantes sobre cómo funciona el circuito de venta de drogas en Rosario y cómo se abastece de moneda extranjera, con lo que los narcos pueden pagar la cocaína. También, a partir del caso que llegó al CJP se puede estimar el enorme movimiento económico que deja el negocio.

Una de las evidencias presentadas. Chat entre Sandra Calegari, de Los Monos, con el cuevero.

En una de las conversaciones presentada como evidencia, Calegari le dice: “Te acordás que el otro día necesitaba y justo pude conseguir, comprar 15 mil todo juntos, bueno, pero como ahora estaría necesitando 2 mil quinientos, que no es mucha cantidad entonces quería saber eh… el precio, después yo lo multiplico y cuanto sería”.

Es decir, el 26 de julio venía de comprar 15 mil dólares y ahora pedía 2.500 más. Después, en la charla le explicaba que iría su hijo más grande, porque ella tenía que llevar los chicos a la escuela. Lo identifica, le da el nombre para que avise a la gente de seguridad del edificio y avisa “que va a mandar cambio grande”, porque no quería recibir de los búnkeres más billetes de cien pesos: “Dale, dale, Eduardo mira que ya salió para allá asi que ponele que estén llegando… fueron en el auto de César, ponele que una menos diez más o menos, o sea, 12:50 más o menos, 12:40 y te mande todo lo que es plata grande porque esos de 100 les dije que no se los acepto, así que esperalo, gracias”.

En los pocos días que necesitaron los fiscales para colectar evidencias que confirmen el vínculo de Calegari con la casa de cambios ilegal, las operaciones fueron varias y el tono mostraba que eran habituales.

Hace casi un año, en octubre de 2021, había sido allanado el mismo edificio: esa vez se había encontrado también una cueva, a la que se había llegado investigando a uno de los actores más pesados del narco local, el peruano Julio Rodríguez Granthon, alojado en una cárcel federal pero todavía en plena actividad.

Volviendo a lo que pasó este sábado en la audiencia imputativa, pueden citarse más chats que fueron ventilados en el CJP ante la jueza Valeria Pedrana: el 29 de julio, todavía en plena corrida cambiaria con la salida de Guzmán, Calegari vuelve a pedir otros 3 mil dólares. Del otro lado le avisan que estaba a 312 el cambio, pero que estaba bajando: “Bueno, yo porque me van trayendo plata y tengo que comprar… no se vos me lo vas a dejar a 312 y yo lo voy a pasar a 315 una cosa así… ay, yo calculo que para el… no mis nietos tiraron una cosa… yo calculo que para el lunes voy a necesitar por lo menos 3 mil seguro ¿Vos me lo juntas?”.

Lo obtenido en uno de los allanamientos en calle España.

Los delitos imputados

En su acusación, Edery y Schiappa Pietra detallaron que la Mutual que se usaba como pantalla no cuenta con autorización por parte del Banco Central de la República Argentina para intermediar en el mercado financiero ni para realizar operaciones de compraventa de divisas extranjeras”. También advirtieron que las maniobras eran realizadas con habitualidad.

Uno de los imputados, Oscar Eduardo Marquez, estaba inscripto en el Monotributo Categoría A como jardinero. “Servicios de jardinería y mantenimiento de espacios”, declaró ante AFIP.

Los fiscales sostuvieron sobre los imputados: “Las operaciones se sucedían y ustedes sabían que ese dinero provenía y/o podía provenir de actividades ilícitas. La Sra. Calegari concurría personalmente a dicha mutual a realizar este tipo de operaciones. Su aporte le permitió a ella convertir los fondos ilícitos que eran obtenidos por ella en virtud de la participación que ella tenía como miembro del grupo delictivo dirigido por el Sr. Pablo Nicolas Camino, dedicado a realizar hechos de extorsiones, usurpaciones y a la comercialización y tráfico de estupefacientes”.

Pablo Camino cuenta con un pesado prontuario. Está en Piñero y es un preso de los denominados de “alto perfil”. Fue acusado por dos homicidios: el de René Farías y el de “Tubi” Segovia. Por uno de ellos, se lo condenó a 15 años de prisión y por el otro a 24 años más. Está acusado también de ser jefe de una asociación ilícita. Es el “CEO de una de las franquicias de Los Monos”, tal como definió el fiscal Pablo Socca en la última de las imputaciones que se le hizo al muchacho de 28 años, en febrero pasado. “Tiene liderazgo sobre una veintena de soldaditos en la zona oeste”, planteó Fiscalía esa vez. Por debajo suyo, se sabe ahora, una de las que habría estado en el territorio era Sandra Calegari.

La cocaína, las cuevas y la decisión de Bailaque

Todo lo conocido este sábado en la audiencia, se dio en el marco de una investigación de la justicia provincial. No obstante, hubo también una causa federal que trabajó en los últimos meses apuntando a desarticular esta mima banda.

Los hechos se dieron del siguiente modo: una de las direcciones que se había logrado con la pesquisa después de aquel primer llamado, era en Biedma al 5700. No era el domicilio de Calegari, pero se usaba para guardar droga. Ahí cuando se allanó ese mismo 2 de agosto, había 2 kilos y medio de cocaína. También dos balanzas de precisión digitales, 17 vainas calibre 380 en un blíster color negro y  siete chips de celular.

El hallazago de la cocaína determinó la apertura de una causa en la justicia federal rosarina, con investigación del fiscal Javier Arzubi Calvo.

Ese mismo 2 de agosto, se había tomado otro testimonio reservado, en el que además de brindar detalles sobre el crimen de Adriana Lucero, se había otenido información sobre el vínculo de la detenida Calegari con la estructura del mencionado Pablo Nicolás Camino, de Los Monos. “Una asociación ilícita sumamente violenta sospechada de cometer homicidios, abusos de armas, extorsiones, usurpaciones y otros delitos como la venta de estupefacientes e inmersa en una disputa territorial con otras bandas en la zona Oeste de Rosario”, refirieron este sábado Schiappa Pietra y Edery.

Cuando se imputó a Calegari a comienzos de agosto, surgió otro elemento aberrante: debieron sumarle privación ilegítima de la libertad contra una familiar suya de Laguna Paiva a la que tenía encerrada y la obligaba a vender. Y por la droga, está dicho, se abrió la causa federal.

Cuando el fiscal Javier Arzubi Calvo continuó con la investigación y fue por allanamientos que den con la red de búnkeres y quienes trabajaban en ellos, también pidió irrumpir en las oficinas donde se cambiaban los dólares. El juez Marcelo Bailaque autorizó los 31 allanamientos en las zonas marginales de la ciudad, pero desestimó intervenir en las cuevas. 

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