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Opinión

Alberto Fernández perdió a su alfil y Cristina lo tiene en jaque

En medio de las declaraciones de Cristina Fernández de Kirchner en Ensenada por un nuevo aniversario del fallecimiento de Juan Domingo Perón, Martín Guzmán pegó el portazo en el Ministerio de Economía y con él varios funcionarios de la cartera. El golpe tiene un doble impacto: en el gobierno, ya que era el último soldado en pie que tenía Alberto Fernández en esta puja interna, casi infantil, y en los mercados, que vienen siendo esquivos a los activos argentinos. El funcionario le pagó la deuda a Santa Fe, cobró el aguinaldo y, como dice Babasónicos, bye bye.

Era la última bandera de Alberto. Guzmán fue el contralor que evitó que la impresión monetaria sea mayor, que el país intente ser coherente en las relaciones internacionales, y fue quien logró un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para no caer en un nuevo default en la historia nacional. Sin embargo, los kirchneristas más duros, y tal vez toda la clase media nacional, le criticó fuerte los niveles de inflación y la pérdida de poder adquisitivo por la suba del dólar en los últimos meses.

Ya suenan reemplazantes, aunque parezca apresurado. Dicen que Alberto se enteró de la renuncia vía Twitter, donde Guzmán emitió el comunicado, que Cristina lo supo apenas terminado el acto en Ensenada y que Sergio Massa, uno de los nombres que están en danza para asumir el cargo vacante, recibió un mensaje mientras miraba a su querido Tigre por la Liga Profesional.

Para reemplazar a Guzmán se mencionó la posibilidad del presidente de la Cámara de Diputados, como les decía. También se habló durante la noche del ex presidente del Banco Central Martín Redrado, y de Emmanuel Álvarez Agis, otro economista con experiencia en la cartera de economía. Según fuentes de la Casa Rosada, hoy mismo el primer mandatario nacional definirá quién sucede a su alfil para calmar a los mercados mañana.

Alberto y Massa, en diálogo por el sucesor de Guzmán.

Hay preocupación por lo que pueda suceder el lunes con el dólar y con los bonos argentinos, que ya se habían derrumbado producto de que los corredores internacionales avisoran que nuestro país va derecho hacia una nueva reestructuración de la deuda por no cumplir con los objetivos del FMI, y hasta una posible cesación de pagos producto de la falta de dólares, alarmante, que tiene el Banco Central. Los precios récord en la soja y el crecimiento industrial son dos guarismos que hacen ilusionar a los más optimistas, pero el famoso efecto colateral del crecimiento hace que la balanza comercial siga en negativo y eso significa seguir perdiendo billetes norteamericanos.

A los argentinos ya no nos asusta, perdimos la capacidad de asombro. Ajustaremos los cinturones y seguiremos viendo cómo la política se mira el ombligo y se olvida que están gobernando para 47 millones de personas. Las disputas discursivas entre el presidente y la vice carecen de racionalidad, y tiene que ver con que el peronismo ya está en campaña.

“Los peronistas somos como los gatos. Cuando nos oyen gritar creen que nos estamos peleando, pero en realidad nos estamos reproduciendo”, decía el General, y vale recordarlo a 48 años de su desaparición física. Los políticos, mientras tanto, lo siguen usando para subsistir en medio de una de las crisis de representatividad más grandes de las últimas décadas.

Ahora, Cristina le comió al alfil a Alberto, el que más cuidó a pesar de las fuertes críticas, y el tablero está en jaque para el presidente. Lo llamativo es que siga siendo fuego amigo el que desestabiliza al gobierno nacional, mientras la oposición mira atónita bajo la premisa: “Cuando tu enemigo se equivoca, no lo distraigas”.

El cobro de la deuda y la crítica siempre presente

Martín Guzmán, antes de comenzar la retirada, selló el acuerdo con el gobernador Omar Perotti por el pago de la deuda histórica de la Nación con Santa Fe. 151 mil millones de pesos a cobrar en Letras de Tesoro y Bonos actualizables por inflación, de los cuales la mayoría se cobrarán durante los primeros 6 años. Este acuerdo es importante para los santafesinos y para los dirigentes locales, ya que parte del dinero es para municipios y comunas por tratarse de fondos coparticipables.

Guzmán explicando el pago de la deuda a Santa Fe, antes de renunciar.

Lo que fue una buena noticia se convirtió en polémica. La oposición se la rebuscó para decir que no era la idea cobrar en títulos, y que además se firmó el convenio con la AFIP por la detracción de un 1,9 por ciento de los montos coparticipables, lo cual sería un “te doy por un lado pero te quito por el otro”. Sin embargo, este acuerdo marco lo firmaron todas las provincias en 2017, momento en el que Santa Fe no pudo hacerlo por estar en litigio con la Nación casualmente por este tema.

No tener firmado el convenio con la AFIP le trae a la provincia una serie de desinteligencias a la hora de salir a buscar grandes contribuyentes y cobrar distintos impuestos, ya que el organismo nacional dejó de compartir información con Santa Fe en enero de 2019. Sin embargo, fue utilizado este argumento por distintos dirigentes como algo negativo para la provincia.

A veces, la política parece sentirse obligada de encontrar algo para criticar las acciones de gestión. Como una pulsión casi ineludible de encontrar cosas negativas a episodios que fueron transversales a gobiernos de distintos colores. De hecho, la deuda se cobra por una acción administrativa de Obeid, una presentación judicial de Binner, un trabajo de seguimiento y negociaciones de Bonfatti y Lifschitz, y una ejecución tras un fallo de la Corte de Perotti. Cinco gobiernos de dos colores distintos trabajando mancomunadamente para que nos devuelven lo que correspondía. Sin embargo, hay polémica.

Algo similar sucedió esta semana con la noticia de la rehabilitación de un proyecto icónico: el Puerto de la Música. Perotti tiene en mente presentarlo pronto, aunque en una nueva localización: pasando el puente Rosario-Victoria. No fue generalizado, pero también aparecieron críticas al movimiento de unos 15 kilómetros de esta obra majestuosa del arquitecto brasilero Oscar Niemeyer, con el argumento de que “se la saca a Rosario”.

El proyecto original renderizado en la zona de Pellegrini y el río.

La explicación no es caprichosa. El gobierno provincial quiere hacerla en Baigorria por los problemas legales que hubo y hay en los terrenos originalmente pensados en Pellegrini y el rio –que son del puerto y no es fácil torcer algunas voluntades como ya vimos en el pasado-, y porque el esquema en el que quiere que se ejecute es con un sistema público-privado: terrenos públicos provinciales urbanizables a cambio de que el privado se haga cargo de la obra tasada en unos 20 millones de dólares.

La falta de diálogo del gobierno provincial con la oposición hace que los errores y los aciertos sean criticados por igual. Es difícil cambiar de un día para otro, aunque lo ha intentado, el perfil cerrado que supo tener en los primeros dos años la gestión del gobernador Perotti por la credibilidad que se puede generar ante las convocatorias.

Pero es cierto, también, que en la semana llamaron a la oposición para explicarles el marco del acuerdo con la Nación y los dirigentes brillaron por su ausencia, para luego armar un foro de discusión de la deuda histórica entre ellos y generando una foto de unidad. Ahora, falta una discusión extra: si tiene o no que pasar por la Legislatura el acuerdo con la Nación por el fondo de fortalecimiento para la AFIP, y si tiene que revalidad el pago de en Letras y Bonos también en Diputados y Senadores.

La foto del radicalismo, el socialismo, el partido CREO de Javkin y el PRO, por la deuda.

Por lo pronto, las buenas noticias también son cuestionadas, lo cual hace prever que la campaña se está adelantando para todos y que el 2023 ya se está viviendo en los pasillos de la política provincial.

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