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Argentina

En primera persona: Malvinas por Julio Aro

Pasaron 40 años desde que los soldados argentinos desembarcaron en las Islas Malvinas y pelearon por defender al país. Un 14 de junio de 1982, después de 74 días de combate, llegó la orden de replegarse y los combatientes nacionales corrieron hacia el aeropuerto.

Sin embargo, debieron dejar atrás a sus compañeros caídos, sin identificación por falta de elementos. Allí, en medio del archipiélago, quedaron 122 tumbas con una única inscripción: “soldado argentino solo conocido por Dios”.  A partir de ese momento, un oficial inglés, Geoffrey Cardozo, se encargó del armado del Cementerio de Darwin.

Julio Aro, marplatense que había participado de la guerra con el Regimiento de Infantería 6, decidió volver a Malvinas para encontrar partes de sí mismo que perdió durante el combate. Años más tarde, logró concretar -junto a Cardozo- el Plan Proyecto Humanitario “Malvinas”, a fin de reconocer a los enterrados. Por su entrega y compromiso, el proyecto fue postulado al Nobel de la Paz.

Las últimas 24 horas en la vida de Julio Aro - Télam - Agencia Nacional de Noticias

En diálogo con Radio Boing, el ex combatiente compartió detalles de su experiencia, reafirmó su compromiso con la causa, e instó a los argentinos a enorgullecerse de quienes fueron soldados.

¿Cómo fue tu experiencia?

-Quería que terminara. Llegó la orden de replegarnos y nos íbamos corriendo para el lado del aeropuerto; era como correr en una cinta. Seguimos corriendo y nos quedó esa sensación horrible de mirar para atrás y no avanzar. Cuando finaliza el conflicto, te surge el egoísmo de poder sobrevivir. Ahí decís: “Estoy vivo, estoy sano”, pero te empezas a preguntar por tus compañeros y ves lo que es el horror de estar en un conflicto bélico. 

¿Qué sensaciones tuviste al ser prisionero del ejército inglés?

-Fuimos prisioneros dos días. Estuvimos bien tratados y, eran tantas las ganas de volver, que hicieron pasar a todo nuestro regimiento como descompuestos. Si uno hablaba inglés o tenía una especialidad, lo separaban. Si el de adelante decía que era pintor, todos éramos pintores.

Tenías la necesidad de volver a Argentina, pero después tuviste la necesidad de volver a Malvinas…

-Tenía la necesidad de volver al país, no aguantaba más. Era un cansancio mental que no se soportaba. Pero necesitaba ir a buscar a Julio y encontrarlo. El Julio que fue no es el mismo que volvió. Tuve la suerte de hacer ocho viajes a la isla, siempre tratando de buscar a aquel que fue en el 82. Pero nunca volverá.

¿Qué te encontraste cuando volviste a Malvinas en el año 2008?

-Fui a buscarme, pero también fui a buscar a mis compañeros. Halle 122 placas que decían “soldado argentino solo conocido por Dios”. No entendía, me dio mucha bronca e impotencia no entender el cementerioComprendí que las familias no solo lloraban por los que volvieron, sino porque algunos no regresaron y tampoco sabían donde estaban. Ahí tomas el protagonismo y decís: “Quiero saber que le pasa a esas mamas, quiero saber que puedo hacer por los compañeros que no regresaron”.

¿Cómo comenzó el proyecto?

-Después de 2008, hicimos un proceso que se llamo Identidad Compartida. Colocamos a una madre de un soldado argentino y a una de un ingles: ambas contestaron que perdieron la guerra. Con esa iniciativa, nos invitan a Londres y tenemos la suerte de conocer traductores. Uno de ellos era Geoffrey CardozoTenia un sobre con información guardada y cuando empezamos a mirar, había fotos y datos organizados. Había coordenadas y bolsas enterradas con sus pertenencias.  Gracias a ese trabajo hay 115 compañeros identificados.

¿Cómo comenzó la tarea de identificación? ¿Cuál fue el punto de partida?

Julio Aro: el ex combatiente que le devolvió el nombre a 115 héroes de la guerra de Malvinas - Critica Sur

-A través del informe descubrimos que los números pertenecían a un documento. Era un soldado correntino que se llamaba Gavino Ruiz Días. La madre nos recibió en el medio de la nada, a 40 kilómetros de San Roque, como si fuéramos sus hijos pese a que llegamos en un horario no apropiado. Volvimos al poco tiempo para llevarle insumos a su pareja, que estaba atravesando una enfermedad terminal. Ahí le dijimos si podía dar su gota de sangre para saber donde estaba su hijo. Esa mamá nos impulsó a buscar al resto de los padres. Es un trabajo artesanal de mucha pasión, amor y compromiso. Solo nos quedan 7 placas para reconocer, imaginate cómo tenemos el corazón y la espalda.

¿En qué momento aparece Roger Waters, figura que se compromete con la causa?

-Aparece en el momento en que mas lo necesitábamos. No podíamos llegar al Estado. Si no hubiese sido por el, nunca hubiese salido. Hasta el día de hoy nos pregunta con que nos puede ayudar para que los compañeros puedan tener nombre y apellido. Son muchos los protagonistas que se pusieron la causa al nombre. Éramos un equipo, hoy somos una familia. También, los medios son parte fundamental.

“El Julio que fue no es el mismo que volvió. Tuve la suerte de hacer ocho viajes a la isla, siempre tratando de buscar a aquel que fue en el 82. Pero nunca volverá”.

¿Cuántos cuerpos recuperaron su identidad?

De un total de 122 hay 115 compañeros que recuperaron su historia. No solo lo conoce Dios, sino su familia, amigos, compañeros de colegio. Es tan lindo recorrer el cementerio y no encontrar las placas que dicen “soldado argentino”.

¿Qué son ‘Dos Rosas por la Paz”?

El marplatense Julio Aro, candidato a Premio Nobel de la Paz « Diario La Capital de Mar del Plata

-Es un premio que nos entregaron en la embajada de Londres. Son dos Rosas hechas con material bélico argentino. Te demuestra cómo algo que mata puede transformarse en algo tan lindo si se moldea como corresponde. Desde la Fundación damos un mensaje pacífico: “No queremos olor a pólvora, sino olor a rosas”.

¿Qué le pedirías a la comunidad argentina?

Julio Aro el ex combatiente de Malvinas nominado al Nobel de la Paz - Arroyo Noticias

Mientras haya personas que no se olviden de la causa Malvinas, jamás los compañeros van a estar muertos. Ojalá que esta semillita no la tiremos en el asfalto, sino en el lugar mas árido que tiene el ser humano. Hay que ponerla en el corazón de la gente, la forma de regarla es con pasión. Desde la Fundación pedimos que agradezcan y comprendan la historia.  Ni muertos vamos a bajar los brazos.

¿Qué te gustaría que piense un adolescente de 15 años cuando ve a un ex combatiente?

– Que piense que es una persona común que puede ser su papá, su tío o abuelo. Que le tocó estar en un contexto histórico, que defendemos la democracia y que necesitamos el respeto. También, el gracias. La guerra es un hecho lamentable y los soldados somos mensajeros de la paz; dejamos el fusil de lado para tomar la palabra.

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