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Todo Show

Vuelve Ridley Scott pero con Lady Gaga, una de Disney, un robo a la española y una italiana para renovar la cartelera

La esperada historia de los Gucci, de Ridley Scott, una nueva apuesta de Disney, una española sobre otro asalto a la “impenetrable” Casa de la Moneda y “El Nido” llegan este jueves a las pantallas de los cines rosarinos.

“House of Gucci”

Lady Gaga, Adam Driver, Al Pacino, Jared Leto y un elenco inabarcable. Todo en “House of Gucci” (“La casa Gucci”) es exagerado. Los acentos. Las actuaciones. La moda. Los escenarios. El tiempo de ejecución. La música. La codicia. Esta película sabe exactamente lo que es y, cariño, es gloriosamente decadente y ridículamente divertida. Existe un universo alternativo en el que “House of Gucci” es una película sutil en italiano. Quizás sea una tragedia más sencilla. Tal vez sea incluso una serie limitada que lleva al espectador a los orígenes de la marca de lujo italiana, en 1921. Pero el director Ridley Scott y los guionistas Becky Johnston y Roberto Bentivegna optaron por el camino de la artificialidad operística. Uno no le da a Jared Leto un papel de payaso y lo pone a actuar con un padre interpretado por Al Pacino por accidente. Grande, ese es el punto. Basada en un libro de Sara Gay Forden, “House of Gucci” trata sobre la disolución de la dinastía Gucci. Su reinado sobre la marroquinería y la casa de moda del mismo nombre duró solo tres generaciones. Pero como sabe cualquier familia que se ha hecho rica, para cuando la tercera generación asume el poder, por lo general no queda nadie para recordar una época en la que no existían riquezas y privilegios extraordinarios. Y aquí es donde encontramos a la familia Gucci, con el negocio dirigido por los hijos del fundador Guccio Gucci, Rodolfo (Jeremy Irons) y Aldo (Pacino). La película de Scott obvia a los otros hermanos de segunda generación en parte para simplificar una historia ya expandida, pero sobre todo para incidir en los temas de padre e hijo. El hijo de Aldo es Paolo (Leto), un tonto con delirios de grandeza y poco talento para respaldarlos. El hijo de Rodolfo es Maurizio (Adam Driver), quien es inteligente pero prefiere estudiar leyes que unirse al negocio familiar.

 

Nuestra entrada a este mundo, sin embargo, es a través de una forastera: Patrizia Reggiani (Lady Gaga), una mujer explosiva y fiestera que conoce a Maurizio por casualidad. Sus ojos se iluminan con un propósito maníaco cuando escucha que su apellido es Gucci y hace que su misión sea formar parte de su vida. Esto puede sonar siniestro, especialmente si sabes dónde termina todo, pero en realidad es bastante encantador al principio. El comienzo de su odisea parece una comedia romántica alegre, con Patrizia como la gentil cazadora de la presa tímida y de voz suave interpretada por Driver. Ambos están felices y enamorados y permanecen juntos incluso después de que Rodolfo se aparta de su hijo por elegir casarse con alguien por debajo de su nivel. Y es cierto, puede que Patrizia no tenga mucho en cuanto a educación o cultura y confunda a Klimt con Picasso, pero también se relaciona con la gente y, como veremos, es maquiavélica por naturaleza.

Después de un breve período de luna de miel en el que Maurizio juega al pobre y trabaja en la compañía de camiones de la familia de ella, se abre una oportunidad de regresar cuando Aldo invita a los recién casados a su cumpleaños. Maurizio sale del opulento proceso aún más convencido de que la vida sencilla es para él, pero Patrizia no está dispuesta a dejar que esta preciosa oportunidad se esfume. Pronto ambos caerán en lo más profundo.

Pero esto no se trata solo de un heredero reacio y su ambiciosa esposa empujándolo hacia su destino. Esta película hace un agujero en el concepto mismo de lujo masivo y su artificio central. En ese momento, antes de que “Dom y Tom” se hiciera cargo, Gucci estaba en una especie de crisis, con Rodolfo siendo quizás demasiado valioso para la expansión, Aldo demasiado obsesionado con las ganancias y la expansión y la “marca” en peligro de ser devaluada por las falsificaciones y sobresaturación. Estas grietas en el barniz ayudan a Patrizia y Maurizio a luchar por el poder por sí mismos, hasta que él decide que prefiere hacerlo por su cuenta. En ese punto, realmente es el principio del fin.

“House of Gucci” presenta una historia fascinante y loca que se vuelve cada vez más increíble. Fue un desastre grande y glamoroso y merece una película grande, alocada y glamorosa, hasta en sus actuaciones y acentos irregulares. Pero si la idea de ver a Leto y Pacino sobreactuar suena poco atractiva, es posible que esta película no sea para ti.

Y a pesar de lo absurdo, es estúpidamente entretenida. Si no sabes o no recuerdas los detalles de lo que sucedió, guarda la búsqueda para después. Simplemente usa tu logotipo de diseñador más llamativo, pide un martini y déjate llevar por los placeres fáciles de “House of Gucci”.

“House of Gucci”, un estreno de United Artists Releasing, tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “algo de contenido sexual, lenguaje soez, desnudez breve y violencia”. En todos los cines.

“Encanto”

En su reconciliación con el universo latino, Disney pasó de ambientar Coco (2017) durante las celebraciones del Día de los Muertos en México a narrar Encanto en un pintoresco pueblo de la Colombia profunda, ubicado en un verde valle entre montañas, ríos y bosques. Allí descubrimos a la simpática, inteligente, impulsiva, pero traumada Mirabel Madrigal ¿Por qué traumada? Porque todos en su familia extendida (léase abuela, madre, hermanas, tía, primos) tienen algún poder mágico. La única absolutamente terrenal en la hermosa casona es ella y algunos le hacen sentir esa diferencia no menor.

Como ocurría también en Coco, la figura matriarcal de Abuela -aquí bastante menos simpática y más despótica- ordena la dinámica hogareña y la protagonista se debatirá entre sus deberes y sus ansias de independencia y de trascender los mandatos familiares. Dominada por la culpa, encontrará en determinado momento la posibilidad de redimirse y demostrar su valía.

Encanto regala una animación pletórica de movimiento, colores fuertes propios de una naturaleza exuberante, canciones pegadizas y números musicales que tuvieron en varios casos el aporte del prolífico Lin-Manuel Miranda, quien parece no puede faltar en ningún proyecto donde se aborde alguna temática latina.

Más allá de contar con protagonistas en su mayoría femeninas y de fuerte personalidad, Encanto cede a la tentación del pintoresquismo y los estereotipos latinoamericanos. La madre de Mirabel, Julieta (la voz de Angie Cepeda), tiene la habilidad de curar a las personas… cocinando.

El trasfondo de la historia ligado a las penurias de los inmigrantes ilegales es parte del subtexto políticamente correcto de una película concebida con indudable pericia técnica y narrativa, aunque también con cierto cálculo y algo de fórmula que la distancian de los mejores exponentes del estudio Disney. Cines Showcase, Hoyts, Cinépolis, Monumental y Del Centro.

“Asalto a la casa de la moneda”

El director de “[Rec]” parece dispuesto a todo con tal de que rotulen a la suya como “una película que no da respiro”. Dispuesto a incluso a revolear por los aires cualquier atisbo de verosimilitud. Ni siquiera la digitalización de gran parte de las finanzas institucionales y personales, con los home banking y distintas aplicaciones favoreciendo la menor circulación de billetes en papel, pueden con las viejas y queridas “películas de golpes” (“heist movies”), es decir, relatos con centro narrativo en el robo a una institución con innumerables fajos de dólares en sus a priori infranqueables bóvedas de seguridad. En la del edificio central del Banco de España, lo que hay además son varias monedas de oro que supieron pertenecer al legendario Francis Drake y en las que inscribió las coordenadas geográficas del lugar donde escondió un tesoro que los especialistas catalogan como, de mínima, multimillonario. Monedas que naufragaron junto a la carabela del pirata y que un magnate inglés logró recuperar en 2009, luego de años de búsqueda y sin saber que apenas las tuviera aterrizaría en su embarcación una cuadrilla de la policía española para detenerlo y quedarse con su botín. Pero el inglés quiere revancha. Y está dispuesto a todo con tal de recuperarlo, incluso a idear uno de los planes más descabellados que haya imaginado una película de este tipo. Tanto es así que el golpe al Banco Río de Acassuso planeado por Luis Mario Vitette Sellanes y compañía parece una aventura de amateurs.

Las películas de golpes suelen dividir su acción entre los preparativos y la ejecución. Dirigida por el catalán Jaume Balagueró (el mismo de la saga de terror [Rec]), Asalto a la Casa de la Moneda replica esa estructura, dedicando su primera parte a presentar a los distintos integrantes del equipo al que se suma el inglés Thom (Freddie Highmore), un joven ingeniero hijo de un poderoso petrolero que podría forrarse en plata con el oro negro pero que, sin embargo, prefiere pasarle factura a papá cambiando de rubro. Habrá, desde ya, una chica muy rápida de manos para el pungueo que funcionará como interés romántico del recién llegado, un ladrón rudo y veterano (Luis Tosar, presente en nueve de cada diez producciones españolas de ambiciones internacionales), algunos nerds informáticos y varios hombres que en principio no pinchan ni cortan… pero después sí. Todo en pos de burlar la bóveda más sofisticada del mundo, cuyo funcionamiento indescifrado durante 80 años le valió el mote de “ingeniería milagrosa”.

Ambientada durante las vísperas y la final del Mundial de 2010, donde la selección ibérica venció a Holanda y se consagró campeona por primera vez, Asalto… es un cabal exponente de esos thrillers ultra intensos que proliferan en el ala más industrial del cine español. Una intensidad hecha de revelaciones, de mil giros y contragiros que se traducen en la acumulación de obstáculos que los integrantes del equipo deberán sortear en un par de escenas, para apenas hacerlo cruzarse con otro problemón más grande que pone, otra vez, en peligro el golpe. Es como si Balagueró estuviera dispuesto a todo con tal de que rotulen a la suya como “una película que no da respiro”. Dispuesto a incluso a revolear por los aires cualquier atisbo de verosimilitud. La buena noticia es que el propio realizador parece consiente de la maniobra, y en ningún momento siquiera amaga a pisar el freno de esta locomotora descontrolada con estación final en una escena que deja las puertas abiertas para más robos, aunque difícilmente tan absurdos como éste.  En Showcase, Hoyts y Cinépolis.

“El Nido”

 

Con un cambio de título y de imagen, la primera película del cineasta italiano Roberto de Feo llega a nuestra ciudad. ‘La maldición de Lake Manor‘, antes conocida como ‘El nido’, llamó la atención de propios y extraños desde su irrupción en Locarno en el ya lejano verano de 2019.

La película está llena de aciertos y apuesta por una puesta en escena que se aleja del habitual susto fácil y la estridencia gratuita. Tal vez por eso ‘La maldición de Lake Manor’ no sea el ejemplo de película de género que los amantes de las emociones fuertes, pero cualquier aficionado al género, sobre todo al estilo italiano de los ochenta, podrá ver algún que otro detalle familiar en la película de Roberto De Feo.

“El nido” está confeccionada como un enigma. En un prólogo que sucede diez años antes de los eventos centrales, un hombre secuestra a un niño mientras duerme y se da a la fuga en medio de la noche. Durante su escape es perseguido y vuelca con su vehículo. Ya en el presente del relato, que luce como si en Instagram hubiera un filtro “años 60 pero tristes” descubrimos que este hombre –el padre del chico– falleció en el accidente y que su hijo, Samuel (Justin Korovkin) quedó lisiado y al cuidado de su madre en una vieja mansión. Su vida es solitaria, austera e infeliz: clases piano por la mañana, tratamientos para cuidar sus piernas irremediablemente paralizadas por la tarde. Su madre, con el pelo recogido y la ropa antigua y oscura del estilo impuesto por las institutrices crueles, le habla acerca de construir una nueva sociedad, mientras que otros familiares se cuidan de no mencionar el mundo exterior, que está vedado. A esta existencia opaca llega Denise (Ginevra Francesconi), un chica un par de años mayor que Samuel, empleada con el personal de servicio. Tras un escozor inicial, Denise empieza a sentirse tan intrigaba con el chico como él con ella. Su vínculo queda sellado cuando ella le presta su iPod con un track de los Pixies. Ah, entonces no estábamos en el pasado. Sigue el desarrollo del vínculo romántico entre estos dos adolescentes, que es puntualmente escandido por escenas que resultan inexplicables (que no serán reveladas para no spoilear), y que apuntalan el misterio: ¿qué sucede aquí? ¿son fanáticos religiosos? ¿fantasmas? ¿los niños están muertos y no lo saben? Esta película italiana, que reparte sus deudas entre los títulos de horror de Mario Bava y La aldea, de M. Night Shyamalan, se desarrolla lentamente. No hay jump scares o las imágenes monstruosas (salvo por una breve pesadilla) a las que nos acostumbró el terror norteamericano actual, sino que se apuesta a crear un clima tétrico sostenido por la intriga. Hay escenas que no funcionan -el prolongado y absurdo momento en que el médico residente en la mansión administra un electroshock mientras baila siguiendo los compases de “La gazza ladra” de Rossini, una música que automáticamente refiere a La naranja mecánica, es uno de los más notorios– pero el escollo mayor es que el realizador, tal como le sucede a Shyamalan, está mucho más interesado en sorprender con la revelación final (que sucede en los últimos 120 segundos y no es enteramente impredecible) que en construir una historia sólida durante los 105 minutos previos de metraje. De hecho, aun conociendo el final, mucho de lo que sucede sigue pareciendo gratuito. El “nido” del título y la trama en general aluden metafóricamente al temor a crecer y abandonar la protección de la vida familiar. Este tema y el romance adolescente probablemente habrían encontrado un mejor desarrollo sin la imposición de ser el sostén de un final inesperado. En Showcase, Cinépolis y Hoyts.

Fuente: AP. La Nación, Sensacine, Clarín, Hipertextual.

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