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Opinión

En Central, la culpa es del chancho y del que le da de comer

Rosario Central vivió un semestre para el olvido. La salida de Cristian González después de un comienzo irregular -tirando a malo- le dio una chance más a la comisión directiva de encontrar la luz al final del túnel. Las contratación de Leandro Somoza no generó entusiasmo en nadie, y tras nueve partidos, el panorama solamente empeoró. 

Ya con el diario del viernes, el análisis de la llegada del ex ayudante de Miguel Ángel Russo en Boca Juniors era un tanto confuso. Un director técnico sin experiencia tenía la difícil tarea de encauzar un barco que venía sin rumbo claro de hace tiempo. Con la portada del lunes, todos los miedos que existían en la previa se confirmaron.

En el estreno, el entrenador dejó a su equipo sin un volante central y recién ocupó el lugar cuando el partido ya estaba definido en su contra. Además, se lo notó perdido en cuanto a las variantes, apostando por jugadores que ya dieron sobradas muestras de que no atraviesan un buen momento y sin cambiar el esquema que venía de fracasar con el Kily.

El derrotero de cinco caídas, dos empates y solamente dos victorias en nueve partidos dejó a Central en la última posición de la zona 2, y en el puesto 24 de los 28 clubes que integran la primera división si se contemplan los dos grupos juntos. Eso no es todo, ya que después de su primera pretemporada al mando, la situación no parece haber cambiado.

Bajo sus órdenes, el Canalla prescindió de los servicios de seis futbolistas con respecto al último torneo. Además de la salida de Marco Ruben por retiro, el entrenador dejó de lado a Emiliano Vecchio, Milton Caraglio, Martín Rabuñal, Emmanuel Ojeda, Ricardo Garay, entre otros. Central no incorporó, y Somoza optó por no completar el banco de los suplentes en los primeros dos partidos.

Como en una señal de protesta o de enojo con la dirigencia, y en una actitud sumamente reprochable ya que el elenco rosarino siempre se caracterizó por ser semillero, el director técnico ninguneó las inferiores. Prefirió llevar pocos suplentes en vez de darle la posibilidad a jugadores de reserva, por lo menos para que sepan lo que es formar parte de una primera división.

Quizás lo único rescatable que se le puede sumar al director técnico de Arroyito es que recuperó a Marcelo Benítez, un jugador que había sumando un puñado de minutos bajo las órdenes del Kily. El ex Defensa y Justicia fue uno de los puntos más altos que tuvo el equipo en las primeras fechas, siendo decisivo en las dos victorias que consiguió el club bajo las órdenes del míster. Sin embargo, el torneo arrancó con el pie izquierdo para el volante, que después de un pésimo partido se fue expulsado ante Lanús en el debut.

A Somoza se le pueden achacar muchos errores técnicos, tácticos y estratégicos. Ahora bien, en nada se lo podrá responsabilizar sobre el armado del plantel que llevó a Central a la última posición de su zona y que estará comprometido con el descenso en la próxima temporada. Ni siquiera se lo puede culpar de la ausencia de refuerzos para este nuevo torneo, teniendo en cuenta que es algo en lo que el propio entrenador hizo hincapié en repetidas ocasiones.

Solamente cuatro años pasaron de aquel equipo dirigido por Eduardo Bauza que lo coronó campeón en la Copa Argentina. En cuatro años, Central pasó de tener a Ledesma, Caruzzo, Zampedri, Gil, Ortigoza y Ruben en cancha, a darle titularidad a Servio, Almada, Yacob, Gamba, y tantos más que dieron muestras de no estar a la altura de las circunstancias.

Mientras Rosario Central perdía con Aldosivi sobre el cierre de la Copa de la Liga, el manager deportivo de la institución se encontraba de vacaciones en México. Sí, el responsable de armar un equipo que condenó a la institución al último puesto, descansaba mientras los hinchas sufrían. No se critica el acto, se pone en tela de juicio las maneras y los momentos.

Pero el Mono Gordillo no es el único que tiene responsabilidades ni el que más. Rodolfo Di Pollina y Ricardo Carloni son los claros culpables del momento futbolístico e institucional que atraviesa el elenco de Arroyito. Los dirigentes sabían que ante la salida de Cristian González solamente les quedaba una bala para salvar su gestión, y la decisión escogida fue de las peores. 

Carloni hace ocho años que mantiene cargos jerárquicos y de toma de decisiones dentro del club. Quizás el mayor acierto fue la contratación de Eduardo Coudet, que fue una apuesta que salió muchísimo mejor de lo esperado. Luego del Chacho, por el banco de Central pasaron Leo Fernández -2 veces como interino y uno ratificado en su cargo-, Paolo Montero, José Chamot, Paulo Ferrari, Diego Cocca y el Kily González. Son pocos los que tuvieron finales felices, y uno de ellos es el Patón Bauza que volvió a salir campeón con la institución después de muchos años.

Inclusive, si se va a lo numérico, se da una situación un tanto llamativa. A finales de febrero de 2019 Central oficializó la contratación de Paulo Ferrari como nuevo entrenador del primer equipo. Después de 22 días al mando, el Loncho fue removido de su cargo. En ese lapso el ex jugador del elenco de Arroyito estuvo a cargo en seis partidos: empató tres y perdió tres. A pesar de que no logró la victoria, los puntos asemejan su inicio con el de Somoza.

Central va en contra del dicho de que la responsabilidad es del chancho o de quien le da de comer. En este caso, la culpa es del entrenador, por no encontrar las soluciones a los problemas urgentes que tenía el plantel, y también de la comisión directiva que fue quien confió en lo que podía hacer habiendo visto un currículum con nula experiencia y trayectoria.

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