Dólar

Dólar Oficial:$888.5 / $888.5
Dólar Blue:$1005 / $1025
Dólar Bolsa:$1013.7 / $1021.6
Dólar Contado con liquidación:$1054.8 / $1058.3
Dólar Mayorista:$867 / $870
Informe

Pichincha, la vieja tierra de prostíbulos

Foto: María Luisa Múgica

Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX, Pichincha fue el centro de la lujuria de Rosario. Llamada así por su calle central, contaba con la estación de trenes “Sunchales”, por la localidad en la que terminaba el recorrido, y que hoy se llama Rosario Norte. En la zona proliferaban los prostíbulos o, como eran conocidos en la época: casas de tolerancia.

 

Por aquellos tiempos, una gran cantidad de hombres llegaban de largas expediciones comerciales a la ciudad y se quedaban por algunos días. Para ellos, Pichincha ofrecía las mejores mieles. Mujeres rusas, polacas, italianas, españolas y francesas brindaban sus servicios. 

 

Según explica María Luisa Múgica en el documental “La Chicago Argentina”, la municipalidad pensaba a los prostíbulos como un mal necesario para la salud pública. Así, se edificaron inmuebles pensados pura y exclusivamente para esta actividad y se acumularon en Pichincha y en la zona sudeste de Rosario. La idea era acumular los servicios sexuales en un punto determinado y que no se diseminaran por la ciudad.

 

“El municipio produjo, aprobó e impuso distintas formas de regulaciones político-administrativas y sanitarias a aquellas mujeres que se decidían a aceptarla como forma de vida, medidas que por cierto incluían a las casas y lugares donde debía desarrollarse la prostitución. Se intentó delinear así una suerte de geografía del sexo permitido en la ciudad y para ello se ensayaron distintas propuestas entre 1874 y 1914 que apuntaban al establecimiento de zonas permitidas o prohibidas para instalar las casas de tolerancia”, añadió la especialista de la Universidad Nacional de Rosario en su libro Sexo y geografía en la ciudad: Pichincha barrio prostibulario.

Foto: María Luisa Múgica

Las casas de tolerancia 

 

Los prostíbulos de Pichincha se dividían por calidad. Los más caros, como El Paraíso, ubicado en Pichincha 68 bis -también conocido como Madame Sapho- costaban 5 pesos, mientras que los más económicos, como El Torino, localizado en Suipacha al 122, solo 1 peso. No obstante, existía una curiosidad respecto a la forma de pago.

 

En Pichincha, a las mujeres se les abonaba por medio de “fichas”. El cliente remuneraba a la encargada o madame los pesos que cobraba la casa de tolerancia y esta le entregaba una moneda acuñada en bronce con distintivos únicos del prostíbulo. Con ella, elegía a su acompañante. Una vez en la habitación, entregaba la moneda y recibía el servicio. De esta manera, se aseguraban que las muchachas no tuvieran capacidad de negociación con los hombres ni forma de extender los horarios. 

 

Luego, sus “mantenidos” -señores con los que tenían una relación amorosa o de sometimiento- tomaban las fichas que eran depositadas en una lata y las canjeaban con la madame o con el dueño del establecimiento por el dinero ganado en el servicio. De ahí, se cree que proviene la expresión “meter la mano en la lata”.

Foto: María Luisa Múgica

Madame Sapho

 

Un hallazgo de María Luisa Múgica entre los archivos de la ciudad, trajo a la actualidad el verdadero nombre de una de las casas de tolerancia más emblemáticas de Pichincha y Rosario: Madame Sapho. Conocido vulgarmente así, la historiadora pudo demostrar que realmente se llamaba El Paraíso.

 

En la busqueda de la ciudad por concentrar el trabajo sexual en un punto determinado de Rosario, en 1914 se entregó la primera autorización de edificación para el inmueble y fue diseñado como réplica de los burdeles franceses. Allí, la especialista pudo determinar que trabajaban mujeres “hermosas y bastante exóticas”. En sí, eran francesas, españolas e italianas, lo que subía el valor de las tarifas.

 

Múgica añadió que “tenía vitrales, la famosa calesita, alguna habitación cubierta en madera, su techo con cúpula y motivos orientales que apuntaban a una suerte de refinamiento en el arte de amar. Sin embargo, su planta no difiere de otras de la época: un patio central con habitaciones alrededor y una cúpula vidriada”

Foto: Antonio Berni 1932

Sobre la madame, el diario Rosario Gráfico destacó en abril de 1932 que “es la mujer con más aureola con que cuenta Rosario, la que primero martillea en la men­te al desembarcar por Sunchales -estación hoy conocida como Rosario Norte-. Y ella quedará como no ha quedado todavía ningún artista, ningún literato, ningún hombre de negocios. En Retiro, los familiares de quienes viajan con destino a Rosario soplan al oído de estos frases de sonoridad voluptuosa: ¡Cuidado con la Safo! ¿Van a visitar a la Safo?”.

 

Con la abolición de la prostitución en 1933, las casas de tolerancia vieron la obligación de cerrar sus puertas y con ello comenzó a aflorar la actividad clandestina. A partir de ese momento, la cara del barrio fue cambiando de a poco y los inmuebles que eran usados para prostíbulos viraron a otras actividades.

 

El Paraíso se convirtió en el Hotel Ideal. Funcionó como motel hasta entrado el 2020, cuando se anunció la puesta en venta del inmueble. “Terreno en pleno Pichincha, compuesto por hotel actualmente en uso y cocheras. Cuenta con un terreno de aproximadamente 1850 m2, complejo para usos mixtos”, rezaba el texto con el que se lo ofrecía.

Rita la Salvaje

Juana González, conocida artísticamente como Rita la Salvaje, nació en Dock Sud, Buenos Aires el 15 de junio de 1927 y se convirtió en uno de los máximos atractivos de los burdeles rosarinos. A principios de los años 40’ debutó en el cabaret Tetuán, ubicado en calle Santa Fe entre Paraguay y Presidente Roca.

 

En el pico de su carrera, actuó en el Teatro Casino de Pichincha, donde llegaban colectivos desde la capital federal para ver sus números “El Caramelito” y “El Ventilador”. En el primero de ellos, Rita se colocaba golosinas en sus partes íntimas e invitaba a una persona del público a quitárselo solo con la boca. En el otro, se ponía dos tiritas con los colores de Newell’s y Central sobre los pezones y las hacía girar. El juego consistía en que la primera en detenerse perdía.

 

Entre 1984 y 1987, González tuvo internaciones intermitentes en el Hospital Psiquiátrico Agudo Ávila. Tras ello, pudo conseguir una pensión y vivir el resto de su vida, primero bajo alquiler y luego en un centro de tercera edad. Décadas más tarde, tras descompensarse, falleció el 7 de mayo de 2016 en el PAMI 1.

Comentarios

5