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Boing en Ucrania
CORRESPONSAL EXCLUSIVO

Ucrania y una noche entre la ruta y el refugio

Hay dos maneras de ingresar a Ucrania sin perderse un día en la frontera, el tren o en el Flixbus, pero nada es normal en tiempo de guerra y todo depende si cancelan o no el viaje. Los trenes hacia Lviv, después del bombardeo que sufrió la ciudad el domingo están suspendidos. Hay un micro que sale los miércoles a las 20.30. Esa era la oportunidad.

 

Se aproximaba la hora y la estación estaba desierta, tampoco había potenciales pasajeros esperando. Przemysl era solo oscuridad, que nada pareciera alterar. De pronto 20.15, dobla un colectivo blanco sin inscripciones de ningún tipo, era el indicado.

En el mismo viajaba Vera, de origen rumana, quien con 64 años acompañó hasta Polonia a su hija y nieto. “Yo no puedo quedarme vivo en la frontera con Rumanía, Porubne es la ciudad que pertenece a Ucrania,y tengo 11 personas en casa. Bombardearon el aeropuerto y un barrio”. Y una joven ucraniana que decidió volver porque sus padres no quieren partir.

 

Luego de superar 5 retenes militares el flixbus inició el camino hacia Lviv, fueron unos 80 kilómetros a paso lento, algo más de dos horas y otro tanto en la frontera. Hasta llegar a las puertas de Lviv, pero el toque de queda impide ingresar hasta las 7 de la mañana. Una hora más que Polonia, separan a Ucrania de Argentina, son cinco.  

La solución llegó rápido. Un soldado indicó que se podía pasar el resto de la noche en la “Stacion auto Striisca”, ubicada a 200 metros de la ruta. Ahí esperaba un centro de refugiados muy amplio. Con una importante cantidad de colchones y la organización de Nazar Kodak, 48 años, profesor universitario y Markian Bienko, de 52 e ingeniero de profesión. “Hacemos 12 x 12”, explicó Nazar y dijo que están en el lugar, en donde no faltan café, chocolates, manzanas, sopa, pan y galletas de todo tipo, 5 días de la semana.

 

El silencio profundo de quienes intentaban dormir, de todas las formas imaginables, se vio perturbado por la sirena de alarma que sonaba como estruendo lacerante, no hubo alboroto, sí alerta, y varios corrieron hacia la ventana a mirar la nada misma. Falsa alarma, quizás. La noche rompió con un tempranero amanecer a las 5, y con 4 grados bajo cero. Un día interminable estaba quedando atrás. Otro cargado de incertidumbre se prepara por venir.

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