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Sofía Gala, L-Gante, Liam Neeson, Nicolas Cage, entre los 5 estrenos de la semana

Cinco estrenos con la llegada de Germán Palacios, Sofía Gala Castiglione, Luis Brandoni, Daniel Aráoz y la participación especial de L-Gante. Una poeta de Varsovia que emigra a la Toscana. Liam Neeson con su histórico género -o subgénero- violento y preciso como solo le sale a el. La banda Twenty One Pilots con una experiencia cinematográfica. Y Nicolas Cage haciendo de Nicolas Cage. Son los nuevos arribos a las salas de la ciudad. Una curada selección de reviews para elegir que ir a ver al cine.

 

“Franklin – Historia de un billete”

 

Franklin, historia de un billete tiene, a falta de una, dos secuencias que operan como introducción. En la primera se lo ve a Correa (Germán Palacios) sentado en el vestuario luego de ser molido a trompadas en una pelea de boxeo junto a Bernal (Daniel Aráoz), quien parece oficiar como su represente. En la segunda, que ocurre cinco años después, Correa está trabajando para Bernal –que se encarga de cuanto negocio ilegal pueda imaginarse, desde levantar quiniela hasta vender drogas y regentear prostitutas– y termina en la cárcel durante tres años luego de asesinar a una persona. El rumor de su salida se esparce con velocidad por el mundo del delito en el que se mueve Bernal, a quien Correa va a ver apenas queda libre. Allí recibe una misión que, de cumplirla, será la última: asesinar a Rosa (Sofía Gala Castiglione), una de las prostitutas de su harén, quien no tuvo mejor idea que quemar con una plancha a uno de los policías que “atiende” regularmente. El tema es que ella tiene una larga relación amorosa con el ex presidiario. Correa, entonces, queda encerrado entre la espada y la pared. Solo cuenta con un billete de 100 dólares, una cifra que intentará multiplicar apostando a la lotería para huir junto a Rosa.
El primer largometraje de Lucas Vivo García Lagos aprovecha la nocturnidad ominosa de la zona de La Boca y el extremo sur de Puerto Madero –donde el glamour de los diques centrales parece estar a kilómetros de distancia– para crear un submundo porteño donde se respira una atmósfera de peligrosidad constante, de posibilidad de una traición a la vuelta de la esquina.
Con Aráoz en la piel de un villano desagradable hasta en su manera de pararse, Franklin, historia de un billete es un thriller que por momentos funciona por acumulación antes que por sedimentación, incluyendo varios personajes poco desarrollados y cuya pertinencia narrativa tiende a ser nula. De todas formas, la cruza del ideario violento de El marginal y de los negocios ilegales como modo de vida de Un gallo para esculapio da como un resultado un film atrapante que, como su protagonista, apuesta un pleno. En este caso, a sostener la tensión durante 80 minutos a como dé lugar. Se puede ver en todos los complejos.

 

 

“Dolce Fine Giornata”

Maria Linde (Krystyna Janda) es una poeta oriunda de Varsovia, emigrada a la Toscana durante la ley marcial en Polonia, allá por los años del Muro de Berlín. El tiempo ha pasado y su vida en las cercanías de Volterra le ha traído los mejores recuerdos, además de un marido, una hija y dos nietos, y también un premio Nobel. En su madurez, Maria Linde es la celebridad intelectual del pueblo, sus cumpleaños convocan a poetas que discuten la polémica figura de Ezra Pound, a un reportero indiscreto de Le Monde y al comisario del lugar, todos en algarabía durante la madrugada, sin diferencias, enojos ni recelos. Pero la mente libre de Maria, aún con su aire de tesoro local y su defensa de sus orígenes inmigrantes, es incómoda en una Europa que no quiere escuchar en público sus propios miedos, y menos pensar en los actos terroristas como un llamado de atención a la hipocresía que hace tiempo se ha instalado en los discursos oficiales.

Aún en el paisaje idílico de la Toscana, Dolce Fine Giornata comienza con las sombrías imágenes de un grupo de migrantes en una barcaza. Luego, las noticias de una fuga de un campo de refugiados en Lampedusa alertan a las autoridades regionales, y Nazeer (Lorenzo de Moor), el amante egipcio de Maria, emigrado desde hace tiempo de su país de origen y dueño de una taberna frente al mar, recibe suspicaces miradas de reojo. Esa Europa soñada, que quizás resultó un refugio para Maria en su juventud, hija de sobrevivientes del Holocausto, crítica de la represión polaca en los años del Sindicato Solidaridad, hoy se delinea como un escenario en permanente conflicto. No en vano su hija le insiste para emprender nuevas inversiones y resistir esa ligazón con la ciudad que largo tiempo le dio cobijo. Pero el pensamiento y la poesía de María han nacido libres, y su irreverente presencia, más allá de mandatos morales y compromisos sociales, quizás resulta demasiado para los tiempos que corren.

El polaco Jarcek Borcuch explora en la figura de su personaje, una artista en el crepúsculo de su carrera, consagrada pero todavía sometida a los interrogantes de su condición pública, el estado actual de una Europa en zozobra, pero sobre todo el rol de una intelectualidad que parece haber perdido protagonismo frente a otras voces. Compleja e impredecible, quizás con algún exceso en los planos paisajísticos, la película esquiva varios lugares comunes y resoluciones fáciles para sus dilemas, atajos que la propia Maria nunca se propone. Krystyna Janda, legendaria protagonista del cine de Kieslowski, habita con honestidad los pequeños caprichos y egoísmos de su personaje, la progresiva consciencia de que en esos gestos se definen las grandes cosas. Aún en una encrucijada constante, y sin justificar sus propios permisos y cierta soberbia, Maria Linde nos revela un mundo no demasiado fácil para el ejercicio del pensamiento. El miedo al otro parece ser la moneda de cambio perfecto, incluso en ese pueblo donde todos parecían bienvenidos. En el Showcase y en Del Centro.

 

 

“Asesino sin memoria”

Liam Neeson es tan, pero tan buen actor que es de los pocos que saben qué hay detrás de esos personajes que interpreta últimamente, seres que, por venganza o por justicia, o por justicia por mano propia, se convierten en máquinas de matar.

Es que dentro del género de acción, las películas de Neeson se están convirtiendo en un subgénero. O un género propio.

Es como una rueda de un molino, que se retroalimenta de agua, solo que aquí se trata de películas de acción, que hacen dinero, lo que hace que haya nuevas películas de acción, que como hacen más dinero… Desde que su mujer Natasha Richardson falleció en un fatal accidente de esquí, el actor de La lista de Schindler pide en sus guiones que su personaje esté en duelo. Por lo general viudo, en Asesino sin memoria la pena que congoja a Alex no es la muerte de su esposa -no hay mención a ella-, sino un hermano recluido en un asilo con Alzheimer. Entonces vean, o presten atención a un par de escenas de Asesino sin memoria. Una, cuando se encuentre con su hermano, y como Alex también presenta los primeros indicios del mal de Alzheimer, aquélla en la que su rostro se transforma al darse cuenta de lo irreversible de su estado.

Y desde la platea nos damos cuenta de que Alex no está bien cuando, tras su primer misión cumplida -Alex, por si no lo adivinaron, es un asesino a sueldo, como avisa el título en castellano, que le agrega Asesino a la palabra Memory del original- no encuentra la llave del auto para huir del lugar. Bueno, también cuando en el antebrazo vemos que se anotó datos importantes para no olvidarlos. Y el espectador atento seguramente recordará, o se le vendrá a la mente Memento -tenga o no Alzheimer, porque la película de Christopher Nolan es de 2000-. Y más todavía cuando vea que Guy Pearce, el protagonista de Memento, aparece aquí, pero como Vincent Serra, un agente del FBI detrás de una trata de sexo que incluye a menores de edad. Un personaje y otro se cruzarán, porque Alex no querrá saber nada cuando le indiquen que debe eliminar a “alguien”, y ese “alguien” es una menor. Y como un caso está relacionado con el otro -Serra trata de proteger a la adolescente, porque es central en una investigación que está realizando-, habrá mucha pelea, mucha persecución, muchos disparos, muchas muertes. Todo mucho. Que el director de Asesino sin memoria sea Martin Campbell es una rareza, no porque el director de Casino Royale no haya hecho buenas películas de acción, pero precisamente a Asesino sin memoria le falta lo que le sobraba a borbotones a su filme del 007, el primero que hizo Daniel Craig: ingenio. Nada es demasiado original por la pantalla, amén de que se trate de la remake de la belga Un caso de Alzheimer (2003). Pero está Liam, que como su(s) personaje(s) está a la vuelta de todo, y todavía alcanza para un entretenimiento, con toda la violencia que suelen tener sus últimas producciones.

Y habrá más.

Se puede ver en todos los complejos.

 

“Twenty One Pilots cinema experience”

Ideal para los fanáticos de la banda que acaba de ganar un Emmy: “Experimenta la épica celebración del lanzamiento del álbum Scaled And Icy, remasterizado para la pantalla grande y con contenido adicional nunca antes visto en Twenty One Pilots Cinema Experience. Prepárate para viajar dentro de las mentes del vocalista Tyler Joseph y el baterista Josh Dun, los miembros de Twenty One Pilots, el dúo ganador del premio GRAMMY de Columbus, Ohio, mientras la épica celebración del lanzamiento del álbum Scaled And Icy de 2021 llega a los cines de todo el mundo. Experimente de nuevo la versión psicodélica reinventada de la proyección en vivo y la actuación, pero esta vez a gran escala. Con el audio y el video remasterizados para la pantalla grande, y la adición de contenido nunca antes visto, la experiencia cinematográfica de Twenty One Pilots lo sumerge profundamente en el catálogo ecléctico y la imaginación de uno de los actos más creativos de la música” reza la sinopsis oficial.

En el Hoyts y en el Showcase.

 

 

“El peso del talento”

¿Quieres ser Nicolas Cage? Así podría haberse titulado perfectamente esta comedia de enredos (y con algo de biopic y elementos de documental, claro) en referencia al ya clásico ¿Quieres ser John Malkovich?, de Charlie Kaufman.

Es que Nicolas Cage hace aquí de… Nicolas Cage y las referencias a su vida real y a su carrera son constantes, aunque probablemente haya algo de exageración (¡o no!). El Cage de la ficción -como el real- no está pasando por el mejor momento de su carrera (aunque Mandy y Pig fueron dos golazos). Alguna vez una estrella taquillera, hoy sus acciones cotizan en baja y él está desesperado por volver a los primeros planos. Así, es capaz de perseguir, presionar y hartar a un director que podría darle un papel interesante.
A nivel íntimo sus cosas tampoco van bien: divorciado, la relación con su ex (Sharon Horgan) y con su hija adolescente Addy (Lily Sheen) no es precisamente fluida y funcional, mientras que en lo económico sus deudas se acumulan (le debe ¡600.000 dólares! al hotel Sunset Tower en el que se hospeda desde hace un año). Así las cosas, no tiene más remedio que aceptar una propuesta de su sufrido agente (Neil Patrick Harris), que le dice que un millonario español llamado Javi Gutierrez (Pedro “The Mandalorian” Pascal) está dispuesto a pagarle un millón de dólares por participar de una fiesta de cumpleaños y algunas otras andanzas conjuntas en la paradisíaca zona de Mallorca. Claro que Javi resultará ser un traficante (de drogas, de armas) y lo que sigue es una sátira a las películas de acción de Hollywood con dos agentes de la CIA (Tiffany Haddish e Ike Barinholtz) siguiendo el caso.
Además de burlarse de los tanques, esta película dirigida y coescrita por Tom Gormican (Las novias de mis amigos) juega el juego de la buddy movie (y el bromance) con más hallazgos que carencias. Entre los primeros aparece un Cage rejuvenecido mediante efectos digitales que se convierte en su alter ego y especie de consejero y cuestionador del Cage actual. También, como suele ocurrir en estos casos, con el transcurrir de la película el chiste principal empieza a desgastarse y solo queda una acumulación de bromas más bien menores aunque siempre simpáticas.
De todas formas, El peso del talento es una película con unas cuantas buenas ideas, creatividad, ingenio, cameos y un espíritu (auto)paródico que los fans de ese actor de culto en que se ha convertido Cage (y muchos otros también) seguramente disfrutarán y celebrarán. En los cuatro complejos de cine.

 

Fuente: Otros Cines, Ezequiel Boetti, Paula Vázquez Prieto, La Nación, Pablo Scholz, Clarín, Diego Batlle.

 

 

 

 

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