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Opinión

Alberto Fernández y una gestión signada por la pandemia

El 27 de octubre de 2019, los argentinos eligieron a la fórmula integrada por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner como presidente y vice-presidenta respectivamente tras 4 años de gobierno de Mauricio Macri. La crisis económica que se profundizo en 2018 fue fundamental para el retorno al poder del kirchnerismo en la versión comandada por el otrora jefe de gabinete de Néstor Kirchner.

Fernández comenzó su gestión prometiendo que iba a recuperar el poder adquisitivo de las clases populares y que iba a gobernar con un sentido totalmente opuesto a la de la administración anterior. A 3 meses de gobierno, la pandemia de coronavirus cambió radicalmente los planes del gobierno y debió concentrarse en reforzar el sistema sanitario que venía bastante estragado desde hace mucho tiempo.

El 20 de marzo de 2020, se decretó una cuarentena obligatoria para evitar que el virus prolifere con mayor velocidad entre los argentinos y se restringió un montón de actividades que derivaron en una debacle económica que profundizó la crisis generada durante la administración de Mauricio Macri.

El gobierno debió tomar medidas para paliar la situación y anunció por decreto la prohibición de los despidos y las suspensiones unilaterales por 120 días. Otro punto fue la creación del programa ATP (Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción) en donde el Estado nacional pagó la mitad del salario de gran parte de los trabajadores privados y la creación del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) que era un pago mensual de $10.000 para trabajadores informales, monotributistas y beneficiarios de la AUH. Según datos del gobierno, casi la mitad de la población económicamente activa recibió este subsidio.

Al principio del Aislamiento, Preventivo, Social y Obligatorio la imagen positiva de Alberto Fernández rondaba el 80% según algunas encuestas y el presidente surgía como el líder necesario que necesitaba el país para sortear un complicado momento. La temprana decisión de limitar la circulación de personas le valió el elogio de casi toda la sociedad e incluso desde la propia oposición avalaban las decisiones de Fernández.

El primer traspié que sufrió el Gobierno fue cuando el 3 de abril de 2020 dispuso que los jubilados vayan a cobran sus haberes a los bancos y se produjo un desborde debido a la gran cantidad de personas que colapsaron las entidades bancarias. Seguido de esto hubo una compra con sobreprecios de alimentos por parte del Ministerio de Desarrollo Social que derivó en la salida de varios funcionarios.

Con el correr del tiempo, gran parte de la población consideró que la cuarentena era demasiado larga y que era necesario abrir algunas actividades para atenuar el descalabro económico que afectaba entre otros a los rubros de gastronomía y hotelería. Las marchas contra el gobierno comenzaron a hacer más frecuentes y la oposición comenzó a capitalizar el descontento contra Alberto Fernández y un gobierno que se empantanaba cada día más.

A fines de 2020, el Gobierno Nacional comenzó la campaña de vacunación contra el COVID con el fármaco ruso Sputnik V producido por el laboratorio Gamaleya de Moscú. Anteriormente se había anunciado la producción del principal componente de la vacuna AstraZeneca en un laboratorio argentino pero la fabricación tuvo sus demoras. De todas maneras, pese a que el principio hubo dudas, Argentina avanzó con la inmunización y una gran parte de la población fue inoculada.

El escándalo de los vacunados VIP se llevó puesto al ministro Ginés González García que fue eyectado del gobierno por el propio Alberto Fernández. Todo comenzó cuando el periodista Horacio Verbitstky reconoció que llamó a su “amigo” Ginés para ir a vacunarse y que lo citaron en el Ministerio. Además se confirmó una lista extensa con allegados a la política que no cumplían con los requisitos prioritarios para recibir la vacuna y sin embargo fueron inoculados. González García, un prócer del “sanitarismo peronista” pasó al ostracismo y Carla Vizzotti fue su reemplazante. Con el correr de los meses, llegaron las vacunas de todos los laboratorios y la campaña avanzó hasta ser considerada como una de las mas eficientes en la pandemia.

La crisis económica causó la derrota del Gobierno en las elecciones legislativas y los chispazos con Cristina Fernández de Kirchner quién en una carta pública exigió el cambio de algunas figuras del gabinete, algo que a regañadientes aceptó Fernández. Desde Casa Rosada intentaron imprimirle épica al achicamiento de la ventaja de Juntos por el Cambio sobre el Frente de Todos con respecto de las PASO a las generales. Los candidatos de Fernández lograron el empate técnico ante Diego Santilli y Facundo Manes en la provincia de Buenos Aires fundamentalmente por el apoyo del conurbano.

El acuerdo con los acreedores privados y con el FMI le dieron la posibilidad de no caer en default y el efecto rebote de la actividad económica producto del año pandemia generó que desde el Gobierno hablarán de recuperación económica aunque la inflación sepultó cualquier posibilidad de mejora en el poder adquisitivo de los trabajadores a menos en el corto plazo.

Alberto Fernández inicia su última parte de mandato con una inflación desbordada y acentuada por la crisis internacional, asimismo, su credibilidad sufrió un fuerte desgaste, que incluyó la filtración de fotos del festejo del cumpleaños de su pareja, Fabiola Yáñez en plena cuarentena, y con una crisis interna que amenaza con devorar el escaso volumen político que le queda. La pandemia representó un enorme desafío para una gestión que tuvo luces y sombras en un inédito contexto sanitario.

 

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