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Opinión
POR LUCAS RASPALL

¿Bicicleta o alquiler? ¿Cuál es la magia?

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El audio en el que una madre le hace una simple pregunta a su hija se hizo viral, despertando la sorpresa de miles de personas. En las líneas que siguen, vamos a descubrir el truco del mago y, con algo de suerte, quizás lleguemos a sacar un conejo de galera que valga la pena para nuestras vidas.

A quien no lo haya escuchado aún, mejor sin dar opciones…

Lo ideal sería, para no condicionar de ninguna manera la escucha, que la instrucción sea: “decime qué escuchás”, así, a secas, y le das play al audio. La respuesta seguramente incluirá una de las dos palabras que están en cuestión en el audio que captó la atención de tantos; si bien es ambiguo lo que escucha en ese conjunto de sílabas, no lo es tanto como para escuchar allí “elefante”, por ejemplo. Así, hay algo de objetivo en la emisión del mensaje, y otro algo que queda en la subjetividad de quien oye. Ya nos meteremos en el corazón de la madeja, pero ésta podría ser una punta para comenzar a desanudar.

¿Qué pasa con las opciones?

Cuando en la instrucción aparecen las opciones, algo así como “vos qué escuchás, ¿bicicleta o alquiler?”, ya sea que la directriz se haga de manera verbal o por escrito, es seguro que antes de manifestar tu respuesta tu cerebro ya haya elegido. De algún modo, vos sólo estarías siendo el portavoz de una definición que no tomaste conscientemente, el resultado de un procesamiento subliminal que hizo tu mente. Notarás que, en este paso, tiramos bastante del cabo suelto, asomando entonces por dónde pasa la cosa.

Adentro de la mente 

Automático e inadvertido, hay un proceso inconsciente que culmina en la selección de una de esas dos palabras en base al contexto en que fue escuchado, incluidos allí el momento, las experiencias previas, las preferencias y un sinnúmero de variables que entran en consideración para arribar a la definición. Y si en la instrucción ya estaban presentes las opciones, más condicionada aún la respuesta –aunque en este caso, nadie escuchó palabras distintas de las dos que están en danza-. El punto es que cuando alguien sugiere las contestaciones posibles, como si se tratara de un multiple choice, el cerebro limita la apertura a esas posibilidades, sin abrir más el campo. Retomo, en ambos casos hay un proceso que se da por fuera de la pantalla mental, ajeno a lo que advertimos de manera consciente.

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¿Quién y cuándo define el mensaje?

Más allá de estas curiosidades, lo que más me interesa en esta breve reflexión –que probablemente no sirva más que para muy poco- es que el mensaje nunca se define en quien lo emite. Pasan muchas cosas en ese aire entre el emisor y el receptor que hacen que el mensaje, finalmente, sea una construcción que depende de ambos. Porque, como diría el conductor Guido Kacska, “es receptor, pero no tanto”. Me explico: no se trata de alguien que recibe de manera pasiva un recado definido, sino que interviene de manera activa en la construcción del mensaje. Pone mucho de sí mismo, de su historia, de su voluntad –aunque quizás no consciente- de escuchar una cosa o la otra. Y aquí lo importante, observación que debería impregnar todas nuestras conversaciones, y sobre todo aquellas que son relevantes o que ubican temas sensibles, porque cuanto más se ponen en juego cosas valiosas de nuestra vida o cuando el intercambio va tomando calor –y se transforma ya en una discusión-, la posibilidad de que el mensaje recibido sea diferente del emitido, crece de manera exponencial.

Por una comunicación más franca

En definitiva, para no alargar mucho más la cosa, si lo que procuramos es una comunicación franca, estemos atentos a todo lo que acompaña el mensaje verbal –nuestra actitud corporal, los gestos, el lugar y el momento en que lo hacemos y todo lo que hace al contexto (lo implícito es tan valioso o más que explícito)- y busquemos encontrar el recado más sincero. La finalidad de la comunicación no es llevar el agua para el propio molino, buscando ganar la contienda, sino entenderse, con todo lo que esto significa. Largo rodeo para llegar a esto último, quizás, lo único importante de este puñado de párrafos.

 

Prof. Dr. Lucas Raspall

Médico Psiquiatra. Psicoterapeuta.

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